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LOS JÓVENES Y LA RELIGIÓN: UN ACERCAMIENTO A PARTIR DE LA ENCUESTA NACIONAL SOBRE CREENCIAS Y

PRÁCTICAS RELIGIOSAS EN MÉXICO

 

Ariel Corpus

Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) correo electrónico: arielcorpus@gmail.com

 

RECIBIDO: 02 DE JUNIO DE 2019; ACEPTADO: 25 DE JULIO DE 2019

 

Resumen: El presente artículo aborda la religión de los jóvenes en México a partir de la Encuesta Nacional sobre Creencias y Prácticas Religiosas en México, efectuada por la Red de Investigadores del Fenómeno Religioso en México en 2016. Se propone, mediante un ejercicio de estadística descriptiva, abordar cinco aspectos: el cambio religioso, los grados de compromiso, las prácticas religiosas, las creencias trascendentales y las opiniones en torno a la relación iglesia-Estado. Estos tópicos permiten analizar el vínculo entre la población joven y su religión de pertenencia, ello en un marco de pluralidad religiosa.

Palabras claves: juventud, diversidad religiosa, creencias, edad.

 

 

YOUNG PEOPLE AND RELIGION: AN APPROACH FROM THE NATIONAL SURVEY ON RELIGIOUS BELIEFS AND PRACTICES IN MEXICO

Abstract: The article addresses the religion of young people in Mexico from the National Survey on Religious Beliefs and Practices in Mexico, conducted by the Network of Resear- chers of the Religious Phenomenon in Mexico in 2016. It is proposed, through an exercise of descriptive statistics, to address five aspects: religious change, degrees of commitment, religious practices, transcendental beliefs and opinions about the church-state relationship. These topics allow us to analyze the link between the young population and their religion of belonging, in a framework of religious plurality.

Key words: youth, religious diversity, beliefs, age.


 

A MODO DE INTRODUCCIÓN

El presente artículo tiene como objetivo analizar las formas de creer, practicar y perte- necer a una religión entre los jóvenes en México a partir de la Encuesta Nacional sobre Creencias y Prácticas Religiosas en México (ENCREER), estudio realizado por la Red de Investigadores del Fenómeno Religioso en México en 2016. Para realizar este análisis se efectuará una estadística descriptiva y se realizará una lectura de los datos desde la antropología y la sociología de la religión a efecto de comprender las formas en que el creer juvenil está teniendo lugar en el México contemporáneo caracterizado por la di- versidad religiosa.

Es desde la segunda mitad del siglo XX que se observan cambios graduales en cuanto a la adscripción religiosa de los mexicanos, lo que es notorio en un descenso del catoli- cismo religión mayoritaria— y en la conformación de un campo diverso donde par- ticipan otras minorías no católicas, e incluso no cristianas. Es a partir de a amplia literatura de corte etnográfico que se ha podido dar cuenta de este fenómeno que con- lleva no sólo a propiciar nuevos datos numéricos, sino a generar una nueva dinámica al interior de la sociedad. Por ello, el cambio religioso y la diversidad que conlleva, no se refleja sólo en la adscripción a una religión, sino también en el modo en que el sujeto creyente participa de una creencia religiosa y se adhiere a sus postulados, o bien en las repercusiones que tienen las creencias para el sujeto creyente en su vida y en las vidas ajenas. Con lo anterior, se busca decir que la diversidad implica también una variedad de matices con los cuales los individuos participan de lo sagrado.

En esta variedad de matices también existen otras variables que son importantes para entender y explicar la religión. Una de ellas es la edad. En este artículo se enfatizará en un corte etario donde se ha situado a la población joven. Es importante señalar que, si bien se reconoce que el criterio etario es tan sólo una de las características en las que puede abordarse la juventud, ello se hará con fines analíticos dado las características de la fuente que se analiza. Por ello, para este ejercicio se ha considerado establecer dos rangos de edad a modo de corte etario que posibilita la ENCREER: población de 18 a 24 años y de 25 a 34 años. Tales rangos son arbitrarios y obedecen a varios aspectos: en primer lugar, permite observar algunas características generales como grupo conjunto, y otras más como particulares de cada corte etario; en segundo lugar, ya se ha discutido mucho los rangos de edad en que empieza y termina la juventud, pero en este artículo se establece este límite porque en el rango menor la ENCREER solo retoma a la po- blación a partir de los 18 años, mientras que el rango mayor se consideró dado la pro- longación del tránsito hacia la adultez que actualmente caracteriza a los jóvenes en México.1

 

1 La encuesta puede descargarse del siguiente enlace: https://rifrem.mx/encreer/. Para los datos precisos de edad, se recurrió a la base de datos proporcionada como parte del Proyecto Reconfigura- ciones de las Identidades Religiosas en México CIESAS/CONACyT, 2017-2018, mismo que en su ventaja se efectuó con los cortes etarios.


