LAS mujeres Bribri DE Stribrawpa, costa rica: empoderamiento por medio del turismo comunitario

Ernest Cañada

Alba Sud, Centro de Investigación Independiente, Barcelona.
Campus de Turismo, Hotelería y Gastronomía,
Universidad de Barcelona, CETT-UB, España
correo electrónico:
ernest@albasud.org

Recibido el 15 de octubre de 2019; aceptado el 06 de enero de 2020

Resumen: Este artículo describe la experiencia de un grupo de mujeres indígenas Bribri de Costa Rica en una iniciativa turística comunitaria, Stribrawpa, que dio lugar a una clara dinámica de empoderamiento y transformación de las relaciones de género en su comunidad. El estudio se realizó a partir de trabajo etnográfico a través de tres visitas de campo en 2013, 2014 y 2018, y por medio de entrevistas en profundidad y grupos de discusión. Con este caso se espera contribuir a enriquecer el debate teórico sobre las posibilidades de transformación de las relaciones de género por medio del turismo comunitario y cuáles serían sus principales factores explicativos.

Palabras clave: Costa Rica, empoderamiento, pueblo Bribri, relaciones de género, turismo comunitario.

THE BRIBRI WOMEN OF STRIBRAWPA, COSTA RICA: FEMAle
empowerment through community-based tourism


Abstract: This article describes the experience of a group of Bribri indigenous women from Costa Rica in a community-based tourism initiative, Stribrawpa, which resulted in a clear dynamic of empowerment and transformation of gender relations in their community. The study was conducted from ethnographic work through three field visits in 2013, 2014 and 2018, and through in-depth interviews and focus groups. It is expected to contribute to enrich the theoretical debate on the possibilities of transformation of gender relations through community tourism and under what would be its main explanatory factors.

Key words: Costa Rica, empowerment, Bribri people, gender relations, community-based tourism.

Introducción

Stribrawpa es una asociación liderada por mujeres Bribri, aunque en ella también participan hombres, ubicada a orillas del río Yorkin, en Costa Rica, muy cerca de Panamá. Stribrawpa se ha convertido en una de las experiencias de turismo comunitario más reconocidas y valoradas de Costa Rica. El turismo comunitario es entendido como un modo de gestión basado en el control colectivo por parte de la población local sobre el conjunto de la actividad (Cañada, 2013, 2014) o como la participación local colectiva en el desarrollo, gestión y repartición de beneficios del turismo, asentada en la propiedad y control de la propia actividad, e integrada en la economía local (Ruíz-Ballesteros, 2017; Ruiz-Ballesteros et al., 2008).

     Esta experiencia es también un referente de las posibilidades de empoderamiento de las mujeres vinculadas al turismo comunitario y de transformación de las relaciones de género en su comunidad. Siguiendo a Sarah Mosedale se entiende por empoderamiento a “el proceso por el cual las mujeres redefinen y amplían lo que es posible para ellas desear, hacer y ser, en situaciones donde ellas habían tenido restricciones, en comparación con los hombres, para ser y hacer lo que deseaban” (Murguialday, 2015: 54).

     Sin embargo, sabemos bien, gracias a la literatura disponible, que la asociación entre turismo comunitario y cambios en las relaciones de desigualdad entre hombres y mujeres no es siempre es clara ni opera en una misma dirección. Por eso en este artículo tratamos de describir esta experiencia y develar algunas de las claves que nos puedan ayudar a entender bajo qué condiciones el turismo comunitario podría favorecer transformaciones de género en un sentido más equitativo.

Estado de la cuestión

La discusión en el ámbito de las ciencias sociales sobre qué efectos ha tenido el turismo comunitario en las relaciones de género, y en particular sobre la medida en que ha podido favorecer el empoderamiento de las mujeres involucradas, no se ha traducido en un consenso claro. A grandes rasgos, sobresalen tres perspectivas en esta discusión.

 

·     Visión optimista. Una primera interpretación destaca los aspectos positivos que han tenido para las mujeres la introducción del turismo en contextos rurales bajo gestión comunitaria. En una revisión de la literatura realizada por Pérez-Galán y Fuller (2015) sobre los impactos de género del turismo en zonas rurales, sin diferenciar estrictamente iniciativas de gestión comunitaria, entre los aspectos positivos identificados se señalan los siguientes: generación de oportunidades de empleo; incremento de la autonomía financiera; establecimiento de contactos con el mundo exterior; adquisición de nuevas habilidades; construcción de redes de apoyo; mejora de la valoración social del trabajo realizado por las mujeres; desarrollo de un papel más activo y reconocido en el ámbito público; favorecer los procesos de empoderamiento. En investigaciones centradas propiamente en el análisis de las relaciones de género en experiencias de turismo comunitario se ha destacado el hecho de haber facilitado dinámicas que han contribuido a transformar los roles de género (Acharya y Halpenny, 2013; Tran y Walter, 2014). Diversos trabajos consideran que este tipo de desarrollo turístico ha sido propicio para que se produjeran procesos de empoderamiento de las mujeres que participan en ellos (Movono y Dahles, 2017; García, 2015, 2017; Moswete y Lacey, 2015) o se ha remarcado la capacidad del turismo comunitario de generar nuevos escenarios de cambio gradual en las relaciones de género, más que transformaciones drásticas e inmediatas (Boonabaana, 2014).

