Pérez Taylor, Rafael, Transdisciplina, complejidad y antropología, México, Instituto De Investigaciones Antropológicas/UNAM, 2017, 196 PP. ISBN: 978-607-02-8778-7

 

 

“¿Para quién se trabaja?, ¿por qué se trabaja?, ¿cuáles son los compromisos que se adquieren en el gabinete y el trabajo de campo?” (Pérez-Taylor, 2017:12). Éstas son algunas de las preguntas claves que atraviesan la investigación de Rafael Pé- rez-Taylor en su libro Transdisciplina, complejidad y antropología. En un mundo cada vez más azotado por los embates del capital neoliberal, la pertinencia de tales cuestionamientos radica en que se hallan atravesados por la necesidad de esta- blecer el papel y estatuto de la antropología en su perspectiva científica para el presente y futuro. No es secreto que, en muchos casos y momentos históricos, la praxis antropológica se ha sometido a intereses vinculados con proyectos trazados por lógicas de poder excluyentes, a las cuales el autor no duda en denunciar por su marcado carácter imperialista. Así, desde sus cuestionamientos a las premisas, discursos y prácticas del capital en su fase neoliberal, la propuesta de Pérez-Taylor consiste en señalar una serie de tareas urgentes, pues, “la antropología, como cien- cia, necesita actualizarse hacia las nuevas problemáticas del mundo actual, estable- ciendo de entrada que ya no existen sociedades fuera de los procesos de occidentalización y que el mundo es cada vez más pequeño […]” (Ibid:13).

El punto de partida en la argumentación del autor reside en aplicar una es- trategia constructiva-deconstructiva-reconstructiva configurada por los aportes del llamado “giro hermenéutico”. Proceder de tal forma al interior del modus operan- di de la antropología conlleva dos resultados importantes: primero, delinear una epistemología en la construcción de las fuentes etnográficas; segundo, la necesidad de acentuar —más que antes— el carácter político-social de la antropología como una disciplina que no puede desentenderse del reconocimiento de la alteridad en su diversidad. Las constantes co-determinaciones de ambos puntos inciden en la necesidad de una ampliación teórico-metodológica por parte de la labor científico- social-antropológica. En ese sentido, respecto al primero de los resultados señala- dos, el dato etnográfico que da cuenta de una historia y narrativa posible requiere del permanente entrecruzamiento con un constructo teórico, a fin de garantizar y justificar su selección para los estándares de la investigación, su continuidad y esta- bilidad, al tiempo que revela también las discontinuidades, incertidumbres e in- estabilidades. En otras palabras, “el dato etnográfico sólo puede existir en la medida en que la construcción teórica ha dado lugar a una perspectiva empírica consecuente con la estrategia de investigación, porque ha logrado establecer pautas verosímiles del hecho real” (Ibid:11). Lo anterior se torna con mayor claridad en su articulación con el segundo de los resultados señalados.

Al desmarcarse de la denominada “antropología aplicada”, cuyos enfoques permean continuamente el ejercicio disciplinario en la actualidad, el planteamiento de Pérez-Taylor sobre una “antropología de la acción o en acción”1 opera con una dialéctica-dialógica para la recuperación de la memoria colectiva, con pleno reconocimiento de la validez de los saberes cotidianos. Existe, pues, una toma de posición política por parte del autor que pugna por la democratización de los saberes y mediante la cual logra romper con muchas de las dicotomías clásicas sobre las que históricamente se ha cimentado cierto enfoque jerarquizador- excluyente, tales como episteme-doxa, escritura-oralidad, ciencia-cultura, logos- mito, tiempo-espacio, objetividad-subjetividad, entre otras. Con claridad se observa que no es casual el optar por el concepto de “acción” en lugar de “aplicación”. Éste último concede la posibilidad de que el saber antropológico se superponga a un objeto de estudio, un “sujeto pasivo”, aun cuando “en muchos casos se presentan como ecologistas, medioambientalistas y revolucionarias” (Ibid:21). En cambio, el uso del concepto de “acción” en esta obra remite a la noción de praxis; no es un dato menor.

Por una parte, la dialéctica-dialógica que se despliega por la “acción/praxis antropológica permite reinterpretar cada uno de los niveles del quehacer de dicha disciplina, de modo que las significaciones alrededor de las aproximaciones a la realidad mantienen una correlación en los momentos del en (la forma en la que el especialista construye argumentativamente la imagen del otro), el para (los discursos producidos desde la perspectiva del otro, los cuales se caracterizan por ser autobiográficos y donde el etnólogo se convierte en un sujeto pasivo, contem- plativo), y finalmente, un para nosotros. En otras palabras, el trabajo de Pérez- Taylor sitúa la cuestión “nosótrica” como condición de posibilidad ineludible para la democratización de saberes, prácticas, tiempos, espacios, memorias colectivas, sus descripciones y narrativas no sólo en el terreno de la alteridad, sino también de la diversidad. La importancia de resaltar lo último estriba en que, desde la propuesta de la “antropología de la acción o en acción (configurada a modo de praxis), el llamado “reconocimiento del otro” de ninguna forma se determina en los marcos de la democracia-liberal o “realmente existente”.