 

En cuanto a la ENCREER, esta desglosa cinco ejes que se consideran importantes dentro de los estudios del fenómeno religioso: el cambio religioso, es decir, la adopción de un credo distinto al que fueron socializados; la identificación y los grados de com- promiso, lo que refiere los modos en que el sujeto creyente se involucra con la religión a la que pertenece; las prácticas religiosas, entendidas como los rituales o acciones im- portantes para la religión de pertenencia; las creencias trascendentales, donde entran propiamente los elementos sagrados de cada religión; y, las percepciones sobre la re- lación iglesia-Estado, en la cual se registra la opinión en torno a las fronteras entre el espacio público y privado.

Por lo dicho, en el presente artículo se describirá cómo las fuentes estadísticas han sido utilizadas para el acercamiento al mundo juvenil, posteriormente se desarrollarán los cinco puntos que conforman la ENCREER bajo el marco de las dinámicas del creer y el practicar contemporáneo, finalmente se abordaran algunas reflexiones a modo de conclusión que permitirá observar los derroteros de esta relación.

 

LOS JÓVENES EN LOS ESTUDIOS CUALITATIVOS

La edad es una variable que permite conocer el modo en que la población joven constituye su relación con lo sagrado, y también la manera en que las religiones o experiencias religiosas construyen a la(s) juventud(es) en distinción a otras etapas de la vida, particularmente del mundo adulto (Brito Lemus, 2002). En este sentido, el es- tudio sobre la relación entre la religión y los jóvenes se ha desarrollado principalmente desde las pesquisas que abordan el fenómeno religioso, y en algunos casos los estudios de las juventudes han señalado el interés por ello (Corpus, 2013).

A partir de lo anterior es que se han encontrado formas particulares del creer que sian a la experiencia juvenil no sólo como receptora de prácticas y creencias sino como generadora de las mismas, y que se observan desde su participación en la sica religiosa contemporánea hasta en la conformación de comunidades de identificación en torno a alguna adscripción juvenil, tal como diversas etnografías han podido ob- servar al dar cuenta de la incorporación de elementos religiosos a la propia cultura juvenil (Llanos, 2014).

Empero, otras líneas de trabajo han reparado en encontrar en los datos cualitativos elementos para interpretar la relación de los jóvenes con la religión. En México se puede citar el trabajo de Enrique Luengo entre jóvenes universitarios (1993). A pesar de que su estudio se concentra en la población católica, intenta comprender el proceso que experimentan los jóvenes de cualquier religión. Desde la psicología social, el tra- bajo de Josué Tinoco Amador (2009) se interesa por las formas de convivencia de los jóvenes a partir de sus imaginarios religiosos. En otro estudio, Eduardo Sota García (2010), retomó la intención de Luengo para elaborar un estudio comparativo en el


 

tiempo. Sota García utiliza el cuestionario elaborado por Luengo veinte años atrás y realiza las mismas preguntas, con otras incluidas, para ver cómo han cambiado las apreciaciones de los jóvenes universitarios sobre la religión con el paso del tiempo. En la misma ruta metodológica se inscribe la tesis de teología de Elena Luengas Dondé (2010), ubicada en el bastión católico mexicano: Guanajuato, donde la autora indaga sobre la presencia que tiene la religión católica en el sector universitario a partir de la ruta que planea Doobelaere y sus tres procesos de secularización: en cuanto laicización, cambio religioso y participación eclesial (Doobelaere, 1994).

Esta serie de proyectos cuantitativos no sólo se desarrollan en lo que respecta a la población católica, también resaltan los trabajos cuyo énfasis se ha enfocado en conocer las percepciones sobre la religión de distintos sectores generacionales. Por su carácter local estos estudios representan importantes aportes, aquellos que posibilitan compa- rar entre ellos los datos obtenidos. A lo hicieron a partir de la Encuesta de la Expe- riencia Religiosa realizada en la colonia Ajusco de la Ciudad de México y la Encuesta sobre Creencias y Prácticas Religiosas en Aguascalientes, ambos estudios publicados en el trabajo colectivo de corte cuantitativo que coteja diversas encuestas sobre religio- sidad en distintas partes del país (De la Torre, et. al. 2014). En el Occidente mexicano Juan Diego Ortíz (2012 y 2013) ha indagado por varios años las percepciones de cierta población joven sobre las creencias. En Aguascalientes no se pueden omitir los trabajos de María Eugenia Patiño quien indaga la sexualidad desde la percepción de los jóvenes (Patiño, 2015); en Guadalajara, ciudad ya mencionada, Alfredo Zepeda analiza la re- ligión como un elemento que proporciona un sentido de orden y significado a la exis- tencia de los jóvenes (Zepeda, 2015; Zepeda, 2016).