·     Visión técnica correctiva. Otra línea de interpretación es la que resalta los aspectos positivos potenciales del turismo comunitario para las mujeres, pero subraya también la necesidad de incluir una perspectiva de género en la planificación y acompañamiento técnico para alcanzar cambios significativos, en coincidencia con lo planteado en otros estudios referidos a procesos de planificación turística más amplios (Swain,1995). En este caso se podría considerar que los cambios pueden ocurrir, pero para ello se requiere de una intervención técnica que contribuya a que se materialicen, corrigiendo la reproducción de dinámicas de desigualdad predominantes. Diferentes investigadoras han resaltado la necesidad, importancia y potencialidad de un acompañamiento técnico con perspectiva de género en el desarrollo de las iniciativas de turismo comunitario para transformar en un sentido más equitativo las relaciones entre hombres y mujeres (Araujo, 2016; Duffy et al., 2012; Forsac-Tata, 2016; Moreno, 2018a), o que tome en cuenta tanto el género como la etnia para garantizar una mayor equidad en la distribución de los beneficios del turismo (Phommavong, 2012). De este modo, en los procesos de planificación y acompañamiento técnico se deben valorar las desigualdades por razones de género para garantizar que las decisiones sobre el desarrollo reflejen los intereses de los diversos grupos y miembros de la comunidad, incluyendo a mujeres y hombres (Scheyvens, 2000). Asimismo, se asume que el machismo está presente en las comunidades y que actúa como un obstáculo e inhibidor de la participación y empoderamiento de las mujeres y que, por tanto, hay que actuar sobre él. Esto incluye aspectos como la violencia de género, que puede recrudecerse por el temor de ciertos hombres a los cambios generados en las mujeres a causa de la dinámica turística impulsada (Duffy et al., 2012).

Igualmente se entiende que para que el turismo comunitario pueda generar cambios en términos económicos, en los medios de vida, en la conservación ambiental o en la preservación cultural, los procesos de planificación deben incluir la variable género. Factores como la división sexual del trabajo, las relaciones de género y el acceso diferencial y el control sobre los recursos ambientales, culturales y medios de vida, deben ser introducidos en el análisis de los procesos de acompañamiento para poder valorar si los cambios introducidos a través de turismo benefician o perjudican a las mujeres (Walter, 2011). Pero más allá de la necesidad de incorporar la perspectiva de género en el diseño y planificación de los proyectos de turismo comunitario, también se argumenta que es imprescindible que este enfoque esté también presente en las políticas regionales y nacionales de turismo, si no se quieren perpetuar las desigualdades entre hombres y mujeres. Y, es más, para empoderar a las mujeres involucradas en proyectos de turismo comunitario, considera que es necesario concientizarlas sobre las desigualdades de género y hacerles entender su derecho a expresar su voz. Para ello se requiere formación y capacitación para provocar un cambio de mentalidad y desarrollar capacidades que les permitan ser mas participativas a nivel comunitario (Forsac-Tata, 2016).

·     Visión pesimista. Finalmente, sobresale otra corriente de interpretación que ha enfatizado cómo la participación de las mujeres en el turismo comunitario ha reproducido las estructuras de desigualdad existentes o, incluso, ha empeorado su situación (Fuller, 2013). Esta concepción se fundamenta en diferentes aspectos. En primer lugar, se remarca que, al analizar el empleo generado desde una perspectiva de género, queda en evidencia que la participación laboral de las mujeres está centrada en tareas que pueden ser consideradas una extensión del trabajo doméstico y de cuidados, como la prestación de servicios de alojamiento y manutención al turista o la elaboración y venta de artesanías (Pérez y Fuller, 2015). Mientras tanto los hombres suelen ocupar puestos mejor valorados y fuera del hogar (Duffy, 2012). De este modo, los negocios familiares de alojamiento reproducen los roles de género tradicionales, por lo que la percepción de que el turismo podría ser una herramienta que ayuda a las mujeres a liberarse de los roles tradicionales no necesariamente tiene porqué ser así (Bensemann y Hall, 2010). También se argumenta que, aunque estos trabajos aportan una diversificación en la fuente de ingresos, en la medida que no se ha modificado la división tradicional de tareas por género ni el control masculino de los recursos obtenidos, el turismo ha supuesto una intensificación de la jornada laboral de las mujeres (Pérez y Fuller, 2015; Rodríguez y Acevedo, 2015). Este aspecto es también reconocido en otros estudios que tienen una visión positiva de los efectos que puede tener el turismo comunitario en las mujeres (García, 2017; Tran, 2014). Por otra parte, también se ha cuestionado que el incremento de ingresos no necesariamente se traduce en una mejora de la situación de las mujeres si la capacidad de decisión sobre qué hacer con ellos se mantiene en manos de los hombres cabezas de familia (Tucker y Boomabaana, 2012). Aunque las mujeres puedan disponer de recursos propios y, por tanto, una mayor autonomía, su posición de subordinación no es resultado únicamente de una dependencia económica, si no que en ella interviene también un sistema ideológico que construye normas y costumbres profundamente arraigadas (González e Izcara, 2019).

