EDITORIAL
Las
expresiones sonoro-musicales
vinculadas al campo ritual o a otras esferas sociales han jugado un papel relevante en el sostenimiento de la vida colectiva,
sean las concebidas como tradicionales o aquellas reconocidas como externas,
pero igualmente valoradas e integradas dentro de los acervos
populares regionales y locales, o
bien, trátese de las músicas transculturales consideradas como emblemáticas de
sectores sociales específicos.
Se conoce la importancia, diversidad
y transformación de muchas de estas expresiones en América Latina gracias a un número significativo
de investigaciones pero, sobre
todo, debido
a la generación de vertientes de estudio que profesionalizaron campos
disciplinarios dinámicos con sus correspondientes metodologías
hace más de un siglo, y
que han devenido
en debates y planteamientos renovados. Durante las últimas
décadas la investigación se ha
enriquecido con las propuestas de abordaje que dan cuenta de fenómenos
sonoro-musicales en los contextos
actuales de América
Latina
—entendida
más allá de sus fronteras políticas— desde diferentes perspectivas.
La apuesta es por el diálogo
interdisciplinario cuyo énfasis está
en las relaciones sociales de espesor histórico,
la agencia de los sujetos y las
ontologías relacionales, así como en
la búsqueda de puntos de coincidencia sobre los alcances y posibilidades de la
investigación.
El presente número de la revista Antropología Americana comprende artículos de
especialistas de diferentes
disciplinas que no suscriben un enfoque en particular. Por el contrario, son muestra de la rica gama metodológica y temática existente en torno a las expresiones sonoro-musicales y dancísticas. Las narrativas
situadas dan cuenta de problemáticas actuales en distintos espacios, pero sobre todo, permiten reafirmar
las historias de los sujetos
en tanto experiencias compartidas. Así, esta compilación inicia con cinco artículos que podríamos poner en
diálogo porque comparten interrogantes y preocupaciones. El primero de ellos, “La domesticación del jaguar. Aproximación
al cambio ontológico desde la danza de tecuan” de Juan José Atilano, se basa en una investigación etnográfica
comparativa
entre
los
mixtecos
de
la
Montaña
y mestizos
rancheros de la Tierra Caliente de Guerrero, para interpretar el posible significado de la danza de tecuan (tigre/ jaguar)
en términos de la dualidad
salvaje/ domesticado, dicotomía que responde a un principio de clasificación de los elementos musicales de la danza y las fiestas
de petición de lluvias, relacionado por igual, con una suerte de domesticación del felino, producto
del proceso evangelizador colonial y el actual papel de san
Marcos para los mixtecos.
El segundo texto corresponde
a Carlos Guadalupe Heiras Rodríguez,
“Chamánica para mover las cosas. Charles Boilès y la etnomusicología tepehua oriental”, el cual ofrece el contexto etnográfico
de los ritos chamánicos
tepehuas de la Sierra Madre Oriental de México, en los cuales se interpretan expresiones musicales con ensambles integrados
por violín y guitarra quinta
huapanguera -a la que se integra en
ciertas ocasiones, una jarana. Para los tepehuas la música
“habla”, aspecto que lleva al autor a
actualizar el diálogo
teórico-metodológico con Charles
Boilès, quien afirmaba que
la música era susceptible de una decodificación y análisis similar
a la del lenguaje; a partir de esto, Heiras abunda en torno
al carácter performativo
y las consecuencias perlocutivas de la práctica musical.
En el artículo “La categoría de encantado en la constitución de la persona en la Costa de Michoacán”, Daniel Gutiérrez Rojas
indaga en torno de la condición de persona entre los nahuas de la Costa de Michoacán; se analiza el ser músico y “encantado” en tanto categorías de
un sistema de clasificación y de
identificación en constante
adecuación y transformación que define relaciones y prácticas.
Asimismo,
dentro de
la cosmovision
nahua
de esta
región se muestra la relación causal de la virtud musical
otorgada a los músicos por seres
extrahumanos.
En el
siguiente artículo
“Sonorismo indígena
y ciclos cosmológicos
del agua en el Piedemonte Andino-Amazónico”, Javier
Alejandro
Barrientos Salinas parte de testimonios registrados en Territorio Mosetén
que evidencian la relación
entre la música y el agua (i.e. instrumentos musicales
que apaciguan tormentas; pozas y ríos que
ofrecen músicas, entre otros), para realizar
un planteamiento antropológico desde el giro ontológico que problematiza
el sonorismo indígena con la circulación cosmológica del agua. Al respecto, el autor ofrece una discusión en torno a la relevancia que ha tomado el giro ontológico en los estudios sonoro-musicales,
la etnomusicología, la antropología
auditiva y los paisajes sonorous.