En el resto de América Latina la tendencia en usar métodos cuantitativos también se ve reflejada en diversas investigaciones que evidencian las maneras en que la po- blación joven determina sus creencias. Sobresalen los trabajos de Deysi Domínguez y María Isabel Domínguez (2001), quienes dan cuenta de las percepciones que los jóve- nes cubanos tienen sobre la religión. En esta misma apreciación se puede señalar el trabajo del chileno Javier Romero Ocampo (2010) quien ha indicado cómo la com- plejidad del mundo contemporáneo no escapa a los procesos religiosos, de modo que también se transforman con ellos. También el trabajo de Denise Dos Santos (2011) en Brasil que toma derroteros novedosos que entrecruzan diversos fenómenos sociales para explicar la participación juvenil. Su estudio tiene como base un cuestionario apli- cado a la población entre 18 y 20 años de edad que son candidatos a la milicia. En Argentina Mariela Mosqueira (2011) también se ha interesado en alguna medida por los datos estadísticos al presentar la relación entre lo religioso y lo juvenil centrándose en los datos obtenidos a partir de la Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas, levantada en 2008. Ella analiza las “texturas de las creencias y prácticas religiosas de los individuos al cruzar algunas variables como nivel educativo y lugar


 

de residencia. Esta ruta estadística ha tenido buenos resultados y suele ser usado en diversas regiones de América Latina, pues lo mismo hace un grupo de investigación encabezadas por Virgina Raquel Azcuy (2010) en Argentina. En el mismo cono sur, Chile de nueva cuenta, Javier Romero Ocampo, Reinaldo Tan Becerra e Ignacio Quinteros Arbiol (2011) han presentado una descripción de las relaciones entre valores y religión en el contexto juvenil chileno, en particular de jóvenes estudiantes univer- sitarios.

En este sentido, este análisis de la ENCREER puede sumarse a los estudios que buscan comprender el vínculo entre la religión y un sector de edad para observar el comportamiento que en esta materia tienen. Empero, si bien la Encuesta propicia un locus para indagar más en tal relación, sea como un desgaste o una reconsideración de los elementos simbólicos donde fueron socializados, no se debe quedar en ello, pues es necesario considerar que la religión coadyuva a la conformación de los sujetos so- ciales; es decir, siguiendo la tesis weberiana, la inclusión dentro de alguna creencia puede determinar en gran medida una serie de pautas y valores con las cuales el individuo se posiciona en el mundo, construye su sentido y orienta sus acciones.

 

EL CAMBIO RELIGIOSO

El cambio religioso es uno de los temas recurrentes en la literatura especializada sobre el fenómeno religioso en México. Lo anterior, se debe a que a partir de la segunda mitad del siglo XX los Censos de Población y Vivienda empezaron a dar cuenta de un descenso gradual del catolicismo y el aumento de diversos grupos no católicos (De la Torre y Zúñiga, 2007), dando con ello un doble proceso sociológico: la ruptura del monopolio católico y la fragmentación de las creencias institucionales o mayoritarias. Por lo anterior, los estudios sociales buscaron explicar tal fenómeno a partir de las causas que lo fomen- taron (Bastian, 2011). En este marco, se desarrollaron importantes teorías que explicaron el cambio de religión (Rambo 1996; Fortuny, 1999; Garma, 2000) tanto en contextos rurales e indígenas como en los propiamente urbanos.

En este sentido, la pregunta sobre la religión de los mexicanos cobra sentido en los censos poblacionales ya que las religiones se vuelven constructoras del mundo, o como diría Weber (2008), de la acción en el mundo en cuánto algunas de ellas se orientan con un fin salvífico. En la ENCREER, la pertenencia a una religión es clara: la población joven se sia en 93%. Así, la identificación con una religión no se cuestiona, sino que continúa siendo parte del modo en que la población joven se concibe en la sociedad. No obstante, justo una de las tesis en los estudios del fenómeno religioso es que hay distintos modos en que la gente pertenece a una religión, y que se observará más adelante.


 

Lo que resulta significativo dentro de la ENCREER y que merece la atención, es el porcentaje que respondió no pertenecer a una religión. Lo anterior, no tanto por el dato cuantitativo ya que éste se reduce a un 7%, sino por el cualitativo donde las respuestas mayoritarias indican: todas las religiones son falsas”, soy un libre pensador y no creo en una autoridad religiosa”. En estos casos hay una ponderación individual por encima de la institucionalidad de la creencia, resultado de los procesos arriba mencionados donde la ruptura del monopolio y fragmentación religiosa no sólo corresponden a una mayor diversidad, sino la constitución de un nuevo sujeto religioso que subraya su ex- periencia con lo sagrado por encima de lo institucional. En este pequeño rubro la po- blación joven tiene o está dentro de los porcentajes más altos de los grupos de edad con las siguientes respuestas: soy ateo” (11.6%) y soy un libre pensador (17.8%) correspon- dientes al segmento de 18 a 24; también en las respuestas en mi familia me educaron así (12.1%) y no creo en una autoridad religiosa (18.6%) entre el segmento de 25 a 35 años. Aunque pequeño estadísticamente, ello nos habla de un pequeño sector crítico y distante de la religión, lo que bien no sólo puede tener implicaciones para su adscripción, sino para el modo en que se construye la juventud.