También se ha cuestionado que el acompañamiento técnico en los procesos de puesta en marcha y apoyo de las iniciativas de turismo comunitario, puede haber contribuido a reproducir las desigualdades de género. En la medida que se ignora la perspectiva de género se naturaliza la desigualdad existente entre hombres y mujeres en las comunidades. Así, más que una mayor participación en las actividades turísticas lo que correspondería sería un acceso más equitativo de hombres y mujeres a la propiedad, la tecnología, la información, el conocimiento y la gestión. Ignorar las desigualdades de género provoca, por ejemplo, que los procesos de capacitación técnica encasillen a las mujeres en roles tradicionales y reproduzcan la situación existente: hombres formándose como guías o intérpretes y mujeres en la alimentación, la higiene o la elaboración de artesanías tradicionales (Pérez y Fuller, 2015). Al mismo tiempo, también se han cuestionado las dinámicas de participación de las mujeres en las políticas y proyectos de desarrollo local que tienden a reproducir estereotipos que naturalizan las desigualdades de género (Anderson, 2011).

Por otra parte, también se han denunciado las políticas de desarrollo que a través de la promoción del turismo comunitario han perpetuado las inequidades de género. Enfoques como el “pro-poor tourism”, orientados fundamentalmente a aumentar ingresos de las comunidades pobres, y en particular de las mujeres, y que hegemonizaron durante años las políticas de la cooperación internacional, al no tener en cuenta las desigualdades de género lo que han hecho es reproducirlas y acentuarlas. Por ello se considera imprescindible que las políticas de desarrollo en entornos rurales traten de revertir los mecanismos socioculturales, políticos e institucionales que limitan el acceso de las mujeres a los recursos y espacios de toma de decisión (Pérez-Galán y Fuller, 2015).

 

     Más allá de estas visiones contradictorias, algunas investigaciones apuntan también la necesidad de valorar en términos contradictorios y más matizados los cambios en las relaciones de género que pueden llegar a producirse. Regina Scheyvens (2007) establece, a partir de la revisión de diversos estudios de caso, que el ecoturismo comunitario, como es denominado en su artículo, podría tener efectos de empoderamiento de las mujeres, pero también de desempoderamiento. A través de la participación activa de las mujeres en la actividad turística pueden darse cambios en los roles y relaciones de género, que pueden traducirse en el desafío de los estereotipos y roles de género tradicionales, el aumento del respeto de la comunidad hacia las mujeres o el impulso a que los hombres asuman roles no tradicionales dentro del hogar, mientras sus esposas participan del trabajo comunitario. Pero también pueden detectarse efectos de desempoderamiento cuando las mujeres son excluidas de ciertos empleos; en la medida que no disponen de la misma libertad que los hombres para dedicarse a ciertas actividades (como el guiado turístico); o si en los proyectos de desarrollo social apoyados por los ingresos del ecoturismo se invierte de manera desigual en beneficio de las actividades masculinas. El desempoderamiento mayor de las mujeres en este tipo de iniciativas, según se argumenta, es su falta de control sobre el desarrollo del ecoturismo comunitario. Debido a esta contradicción en los resultados se defiende la necesidad de una planificación que tenga en cuenta un enfoque de género (Scheyvens, 2007). Diversos estudios de caso ahondan en esta dirección en diferentes contextos: la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas, México (Díaz-Carrión, 2010); Huatulco, México, (Fernández y Martínez, 2010; Mendoza y Chapulín, 2015); o la Red Pachaq Paqaneq en Perú, (Pérez-Galán y Fuller, 2015).

     Por nuestra parte, hemos propuesto, a partir del análisis de distintas experiencias en Centroamérica, un acercamiento más matizado a los posibles cambios en las relaciones de genero a partir de la consideración de diferentes modelos organizativos de gestión comunitaria (Cañada, 2019). En este sentido, si bien el turismo comunitario no es promovido en la mayoría de casos como una forma de transformar las relaciones de género, si no como una respuesta a situaciones en las que se ha agudizado la crisis rural, su desarrollo da lugar a nuevos escenarios en los que estos cambios son posibles, tal vez más que con otras opciones productivas. La intensidad y profundidad de los cambios en las relaciones entre hombres y mujeres se ve influenciada en gran medida por las formas organizativas y de gestión adoptadas por estas iniciativas. Así, se identifican tres posibles modelos a partir de las experiencias tomadas en cuenta.

     Un primer modelo, basado en estructuras de gestión colectivas centralizadas, vinculadas a cooperativas agropecuarias en las que los hombres mantienen un fuerte control del conjunto de actividades de la iniciativa, que da lugar a bajos niveles de transformación en las relaciones de género. Este tipo de experiencias generan empleo no tradicional remunerado en las comunidades que puede ser asumido por algunas mujeres, pero los cambios en las estructuras familiares y cooperativas mantienen dinámicas de desigualdad tradicionales, a no ser que haya un esfuerzo expreso por incidir en ellas. Un segundo modelo se desarrolla en aquellos casos en los que la unidad básica de atención y servicio al turismo se da en el ámbito familiar. Aquí puede producirse un mayor nivel de transformación en la medida que las mujeres son quienes asumen el protagonismo de la atención y también son quienes gestionan los ingresos generados por esta actividad. Bajo este modelo, igual que en el anterior, puede acentuarse la carga de trabajo de las mujeres por cuanto la redistribución de tareas domésticas y de cuidados entre mujeres y hombres no se ha producido o es muy limitada. Sin embargo, en este caso también se acentúa la autonomía de las mujeres y parecen producirse mayores cambios a nivel personal, en algunos hogares y también en la esfera pública. Finalmente, también existe un tercer modelo, en casos en los que las mujeres son las que han dirigido el proceso de introducción del turismo o rápidamente han asumido el protagonismo en su dirección. Bajo este esquema, las transformaciones en las relaciones de género y en los procesos de empoderamiento de las mujeres son mucho mayores que en los otros dos, así como los cambios en sus hogares y comunidades en un sentido más equitativo. Además, este proceso de empoderamiento se traduce también en un mayor nivel de responsabilidad de algunas de estas mujeres en otros espacios de toma de decisión tanto de sus comunidades como más allá. Stribrawpa, que constituye el objeto de este artículo, entraría claramente en este tercer modelo.