Siguiendo el hilo conductor en la argumentación, se vuelve necesario el pensar y re-pensar “desde”/ “la” antropología (temas centrales del segundo capítulo) de acuerdo a los contextos y necesidades que la actual coyuntura presenta. Volver a

 

1 Nombre del primer capítulo de su trabajo.


RESEÑA                                                                    189

 

las fuentes, autores, tradiciones y posiciones teórico-metodológicas, en consistencia con la experiencia concreta y cotidiana, permite dilucidar que la antropología no se aplica… ¡se vive! En el tránsito de la etnografía de la escritura, a la descripción y la oralidad para arribar nuevamente a la escritura, desde el trabajo de gabinete hasta la construcción del texto de investigación, la praxis del etnógrafo convierte su experiencia particular en un movimiento de auto y hetero reconocimiento con los otros. Su vivencia se trastoca por el contacto con los elementos no previstos de una cotidianidad cuya presencia rompe con la univocidad y unidireccionalidad de su propio saber. La jerarquización, verticalidad y mismidad de sus (pre)supuestos cede el terreno a la revaloración de los conocimientos provenientes de la diver- sidad (capítulo tres).

Aquí es pertinente volver la atención en torno a lo que hemos señalado como uno de los aportes más significativos del trabajo de Pérez-Taylor. La dialéctica- dialógica en el modus operandi de la antropología signada por el “giro hermenéu- tico” conlleva un ejercicio constante de auto-crítica, el cual increpa directamente tanto el estatus de la investigación etnográfica como sus oportunidades fácticas para la recuperación y organización de las memorias colectivas, de un pasado acti- vo (nunca estático) desde el presente vivido y con capacidades prospectivas (capítulo cuatro). En ese sentido, el carácter colectivo de las memorias lleva im- plícito el rescate de la historicidad a manera de procesos, en tanto “resultado de distintos eventos que instauran en el saber relaciones entre el sujeto, el espacio y el tiempo, concatenando cada uno de ellos como elementos integradores del que- hacer del conocimiento”(Ibid:127). Contra las tendencias y modas por parte de muchas epistemologías que actualmente circundan a la antropología, sin duda, es bastante loable disipar los llamados “lugares comunes” y acentuar la condición social del sujeto en su historicidad dialéctica, en sus memorias y sus olvidos.

La parte final del libro (capítulo cinco) está reservada para una problematiza- ción crítica en torno a la noción de identidad, indagando en los tres componentes conceptuales y pragmáticos por los que ésta se moviliza en la materialización de la memoria colectiva: tradición, mito y política. El entrelazamiento de estos tres ele- mentos permite la construcción de narrativas, discursividades y significaciones que testifican la circulación social e histórica del pasado en un presente abierto al fu- turo. En este punto, se impone una interrogante: ¿la noción de identidad excluye ineluctablemente cualquier rastro de diversidad respecto de misma?, no nece- sariamente. La respuesta ofrecida por el autor se halla en su propuesta epistémico- metodológica, dialéctico-dialógica, pues, “la distinción producida [entre la memoria colectiva y la historia en sus múltiples facetas] da a la identidad la movilidad nece- saria para convertirse, por un lado, en incluyente, pero, por el otro, en excluyente, generando así un cúmulo de representaciones discursivas y pragmáticas que entab- lan diálogos en las fronteras del conocimiento” (Ibid: 153).


 

A manera de epílogo, Pérez-Taylor sintetiza sus planteamientos con un acer- camiento etnográfico en torno a la religiosidad popular y peregrinación entre los mayas de Quintana Roo, reforzando de tal manera la propuesta de “acción/praxis antropológica al conjuntar el marco teórico con su experiencia de campo.

Para un balance aún más general de la obra, cabe preguntarse, ¿estamos frente a una suerte de manual o guía que permita resituar el estatus científico de la labor antropológica? Sin duda, el trabajo arroja importantes claves para su estudio desde una perspectiva disciplinar, empero, su principal contribución consiste en trazar una ampliación teórico-metodológica bajo los enfoques de la transdisciplina y la complejidad. De esta manera, la antropología se abre a un movimiento, a un giro epistemológico cuya determinación exige signarse por la multiplicidad y la diver- sidad. Lo anterior se constata en la persistencia por parte del autor de señalar los “articuladores/mediaciones” que dan lugar a las diferentes representaciones de lo real; si a la realidad se accede nunca de manera inmediata, entonces, el saber an- tropológico enriquece las posibilidades entre otros tantos.

Agamben, Ricoeur, Certeau, Foucault, Gadamer, Duch, Halbwachs, Morin, Castoriadis, entre muchos otros y sin demérito de los mismos, son algunos de los autores de los que abreva Pérez-Taylor. Se trata, pues, de un estudio situado en un terreno que busca examinar la sistematización de las formas y contenidos para la producción de sentidos sobre lo humano, sus memorias colectivas, sus continu- idades y rupturas, lo cual implica que el estatuto científico de la antropología necesariamente se abre más allá de sus límites y determinaciones tradicionales; a riesgo de redundar vale recalcar, desde la “acción/praxis que da cuenta del pasa- do, el presente y se abre al futuro.

 

 

Dr. Natanael García Ayala Posdoctorante Instituto de Investigaciones Antropológicas Universidad Nacional Autónoma de México