 

 

Gráfica 1. Razones por las que no perteneces a una religión

 

 

Retomando la pregunta sobre la religión de pertenencia (Gráfica 1), dentro del segmento de 18 a 24 años el 79.2% respondió ser católico, mientras que para esta res- puesta en el segmento de 25 a 34 años es del 81.8%. No obstante, hay una fragmen- tación de diversos grupos de pertenencia minoritarios, entre los que destacan los cristianos en las edades de 18 a 24 (6.5%) y los pentecostales para el mismo grupo


 

de edad. Cabe mencionar que ambos grupos religiosos mencionados son parte del amplio espectro evangélico, y que los datos de la ENCEER siguen o reflejan la ten- dencia nacional.

Un aspecto importante de este primer eje de análisis tiene que ver con el cambio de religión, es decir, si han pasado de una religión a otra en algún momento de su vida. En ello resulta interesante observar que estos porcentajes son muy similares y cercanos en todos los grupos de edad. Empero, en aquellos que nos remite este trabajo corresponden del 8.2% para los de 18 a 24 años, y del 10.9% para los de 25 a 34 años, este último porcentaje es de los más altos de los grupos de edad. Con ello se infiere que es a partir de esta edad en que hay mayor posibilidad de cambiar de religión, lo anterior puede suscitarse dado el proceso de autonomía que se va teniendo y por ende el desapego de la religión familiar en la cual fueron socializados.

Por su parte, al observar las razones del cambio de religión entre la población joven, se tienen diversos matices. En los más significativos se encuentra que “su religión anterior ya no le satisfacía”, donde el 14.8% es para el rango de 18 a 24, y 27.1% para el de 25 a 34 años. Quienes respondieron que cambiaron dado que “su religión actual se apega a los fundamentos bíblicos en contraste con la religión que profesaban con anterioridad, es de 11.5% de 18 a 24 y de 14.4% de 25 a 35. Otra respuesta fue decid buscar la verdad por mismo, la que es del 13.9% de 18 a 24, y 19.9% en la población de 25 a 34. También se encuentra vivió una crisis, donde es importante notar que el 10.6% de las respuestas fue del rango de 18 a 24. Al ver los datos en el conjunto global, se observa que las respuestas que ponderan la búsqueda o criterio individual superan a los demás grupos etarios. A es el caso de quienes respondieron que “su religión anterior ya no les satisfacía”, “vivió una crisis”, “ninguna religión le satisface y “decidió buscar la verdad por mismo”.

 

Gráfica 2. Razones por las que cambio de religión


 

Cabe señalar que los estudios sobre el cambio religioso (Gráfica 2) han ido mo- dificándose con el tiempo, pero la mayoría de ellos han centrado su análisis en la etapa adulta de la vida, buscando en ellos factores de crisis (económicas, maritales, existenciales, laborales, etc.) que propician que las personas dejen una religión para abrazar otra. No obstante, lo que el dato sugiere es que éstos también tienen lugar dentro de la juventud, o empiezan en este tránsito. A pesar de que los sectores jóvenes ponderan elementos de mayor crítica hacia la institucionalización religiosa, destaca la respuesta “vivió una crisis”, donde el sector más joven de encuestados tiene el mayor porcentaje de respuesta, dejando una interrogante abierta para una an- tropología de las emociones y analizar así las razones a las que se atribuyen estas crisis. De igual modo, revela que hay una carencia de estudios que aborden la con- versión religiosa en jóvenes, pues no se han vuelto centro de atención dentro de esta temática.

 

IDENTIFICACIÓN Y GRADOS DE COMPROMISO

Un aporte de la ENCREER es que no lo analiza la pertenencia a una religión, cuyo porcentaje es amplio. También se cuestiona el grado de compromiso que existe entre el sujeto y la religión a la cual indica pertenecer, lo cual se puede medir u “observar con indicadores que parten de las autorrepresentaciones, es decir, en cómo el sujeto percibe su compromiso.

Esta perspectiva, parte de entender que las experiencias religiosas se conciben de modo distinto sen la perspectiva del creyente (Navarro, 1998), también, de en- tender que la pertenencia nominal no significa la inclusión en todos los aspectos de la creencia, como pueden ser las prácticas religiosas o determinados ritos que impli- can un compromiso más amplio con la religión que profesan. En los propios estu- dios de corte etnográfico puede observarse que la forma de participación al interior de la iglesia varía. Lo anterior, sostiene que en la llamada modernidad religiosa las instituciones están dejando de tener peso para la experiencia creyente, es decir, se puede seguir “creyendo” pero de un modo personal o diverso a lo planteado por la instancia reguladora del creer. En este sentido, como indica Hervieu-Leger, el creer religioso se encuentra en un momento tenso de su transmisión y cobra significados diversos para el creyente (Hervieu-Léger, 2005).