Objetivos y metodología

Este artículo tiene como objetivo describir la experiencia de un grupo de mujeres indígenas Bribri de Costa Rica en la puesta en marcha de una iniciativa turística comunitaria, Stribrawpa, en la que tuvieron que hacer frente a la oposición inicial de la mayoría de hombres de su comunidad, y que ha llegado a ser una de las iniciativas más reconocidas en la oferta turística comunitaria de Costa Rica. Este estudio de caso pretende también enriquecer el debate teórico sobre las transformaciones de género que puede provocar la introducción del turismo bajo formas de gestión comunitarias con un ejemplo de cómo, cuando este tipo de iniciativas de gestión colectiva es liderado por mujeres, con una clara voluntad de empoderamiento, las transformaciones en las relaciones de género pueden ser especialmente profundas. 

     Para el desarrollo de esta investigación se llevaron a cabo tres visitas de trabajo de campo a la comunidad de Yorkín en febrero de 2014, mayo de 2015 y agosto de 2018. Durante estas estancias se realizó trabajo etnográfico y se elaboró un diario de campo en el que fueron anotadas observaciones de la cotidianidad de la comunidad y de la iniciativa turística, así como conversaciones informales. También se entrevistó formalmente a 23 personas: 13 hombres y 10 mujeres, en su mayoría integradas en Stribrawpa. En cada una de las visitas se entrevistó al mismo grupo de mujeres dirigentes, de tal modo que pudo registrarse su visión sobre la evolución de la experiencia. Las entrevistadas fueron de carácter semi-estructurado, con un cuestionario básico y preguntas abiertas que permitieran reconstruir la historia de la iniciativa, su forma de organización y la valoración de los cambios producidos a distintos niveles. En dos ocasiones, mayo de 2015 y agosto de 2018, se realizaron grupos de discusión exclusivamente con mujeres socias de la asociación, en el primer caso seis y en el segundo ocho.

Resultados

Orígenes y razones de la iniciativa turística

La comunidad en la que se encuentra Stribrawpa se llama Yorkín y está constituida por poco más de doscientas personas. El pueblo Bribri está organizado por clanes familiares, y es de la mujer de quien se hereda la vinculación al clan, en un sistema de relaciones matrilineales característico de la cultura Bribri (Ruiz el al., 2019). En los años 70 esta comunidad se vio afectada por una fuerte plaga del hongo de la monilia que arruinó la producción de cacao. Aunque también cultivaban arroz, frijoles, maíz y diversos tubérculos para el autoconsumo, y bananos que vendían cada quince días, éste era su principal fuente de ingresos.

Antes sacaban su cacao para comprar lo necesario. El arroz, frijoles y el maíz ellos lo producían. Pero más que todo, con el cacao comprábamos aceite, sal, candelas, fósforos, ropa, zapatos, eso era lo que comprábamos. Pero después de la amonilia fue la dificultad, porque ya la gente no tenía para comprar. De ese tiempo para allá empezó a faltar dinero, entonces la gente emigró a las bananeras de La Chiquita en Cahuita, en Sixaola. La mayoría de los jóvenes, de 19, 20 años, se fueron a trabajar allá (BM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Bueno en ese tiempo se subsistía de dos formas, más que todo de lo que generaba el cacao, de la venta del cacao, y lo otro era también de lo poco que generaba la venta del banano. Y apenas vino la enfermedad eso fue un desastre. Eso fue rápido, porque esa enfermedad se proliferó rápido (PP01, socio de Stribrawpa, comunicación personal).

     En consecuencia, muchos hombres tuvieron que dejar la comunidad e ir a trabajar a plantaciones bananeras. Esto tuvo un fuerte impacto en la vida de la comunidad, porque además de la separación familiar, el alcoholismo y la desatención a las familias se convirtieron en problemas comunes. Además, el uso intensivo de fertilizantes y plaguicidas químicos en las plantaciones les provocó diversos tipos de cáncer y problemas de esterilidad.

Yo trabajé fumigando banano, trabajé varios meses y después regresé. Regresé porque el veneno me hacía efecto ya. Sentía quemazón de la piel. Lo que uno va fumigando la brisa le pega en la cara, en el cuerpo y también en la vista. Entonces tuve que dejar eso (JB02, socio de Stribrawpa, comunicación personal).

Estuve como ocho años y luego volví. Se ganaba algo, le quedaba algo de dinero en los fines de mes, pero había que estar esclavizado trabajando hasta parte de la noche. Por eso fue que dejé de trabajar ahí y porque había muchos químicos, y ya me sentía cansado de cintura, tanto estar trabajando con un cuchillo en curvo, entonces ya sentía dolor. Yo pedía rotación de trabajo y no me daban, por el rendimiento en práctica que uno ya tiene, entonces me cansé y decidí venirme otra vez (AP02, socio de Stribrawpa, comunicación personal).