El último artículo de este primer bloque corresponde a
Mario Caria y Emanuel Moreno, “Vida y muerte de los instrumentos musicales
prehispánicos de las Tierras Bajas del Noroeste Argentino”, en el cual los autores
subrayan que los estímulos sonoros han gozado de gran relevancia para los grupos
humanos, y de ahí la pertinencia para analizar un conjunto de instrumentos musicales
perteneciente al estilo Candelaria (1000 a.C.-1000 d.C.) procedentes de
diferentes colecciones arqueológicas de las tierras bajas del Noroeste Argentino.
Se analizan los aspectos técnico-funcionales
e iconográficos, y se recurre a la referencia etnográfica de las sociedades actuales
para inferir en los posibles significados asociados a dichos instrumentos musicales,
concebidos como sujetos-objetos en su vida y muerte. Los resultados obtenidos
son interpretados por los autores desde una aproximación ontológica.
En los
siguientes cinco artículos de
la revista se
pone de relieve un horizonte diverso en tópicos y andamiajes para el estudio
de las expresiones sonoro-musicales históricas
y contemporáneas, de
manera que los
textos están ordenados
buscando puntos de coincidencia más allá del interés por el estudio de las
músicas. El siguiente texto es de
Víctor Acevedo Martínez, “Aportes metodológicos para el estudio de la
música prehispánica en la obra de Thomas
Stanford”, el cual se centra en la investigación
de la música del México prehispánico y algunas de sus fuentes arqueológicas e históricas en el contexto de los aportes del etnomusicólogo. Acevedo destaca
el enfoque antropológico y etnomusicológico que Stanford empleó para sus
interpretaciones, algunas de las cuales el autor contrasta con investigaciones actuales; al respecto, refiere
las dificultades y al mismo tiempo
las posibilidades, que ofrecen
las fuentes a las
que se han ceñido los estudiosos para descifrar estas músicas.
Cabe mencionar que este artículo y otros de la presente compilación
fueron concebidos inicialmente para una antología acerca de la obra de Thomas Stanford, por lo que abordan directa
o tangencialmente los postulados del
etnomusicólogo.
Así, continuando con la tónica se encuentra el artículo “Más allá de los registros sonoros
en
campo:
Stanford
revisitado”
donde
Marina
Alonso
Bolaños incursiona en las áreas de interés del etnomusicólogo estadounidense
Thomas Stanford a través del argumento central de sus notas
inéditas, reflexiones de campo y trabajo historiográfico en tanto que constituyen claves y
genealogías para
comprender la manera
tan particular de investigar.
La autora expone algunas de sus contribuciones en lo concerniente a los aspectos metodológicos para la
investigación de campo, y los resultados de éste como base para la generación de conocimiento de carácter
etnomusicológico.
Alonso
aborda por igual, las ideas de Stanford ante planteamientos de sus
contemporáneos y algunas de las críticas que otros estudiosos han hecho acerca de su obra.
El siguiente artículo titulado“ Rutas ancestrales alrededor de la música indígena en los límites de Puebla, Guerrero y Oaxaca” de Alejandro Martínez
de la Rosa, aborda la práctica
de constructores
de instrumentos cordófonos en poblaciones mixtecas, tradición que tiene al menos un siglo de existencia.
Para comprender este proceso, el autor resalta el papel que ha tenido la región
en un marco cultural más amplio en el cual se determinan sus nexos con las
tradiciones musicales vecinas, y para determinar estas influencias
musicales propone un recorrido a través
de grabaciones de la jarana mixteca
realizadas en las últimas décadas.
Por su parte, el artículo de Rafael Ruiz “Música y baile en el Paseo
de Santa Anita, Ciudad de México” se basa en fuentes
primarias para reconstruir las diversiones públicas de los habitantes de esa
ciudad entre los siglos XVIII e inicios del XIX. A decir del autor, en las ciudades hispanoamericanas los paseos
eran parte fundamental de la vida. Dependiendo de las restricciones de cada
momento o de la permisibilidad de actividades, era común que en los paseos
se cantara, bailara y en general,
se hiciera fiesta. Ruiz abunda, asimismo, acerca de las distintas músicas e instrumentos musicales
que se tocaban en los paseos, en particular resaltan los jarabes y sones interpretados por bandolones, arpas, guitarras
y jaranas, plasmados en la pintura
de la época.
El número de la revista cierra con el artículo “De bambucos y cumbias
en México y
Colombia. Caminos de
etnomusicología” de Jorge Sebastián Galvis Parra. A través de la presencia de la cumbia y el
bambuco tanto en México como en Colombia, y su importancia en la constitución identitaria de lo colombiano, el autor problematiza el
proceso histórico de los estudios de la música a lo largo del siglo XX y explora el desarrollo de algunas investigaciones
sobre el entorno musical en ambos países desde el
cuestionamiento del ideal de músicas
nacionales como forma de
legitimación de algunos géneros musicales
en los discursos oficiales y
académicos.
Marina Alonso Bolaños
Editora invitada