Al respecto, ante la pregunta cómo se identifica en términos religiosos, el mayor rango lo ocupa, “creyente por tradición” con 40% en la población joven. En esta respuesta, lo que se observa es que la distancia más amplia con otros grupos de edad es de 4%, es decir son muy cercanos entre sí. Sin duda, ello contrasta con la perte- nencia a una religión abordada previamente (93%). La siguiente respuesta que des- taca en términos cualitativos es, “creyente a su manera”, donde se puede ver que el


 

mayor porcentaje lo ocupa el segmento de 18 a 24 con 28.1%. En este sentido se puede entender no lo como un sentido de agencia o individualización religiosa, también que los procesos de institucionalización —o bien, el reconocimiento hacia la institución— del creer, tienen menor efectividad en la población joven. Final- mente, la respuesta “creyente por convicción”, donde en teoría están los que se en- cuentran más cercanos a su creer,2 hay un salto entre los grupos de edad analizados, pues del 17.2% en la población de 18 a 24 sube hasta el 27.2% en la de 25 a 35 años. Este dato puede indicar que en los años de tránsito hacia la adultez es que se va construyendo un tipo de compromiso diferente con la creencia de pertenencia.

 

 

Gfica 3. Identificación en términos religiosos

 

Hay dos aspectos más que se pueden subrayar en este rubro (Gráfica 3). El pri- mero es la asistencia a los servicios o actividades religiosas y el segundo es sobre la fuente de sus creencias, es decir, de dónde la obtuvieron. En cuanto a la asistencia hay distintos porcentajes, pero se subraya la existencia de una baja participación, ya que en la respuesta “casi a diario”, el segmento de población joven no rebasa el 11.1%. En cuanto a la asistencia cada semana, el 36.2% corresponde al segmento de 18 a 24, mientras que el 43.4% al de 25 a 35, los que representan los más bajos en los distintos grupos de edad. En contraste a ello, la respuesta “ocasionalmente” tiene los mayores porcentajes en el segmento joven con 33% y 28.6% en la población joven que se analiza.

 

 

2 Que no necesariamente practicante, ya que en la misma pregunta la respuesta “creyente practi- cante” no rebasa el 7% en todos los grupos de edad.


 

En este sentido (Gráfica 4), el grado de asistencia ocasional puede reflejar la poca importancia que para las personas jóvenes tiene la concepción comunitaria eclesial o la vida litúrgica, y con ello la participación en un espacio devocional donde se inculcan una serie de aspectos morales en materia de conducta y vida social. Pero no por ello hay que descartar otras fuentes de socialización religiosa que pueden ser más importantes para la población joven. En algunos estudios etnográficos se ha observado como en determinadas minorías religiosas existen socialización religiosa fuera del mismo templo o en actividades alternas menos institucionalizadas (Corpus, 2016a y 2016b), mientras que en mundo católico la baja participación en los servicios religiosos se verá compensada en otro tipo de prácticas comunitarias como se deta- llará más adelante.

 

Gfica 4. Asistencia a servicios religiosos

 

Finalmente, en cuanto a la procedencia de sus convicciones religiosas, el rango de la población joven y de todos los grupos de edad está por encima del 80%. Esto tiene un profundo significado ya que a pesar de que los individuos, en este caso los jóvenes, ponderen factores de individuación religiosa o se muestren más críticos ha- cia la institucionalización de creer y desapegados de la participación al eclesial, el núcleo familiar continúa siendo el lugar donde se socializan o transmiten los valores religiosos, reproduciendo de ese modo el creer. Esto pude aportar al cuestiona- miento de las tesis secularizadoras en las que se plantea la crisis de transmisión (Her- vieu-Léger, 2004) por la falta de interés de los padres por reproducir la creencia al interior de sus hogares. En México, lo que hay es una socialización en determinados puntos del creer, pero que no trasciende necesariamente en una práctica completa.