Algunos que se fueron corrieron la suerte de ser afectados por los efectos secundarios que dan los químicos, y algunos quedaron estériles, porque había sustancias que fumigaban que eran toxicas. Algunos murieron de eso, no les sirvió de nada ir a ganar un poco más afuera, porque perdieron la vida (PP01, socio de Stribrawpa, comunicación personal).

Salían los hombres, unos se enfermaban, otros la tomaban en vicios, en guaro, y no traían nada para la casa, y la familia esperando, y cuando llegaban, llegaban sin nada (PM02, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

     En este contexto, un grupo de mujeres de la comunidad, preocupadas por la falta de alternativas económicas tras la caída del cacao, tuvo la idea de elaborar y vender artesanías en lugares turísticos.

Yo miraba que era necesario cambiar esa vida que llevábamos. Los hombres allá rápidamente se enfermaban de los químicos, de los pesticidas que echaban. No podían tener hijos y morían jóvenes, de 50 años ya estaban muriendo, y si se enfermaban lo único que les decían era: ya está enfermo, váyase para su casa. Entonces se nos ocurrió organizarnos, porque estábamos individuales, cada uno en su casa. Entonces empezamos a organizarnos como mujeres, empezamos tres mujeres. Creo que fue en el año 91, porque yo tenía 21 años. Empezamos nosotras solas las mujeres, no teníamos apoyo de los hombres, no teníamos apoyo de los más mayores. Entonces estaba difícil organizarnos, no sabíamos dónde buscar apoyo, dónde buscar ayuda. Según nosotras, la forma de mejorar las condiciones de la familia era haciendo artesanías de madera y de semillas. Nada más que no sabíamos hacer muchas artesanías porque la cultura se había perdido (BM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

     La iniciativa no fue bien vista por algunos hombres, a quienes no parecía correcto que las mujeres se ausentaran de sus casas para vender su mercadería o para participar en talleres de capacitación.

Fue un tiempo de lucha muy difícil porque los hombres Bribri estaban acostumbrados a que sus señoras eran solo para estar en la casa, cuidar sus hijos, ayudarles a ellos en el monte, no para estar en organización. Entonces los hombres no querían que ellas se organizaran, ellos pensaban solo los hombres eran los que tenían derecho a organizarse (DP01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

     A través de la Asociación ANAI, dedicaba al apoyo a comunidades de la provincia de Talamanca en el ámbito de la agricultura, y en particular en esos años a buscar alternativas a la crisis del cacao, lograron un pequeño apoyo para traer a una mujer de otra comunidad de edad avanzada para que les enseñara a mejorar la elaboración de sus artesanías de acuerdo con la tradición del pueblo Bribri. De este modo lograron ampliar la producción, que llevaban a lugares turísticos a vender, como Puerto Viejo o San José. Así pasaron alrededor de seis años, durante los cuales fueron capacitándose en distintos temas a través de organizaciones como ANAI o el CATIE. Sin embargo, los elevados costes de transporte y de vida en esas ciudades no hacían provechoso su esfuerzo en la venta de artesanías.

Íbamos y veníamos sin plata, porque había que pagar hospedaje, transporte, alimentación, era mucho gasto y no ganábamos nada (BM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Nos fue mal, porque hacíamos las artesanías y nos íbamos a vender a Puerto Viejo. Allá sí teníamos la dicha de venderlo todo, pero, ideay, teníamos que gastar en pagar carro, bote, dormida, comida. Cuando veníamos ya no traíamos dinero, entonces vimos que no era rentable para nosotras (PM02, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

     Entonces organizaron un taller en la comunidad para pensar juntos cómo querían que fuera su futuro y qué alternativas podían llevar a cabo. Ahí fue que se planteó la posibilidad de desarrollar una oferta turística en la propia comunidad, con el propósito de que llegaran compradores de sus artesanías y evitar los gastos de llevarlas a vender a otro lado. Tenían la experiencia previa de que personas que llegaban a la comunidad con la Asociación ANAI, para trabajar en los problemas del cacao, ya les estaban comprando sus artesanías ahí mismo. Sin embargo, se encontraron de nuevo con el rechazo de algunos hombres de la comunidad, que seguían viendo mal esta otra iniciativa del grupo de mujeres, que además consideraban que no era posible.

Nosotras tres organizamos una reunión. Había muchos varones que eran líderes, pero ellos no estaban de acuerdo con nosotras, porque no estaban acostumbrados a mirar a las mujeres como líderes, ellos estaban acostumbrados a mirar a las mujeres en la casa nada más, no como líderes, muchos menos ver salir a una mujer a una reunión, a un taller, no, no. Entonces ellos dijeron que no estaban de acuerdo, que eso era de balde y que eso no iba a existir. Decían que lo que nosotras estábamos pensando era un sueño que no iba a ser realidad, porque para ellos ya se había perdido la cultura: ya nadie habla el idioma, ya nadie come las comidas que se hacían acá, ya nadie está consciente de los bosques, volver atrás es muy difícil. También dijeron que dónde íbamos a conseguir trabajo en estas montañas, que aquí es difícil. Nosotras decíamos que íbamos a mejorar la economía, y eso era lo que ellos no entendían. Entonces nosotras dijimos que vamos a buscar la forma, que hay que buscar la forma como mejorar esto (BM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

     En el grupo de mujeres había una preocupación creciente por la necesidad de rescatar la cultura Bribri, empezando por el idioma, que se estaba perdiendo. Uno de los motivos de esta desaparición era la desvalorización que sufría, que se manifestaba, por ejemplo, en el hecho que los maestros y maestras que llegaron a la comunidad, que no lo hablaban, exigieron a las familias que no hablaran Bribri con sus hijos e hijas, porque si lo hacían no iban a aprender bien el español.

Cuando yo tenía seis años mi padre me puso en la escuela, y yo hablaba solamente Bribri, no hablaba nada de español. Pero los mismos maestros les prohibieron a nuestros papás que ellos nos hablaran Bribri. En unos años lo olvidamos, todos los que hablábamos Bribri lo olvidamos. Lo olvidamos completamente. Cuando ingreso a la organización es que planteamos eso como objetivo y lo volvemos a recuperar. Mi mamá me empezó a hablar en Bribri, mi abuelita, que habla muy bien el Bribri, ella no habla ni una palabra en español, y con eso yo fui aprendiendo de nuevo. Pero como ya era adulta me costó, pero sí hablo y entiendo todo. Y ahora en la escuela todos los niños lo hablan, y aprender a leer y escribir en Bribri, esa es la ventaja de ellos (PM02, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

     Gracias a un pequeño tour operador de Puerto Viejo empezaron a recibir en la comunidad a los primeros turistas. El grupo seguía impulsado por las tres mujeres que empezaron, a las que se sumaron las madres de dos de ellas y alguna otra mujer, pero eran muy pocas. Además, por presiones de su marido, una de las mujeres que inició aquel proceso tuvo que abandonarlo.

Tenía muchos problemas con el esposo. El esposo era muy machista, no la dejaba salir a reuniones, pero ella se iba y siempre tenía problemas. Ella sabía que no podía vivir mucho tiempo con él, entonces lo que hizo fue separarse y se fue de aquí, se fue a Puerto Viejo (BM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

     En este contexto, el grupo de mujeres decidió evitar los problemas con los hombres, especialmente con los mayores, y trabajar para integrar a más mujeres jóvenes e impulsar ya las actividades vinculadas con el turismo.

Lo que yo pensé en aquel tiempo, porque había muchas discusiones con la gente mayor, fue: no voy a discutir con los mayores. Ellos querían seguir con su machismo de que las mujeres no podían salir a ninguna parte, no podían participar en reuniones, no podían opinar. Cada vez que yo venía era una discusión con ellos, cada vez que había una reunión había un problema con ellos, cada vez que venía eran insultos y ofensas. Hay gente que yo tuve que llevarlos hasta la policía para que no me vinieran a ofender o que me respetaran. Entonces lo que yo hice fue no llamarlos a reuniones, ni visitarlos. Lo que yo busqué fue a los jóvenes, más las que estaban de la edad mía. A esas era a las que yo llegaba y les decía que había que cambiar la vida, que la vida que teníamos no era buena para nosotras y que como mujeres teníamos que ver la situación de la comunidad, que teníamos que mejorar, y que los mayores ya hasta ahí iban a llegar y que el futuro de la comunidad éramos nosotras, y que nosotras íbamos a tener hijos y teníamos que educarlos no como ellos los estaban educando (BM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

     La principal dirigente del grupo, Bernarda Morales, estuvo participando en los años anteriores en diversos procesos de capacitación con diferentes organizaciones, en cuestiones de liderazgo, organización o turismo, así como perspectiva de género. Y a medida que la asociación incorporó a más jóvenes, tanto mujeres como algunos hombres, fue haciendo formaciones sobre las relaciones de género.

A mi me parecía que se debía capacitar a las mujeres y a los hombres, no solo las mujeres, porque ellos siguen agrediendo a las mujeres o pensando en esa mente que solo los hombres pueden sacar la comunidad y no las mujeres. Entonces yo les decía que no debía ser así. Yo les decía a ellos que el machismo no era nuestro, porque nuestra cultura no era eso. En nuestra cultura los hombres trabajaban junto con las mujeres, las mujeres hacían lo que podían y los hombres también, ellos son más fuertes, harán las cosas más fuertes y nosotras haremos las menos fuertes, pero lo hacíamos todo en conjunto, todo se unía (BM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Hace como dieciocho años dijimos que todos los que van siendo socios tienen que recibir capacitaciones en tema de género. Los que participaron aprendieron el tema género, y los que no quisieron aceptarlo, pues se retiraron del grupo, porque querían decir: yo soy el que mando, yo soy el que decido, yo, la mujer no tiene ni voz ni voto, y lo que yo digo eso es lo que tiene que ser. Entonces fueron ese tipo de hombres los que se retiraron (PM02, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Al principio fue difícil, porque en ese inicio había muchos hombres que no comprendían, no les parecía que nosotras dirijamos, ellos querían dirigir, porque decían que la cabeza es el hombre, no la mujer. Pero después nosotras dijimos que no. Tuvimos que tener una capacitación con el liderazgo y eso nos ayudó muchísimo a comprender que las cosas no eran así (FM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

 

     En un determinado momento, dos iniciativas de esa misma comunidad compitieron entre sí para conseguir el apoyo del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del PNUD: una de servicios turísticos, impulsado por el grupo de mujeres, y otro para reactivar la producción de cacao, encabezada por un grupo de hombres. El PPD decidió finalmente apoyar la propuesta turística encabezada por el grupo de mujeres y así empezó la construcción de las infraestructuras de alojamiento y cocina para poder atender a los turistas en la comunidad.