 

PRÁCTICAS RELIGIOSAS

Un aspecto importante de la ENCREER es que separa las prácticas religiosas de las creencias propiamente. Es importante mencionar que la razón de la mencionada di- visión obedece a las maneras en que el creyente construye su religiosidad en distancia con las instituciones del creer; es decir, que, a pesar de la certeza en un Dios absoluto y su pertenencia en una religión, puede incorporar a su propia experiencia de vida diversos modos de ejercitar su religión. De ahí, que algunos autores se refieran a ello como religiosidad a la carta pues van eligiendo los momentos en que se pueden ad- herir a determinadas prácticas sumándolas como un historial de sus expertise religioso. Hay determinadas prácticas que tienen los jóvenes en mayor o menor medida. Las  que se encuentran con porcentajes bajos son la “carga de energía”, rituales indígenas”, “yoga o meditación”, “contacto con ángel guardián”, “limpias” y “cadenas de oración”, la mayoría de estas prácticas están ligadas al new age, sobre la cual la población joven puede asociarlos a otro tipo de generaciones pasadas. Ahora bien, entre los propios segmentos jóvenes destacan tres prácticas por encima de las indicadas: las peregrina- ciones a santuarios cuyo porcentaje está entre el 47.3% y 46%; las lecturas y estudio bíblico con 45.9% y 51%; y, la recepción del Espíritu Santo y sus dones con 28.2% y

28.6%, estas en los grupos de edad de 18 a 24 y de 25 a 34 a respectivamente.

 

 

Gfica 5. Prácticas religiosas

 

A partir de estos datos se puede problematizar, ya que se trata de prácticas distintitas de dos grupos religiosos (Gráfica 5). Por un lado, las peregrinaciones están situadas en el catolicismo y dentro de la religiosidad popular (Garma y Shadow, 1994). Si bien aquí se posibilita la socialización entre pares, también hay que destacar que las peregrinaciones


 

se llevan a cabo en marcos comunitarios más amplios: con la familia, con los vecinos, con los amigos, con el barrio, y en este sentido no está ligado con necesidad a la instancia religiosa. Por su parte, tanto la recepción del Espíritu Santo y sus dones como las lecturas y estudio bíblico son muy cercanas a las comunidades evangélicas de corte pentecostal, aunque también en menor medida dentro del catolicismo con los grupos carismáticos. Lo importante a resaltar, es que estás prácticas están mediadas por un actor religioso institucional, sea como el propiciador de la experiencia en la recepción del Espíritu Santo o bien como la propia comunidad eclesial en la lectura bíblica (Garma, 2004). En ello se encuentra un contraste importante que se deberá de analizar en otro tipo de trabajos.

 

CREENCIAS TRASCENDENTALES

Las creencias es otra parte fundamental de la ENCREER. Tan sólo hay dos creencias que mantienen rangos similares en todos los grupos de edad: Dios y el Diablo. El pri- mero con mayor aceptación pues se encuentra arriba del 90%, y el segundo entre un rango de 50.6% al 58.3%. Es interesante observar el modo en que dentro del imaginario subyace una valoración positiva hacia Dios, y negativa hacia el Diablo; es decir, aunque ambos son parte de la religión judeocristiana hay una mayor creencia en los aspectos que representan dentro de esta tradición el bien, la bondad y la nobleza entre otros elementos, mientras que hay una desacreditación hacia la antítesis de estos elementos.

No obstante, hay otras creencias que tienen porcentajes mayores o menores. En los segmentos de población joven la “vida eterna corresponde al 65.9% de 18 a 24 y 71.7% de 25 a 34. En el mismo rubro está la creencia en el poder el Espíritu Santo que parte del 80.7% en el segmento de 18 a 24 y sube a 85.8% en el de 25 a 34. La creencia en la Biblia también tiene esta gica, pues del 72.4% y 74.3% en los grupos respectivos que abordados. La Virgen de Guadalupe también se sia en esta lectura, entre el 75.5% y el 77.5%. Como se observa, son rangos altos.

En caso contrario las representan aquellas tales como la reencarnación, los fantas- mas y los extraterrestres, donde esta población tiene los porcentajes más bajos de todos los grupos etarios. En cuanto a la reencarnación, se tiene 59.2% en los jóvenes de 18 a 24 años y 52.5% en la población de 25 a 35 años; en lo que respecta a los fantasmas, el segmento de 18 a 24 es de 33.9% mientras que el de 25 a 35 es de 29.3%; finalmente, el contacto con extraterrestres en ambos grupos está por debajo del 20%.

En este análisis de las creencias (Gráfica 6) se mantienen elementos centrales de las instituciones, es decir, no hay una ruptura del universo simbólico que propicia la so- cialización religiosa. Tampoco apertura hacia otro tipo de posibilidades de creer fuera de tales normativas. En este sentido las creencias que tienen mayor apego institucional son más altas que las que no, lo anterior puede ser resultado de los imaginarios ya socializados y no tanto por la participación eclesial, que como se notó es baja en esta población.


 

 

Gfica 6. Creencias trascendentales

 

No obstante, resulta paradójico que las creencias que tienen el porcentaje más bajo entre los jóvenes, corresponden a los más altos en todos los grupos de edad, es decir, que son más proclives que otros grupos de edad a este tipo de creencias. En cambio, las creencias que tienen los mayores porcentajes entre la población joven representan las más bajas de todos los grupos etarios.