Con el proyecto de nosotros, el de los varones, queríamos sembrar más banano, cacao, maíz, tener un motor de transporte y un bote para transportarnos. Esa era la propuesta de nosotros, todo grande, pero sin pensar nada más, solo así, trabajar pues, y la propuesta de ellas fue muy diferente, de buscar una mejor economía para la comunidad, de buscar que la cultura no se pierda, cuidar los bosques (EMA02, socio de Stribrawpa, comunicación personal).

Los hombres estaban bravísimos, pero muchísimo. Y decían ellos que las mujeres no podían manejar ese proyecto, porque las mujeres no sabían manejar una organización (DP01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Funcionamiento de la iniciativa turística

La iniciativa de aquel grupo de mujeres de la comunidad de Yorkín, conformada en 1992 bajo el nombre de Asociación Indígena Stribrawpa, que en idioma Bribri quiere decir “personas artesanas”, fue ideada e impulsada con tres grandes objetivos: el rescate de la lengua materna, la mejora de la economía familiar y la protección del medio ambiente. En ella pueden también participar hombres, aunque su junta directiva solo está constituida por mujeres.

Los hombres no han sido parte de la directiva, porque ellos dicen que nosotros fuimos las luchadoras para que existiera esta organización, y que ellos estaban vivos, y no muriendo a esas edades de 50 años, porque nosotras fuimos muy resistentes. Ellos eran jóvenes y veían lo que nuestros papás nos decían y todo, y ellos dicen que no era justo que nosotras lleváramos tanto insulto. Entonces ellos dicen que no quieren ser de la junta directiva, que mejor que sigan las mujeres. Ellos siempre dicen que nosotros pensamos buenas cosas, y que sigamos. Ellos no están en estos momentos como con ganas de llegar al poder, de quitarle el poder a las mujeres, ellos están conscientes de que fuimos las luchadoras y quieren que sigamos de líderes. Siempre es lo que han dicho ellos (BM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Las mujeres son las fundadoras, entonces, nosotros, cuando hacemos asamblea, cuando la junta directiva se vence, cuando vamos a votar, nosotros no votamos por un varón, sino a las mujeres, ya todos son conscientes de decir, gracias mujeres, que ustedes pudieron hacer esto por nosotros, y que sean siempre ustedes las que brillen siempre ahí. Y no hay ningún hombre que diga que no, porque todos están agradecidos y saben que esa es una verdad, que si esas mujeres no hubieran pensado eso no tuviéramos el trabajo que tenemos, un trabajo que en la mañana estamos trabajando y en la tarde estamos en el hogar con nuestra familia, que verdaderamente eso es algo bonito, que no tenemos que salir a otro lado (EMA02, socio de Stribrawpa, comunicación personal).

     El número de personas asociadas en Stribrawpa está en torno a las cuarenta, diecinueve mujeres y veintiún hombres, aunque no todo el mundo está activo al mismo tiempo, de tal modo que las que trabajan realmente pueden ser unas treinta y cinco. Una vez constituida la asociación, su asamblea determinó que las nuevas admisiones, excepto las de hijos e hijas de las personas que ya eran parte, debían pagar quinientos mil colones (más o menos unos mil quinientos dólares), que pueden ser aportados hasta en cinco años. Pero mientras no se ha terminado de pagar la contribución no se tienen plenos derechos en la asociación.

Cuando empezamos nosotros no cobrábamos nada, creo que pasamos como quince años sin cobrar nada. Pero después, pasados los quince años, ya nosotros teníamos bienes y todo, y nosotros dijimos que no es fácil crear una organización y después que otro llegue suave y que no le cueste nada. Teníamos que cobrar lo que cuesta hacer todo esto, más que todo que lo que está hecho es aporte de los asociados, entonces no debería de ser que uno después mundo entre gratis. Entonces empezamos a hacer reglas, reglamentos para entrar a la organización (BM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

     Stribrawpa estuvo presente también en el proceso de conformación de la asociación ACTUAR, en la que su principal líder llegó a ser vicepresidenta y presidenta de su junta directiva (Cañada, 2017). Formar parte de ACTUAR, que funcionó durante años como una red que brindaba capacitación, asesoría técnica y comercializaba su oferta, además de incidir políticamente en la defensa del sector, les ayudó a consolidarse en el mercado. Durante años, a través de ACTUAR llegaron turistas a Yorkin de forma regular, además de aprender a mejorar la calidad de los servicios ofertados y los procedimientos de gestión, lo cual posibilitó que posteriormente pudieran trabajar directamente con diversas tour-operadoras. Esto les permitió seguir funcionando cuando ACTUAR fue disuelta a finales de 2018.

     Actualmente el principal ingreso de la comunidad es el turismo. Entre 2014 y 2018 las llegadas anuales de visitantes han oscilado entorno a los mil doscientos o mil trescientos. De estos aproximadamente la mitad pasan la noche en la comunidad (una o dos, como mucho) y la otra mitad solo se queda durante el día. Disponen de seis albergues con capacidad para treinta personas y dos comedores dentro de la misma comunidad. Además, han habilitado un programa para recibir a personas voluntarias, que pasan una temporada en la comunidad y que pueden apoyar en distintos trabajos comunales, como reparar o construir algo, o bien si se quedan por más tiempo pueden colaborar en la gestión administrativa de la misma iniciativa turística. En esos casos se alojan en casas de familias y no en los albergues colectivos. La gran mayoría de los turistas que reciben son extranjeros y, en orden de importancia, sus países de procedencia son: Francia, Alemania, España, Estados Unidos y Canadá. Llegan a Yorkín fundamentalmente a través de tour-operadoras y, en menor medida, de forma directa a través de su perfil en Facebook, pero siempre con reserva previa.