 

Gfica 7. Creencias religiosas


 

A partir de esta doble lectura (Gráfica 7), considerando las dos últimas gráficas, se puede decir que, en perspectiva de todos los grupos de edad, los jóvenes se mues- tran más lejanos al tipo de creencias institucionalizadas. Sin embargo, como se ha señalado el hecho de creer en un ser supremo no indica el respeto de todos sus designios al pie de la letra, o una mayor participación en la comunidad que le rinde pleitesía. Ello trae consigo otra paradoja.

 

Gráfica 8. A qué le atribuyen el éxito o fracaso en la vida

 

La Gráfica 8 es importante y reveladora, ya que se dentro de este mismo rubro también se interroga sobre aquello en lo que se considera está asociada la estabi- lidad, éxito o fracaso en la vida. En esta parte se observa una doble paradoja con relación a la creencia en Dios, que como se señaló neas arriba alcanzó más del 90%. La primera tiene que ver con que la respuesta “a la voluntad de Dios” tiene un porcentaje bajo en los segmentos jóvenes, de 26% en esta población. En cambio, la respuesta “al esfuerzo personal” ocupa no sólo el mayor porcentaje en los gru- pos de edad (50.6%), sino que es el casi el doble de la anterior respuesta. En este sentido, creer en Dios es parte de la subjetividad juvenil, pero que él tenga infe- rencia en el desarrollo de su vida y bienestar, está muy lejos de ser una realidad.

 

PERCEPCIONES SOBRE ESTADO-IGLESIA, RELIGIÓN Y ESFERA PÚBLICA

En esta última parte de la ENCREER se detalla la relación de los grupos de edad con respecto a los temas que tienen que ver con la percepción sobre la laicidad y


 

los procesos de secularización, que no necesariamente significan lo mismo ni mar- chan por el mismo camino (Garma, 2012). En otros estudios, este tipo de aspectos permite “medir el nivel de aceptación que se tiene sobre grupos minoritarios o situaciones en las cuales estarían viviendo.

Para la ENCREER, resulta indispensable observar los comportamientos de- bido a una “derechización” de posturas contra las minorías sexuales, así como un proceso de regresión de derechos obtenidos para tales grupos, mismos que no sólo se han observado en coyunturas recientes como la irrupción del FNF (Garma, Ramírez y Corpus, 2018), sino también en la política partidista y las iglesias en sus diversas corrientes.

En este sentido, la ENCREER indica que en muchos de los casos las respues- tas de los jóvenes dejan ver en algunas respuestas un segmento abierto a la tolerancia, y que comparten con distintos grupos de edad. Por ejemplo, al pre- guntar si todos los miembros de cualquier religión deben tener los mismos de- rechos, este porcentaje está arriba del 90%; o bien, al interrogar si las religiones pueden participar abiertamente en la política electoral, cerca del 80% está en contra de ello. En el mismo sentido la negativa cobra visibilidad cuando se pre- gunta si los candidatos a elección popular pueden usar símbolos religiosos, el porcentaje contra ello es casi del 90%. En estos temas los segmentos analizados son muy claros en sus posturas, acercándose así más a una postura donde la religión no debe vincularse con el quehacer partidista, es decir, en una separa- ción de esferas producto de la laicidad.

No obstante, también existen temas en los cuales los jóvenes están divididos, o bien donde tienen una clara postura conservadora. Por ejemplo, ante la pre- gunta si están de acuerdo en que se impartan contenidos o valores religiosos en la escuela pública, el segmento de 18 a 24 que contestó afirmativamente es del 52.6%, y aumenta en el grupo de 25 a 34 con 59.4%.3 Sin embargo, aquí hay una paradoja, ya que cuando se cuestiona si están de acuerdo con la enseñanza sobre sexualidad en la escuela pública, la población joven tiene un porcentaje alto cercano al 80%. Por ello se trata de un tema que divide la opinión de esta población.

Esta paradoja puede leerse (Gráfica 9), por un lado, de un proceso de secula- rización en lo relativo a la sexualidad donde hay un reconocimiento en torno al ejercicio de derechos sexuales y reproductivos en las edades más jóvenes (del pri- mer segmento) y que después se torna más restrictivo en edades adultas.

 

 

 

 

3 Cabe señalar que es el grupo de edad que tiene la respuesta más baja de la ENCREER, ya que los porcentajes de los siguientes grupos de edad van aumentando progresivamente.


 

 

Gráfica 9. A favor de los contenidos religiosos en la escuela blica

 

 

Gráfica 10. A favor del matrimonio y adopción de parejas del mismo sexo

 

Dentro de los temas más significativos donde se pueden encontrar algunos con- trastes son en el matrimonio igualitario y la interrupción legal del embarazo. Cabe señalar que representan posturas que en los últimos años han sido motivo de pola- rización social, situación que se refleja en este grupo de edad, pues en lo que respecta al matrimonio entre personas del mismo sexo, la mitad de la población joven de 18 a 24 años está a favor, se infiere que el resto en contra. En el otro segmento anali- zado, se encuentra que este porcentaje baja, pues lo el 38.2% está de acuerdo.


 

n más, en cuando se plantea si estas parejas pueden ampliar sus derechos hacia la adopción, ello disminuye casi 10 puntos en ambos grupos: 40.5% en el de 18 a 24, y 30.8% en el de 25 a 34. De lo anterior, no debe sorprender que la población joven tenga algún tipo de apertura en determinados aspectos que confieren a su sexuali- dad, pero cuando se trata de aceptar la otredad, esto disminuya considerablemente. En este sentido, la edad es una determinante en la apertura o no con la tolerancia (Gráfica 10). Lo que habrá que observar es si la tendencia seguirá en la medida de que los jóvenes vayan cumpliendo sus trayectos de vida, o bien se genera una rup- tura hacia la secularización. Lo que el dato cuantitativo por mismo indica es que actualmente las posturas más conservadoras se encuentran en los grupos de edad

mayor.

 

 

A MODO DE CONCLUSIÓN

A partir de lo visto y analizado en el presente artículo, es que se pueden observar algunos elementos para entender la relación entre la población joven y la religión. Como se indicó en la introducción, la ENCREER se compone de cinco tópicos ge- nerales que guiaron las preguntas. Mediante un ejercicio de estadística descriptiva y una lectura antropológica y sociológica es que se pueden considerar los elementos de reflexión siguiente, siempre dejando la puerta hacia otras lecturas.

En el aspecto del cambio religioso, como se indicó, se ha abordar la conversión religiosa en la población adulta. Pero se ha omitido trabajar la conversión en pobla- ción joven. Lo anterior puede ser debido al sesgo adultocéntrico. No obstante, lo que señala la ENCREER es que en este tránsito se experimenta el cambio de una religión a otra, y se subraya que los motivos son las crisis en la vida, o bien aquellos elementos donde se pondera la squeda individual, ante lo cual se abren nuevas interrogantes para su indagación.

En cuanto a su modo de pertenecer, es interesante notar que la población joven está menos identificada con la religión a la que indican pertenecer, es decir se sitúan en mayor medida en la tradición. Se es parte de una religión porque en ella les tocó nacer y ser socializados. Esto también puede indicar que el reconocimiento hacia la institución tiene menor efectividad en la población joven que en otros grupos de edad. Lo anterior se ve reflejado en cuanto a lo que puede denominarse la vida litúrgica o participación al interior de su grupo religioso, donde su asistencia suele ser esporádica. Pese a ello, la ENCREER también hizo ver que es el núcleo familiar donde se transmiten los valores religiosos, cuestionando así las tesis secularizadoras donde los padres o abuelos ya no tienen influencia sobre la religión de los hijos o nietos respectivamente.


 

De alguna manera, esta socialización primaria permite comprender las distintas paradojas que surgen del análisis de la Encuesta. Una de ellas es que la población joven tiene un amplio porcentaje en cuanto a las creencias trascendentales. No se ponen en duda. Empero, su poca participación y valor que le asignan en otra varia- ble sugiere que estas creencias son parte de un imaginario ya socializado, no tanto por su interés o participación eclesial la cual es baja en su porcentaje.

De igual modo, lo dicho con anterioridad puede sostener una tesis de fuerte socialización religiosa mediante el núcleo familiar, que se refleja en por lo menos dos aspectos. Uno refiere a las certezas sobre lo sagrado, pero con una postura se- cularizada en cuanto a su ubicación en el mundo. Ello se sugiere a partir del con- traste entre un alto porcentaje que afirma una serie de creencias (Dios, por ejemplo), pero la poca valoración que estas creencias tienen en la vida diaria, en su éxito o fracaso. El segundo aspecto se observa en los valores morales que conserva la po- blación joven, siempre pensada como la más tolerante. La ENCREER permite ver que no es así. Hay un amplio conservadurismo en algunas materias, sobre todo en aquellas que remiten a la diversidad sexual. En este sentido no por ser jóvenes son más tolerantes, tiene sus límites.

Finalmente, los análisis que puedan desprenderse de la Encuesta en un futuro aportaran más elementos. El cruce de variables se vuelve necesario para observar los distintos matices. Comparar la edad, incluir el género o la religión serán tareas indispensables para aprovechar este recurso.

 

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Antropología Americana                                             Vol. 4 Núm. 7 ( 2019) , pp. 119-139

ISSN ( impresa) : 2521-7607                                                     ISSN ( en línea) : 2521-7615

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Danzantes, Templo de Santo Domingo de Guzmán, Oaxaca, México. Fotografía: Álvaro Bello Madonado