Tiene que mandar un correo electrónico o venir por medio de una agencia que nosotros conocemos, sino no se le atiende, porque no viene con una recomendación (VP01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

El principal atractivo para los turistas, además del viaje en canoa por el río Yorkín desde Puerto Bambú, que puede durar entre una y dos horas, dependiendo del nivel del agua del río, según la época del año, y de la visita a la comunidad, es la participación en diversas actividades de carácter cultural.

Tenemos el proceso de chocolate. Se empieza desde la finca a explicarles cómo es una mata de cacao, cuanto tiempo dura, cómo se fermenta, cómo se seca, el tostado, y luego ya el proceso de preparar el chocolate en pasta y comerlo. También les enseñamos cómo se tira con arco y flecha, que es como nuestros abuelos cazaban peces y animales del bosque. También les enseñamos a tejer las suitas para los techos. Contamos historias Bribri, y les enseñamos algunas palabras también (DP01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

El trabajo vinculado con el turismo se organiza en distintos roles y de forma rotatoria. En los distintos trabajos participan tanto mujeres como hombres, a excepción de los boteros, que son solo hombres.

Hay boteros, cocineras, guías, saloneros, los que preparan la cama, los que lavan, los que limpian, los que hacen las actividades culturales. Todos trabajamos, los treinta y cinco que somos, en forma rotativa. Digamos, tenemos personas que solo trabajan en guías, otros en cocina, otros en actividades culturales, otros en los botes, que esos sí son solo hombres, ninguna mujer va allí porque se necesita mucha fuerza. De forma rotativa quiere decir que, por ejemplo, si somos siete guías, hoy le toca a una persona y mañana a otra, y así es que todos trabajamos iguales (DP01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

     Las retribuciones por cada tarea no son fijas, sino que dependen del número de turistas que se atienden y del esfuerzo que se considera que supone, con tarifas establecidas en la asamblea de la asociación. Los trabajos que reciben mayor remuneración son los de boteros, cocineras y guías, y los que menos reciben tienen que ver con alguna actividad cultural, como enseñar el proceso de elaboración del chocolate, contar historias del pueblo Bribri o enseñar a tirar con arco y flecha.

     Después del turismo, la siguiente fuente de ingresos de la comunidad en importancia es el cacao, que se volvió a cultivar con otras variedades más resistentes a la monilia y con un mejor mantenimiento. A continuación, el otro producto relevante es el banano, que cada quince días se corta y se lleva a vender a Puerto Bambú. Asimismo, todas las familias producen en sus parcelas granos básicos y otros tubérculos y frutas para su autoconsumo.

     Con el fin de evitar una dependencia excesiva en relación con el turismo tomaron la decisión de que todas las personas involucradas en la asociación en alguna de sus actividades tienen la obligación de producir alimentos en sus respectivas parcelas familiares y vender parte de su cosecha a la asociación.

Yo trabajo como cocinera. En temporada alta tres días por semana, y en temporada baja quizás una vez por semana. Y cuando no trabajamos aquí, entonces vamos para la finca. La finca es de toda la familia, trabajamos todos, también mi esposo y mis hijos. No la abandonamos nunca (FM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Nosotros estamos metidos en el turismo, pero no con esa idea de que solo el turismo, hacer solo el turismo, y olvidarnos de todo. En nuestras mentes no es eso, sino buscar solo una parte de algo, de un medio, y la otra parte es la agricultura, la producción. Entonces no es que digamos que todos los días lleguen, por decir algo, 50 personas, porque esto estuviera hundido todo esto, sino buscar un medio (EMA02, socio de Stribrawpa, comunicación personal).

     También han habilitado medidas de control a través de su reglamento interno para incidir ante posibles comportamientos no correctos, especialmente de los hombres como, por ejemplo, ser irrespetuoso con una compañera de trabajo, ser violento con su pareja o gastarse en alcohol el dinero de sus ingresos por trabajos para la asociación y desatender a su familia. Si alguien incumple el reglamento en alguna de estas cuestiones que tienen que ver con su comportamiento personal puede ser amonestado.

Todos esos reglamentos se leen a la persona cuando llega y se le pone un papel para que lo firme que él está de acuerdo y que se compromete a cumplirlo. Lo hemos hecho por el licor, más que todo por el licor. Se les da beneficios, pero no para gastarlo en guaro, sino en beneficio de su familia (BM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Hay un reglamento que dice que el socio que entre aquí es para estar mejor con su familia, para que esté bien con sus hijos, para que tenga una economía un poco mejor, no dice que es para andar borracho tomando, para eso son las leyes. Todo socio que entra aquí le leemos el reglamento de lo que es la organización y si ellos dicen sí, sí, entonces ellos ya saben que si hay algo malo serán castigados, y ya a varios les hemos puesto las sentencias. Nosotros los advertimos antes que pase, y ya no se pueden poner enfadados, porque ya les hemos avisado, porque eso es como irrespetar a la organización. El reglamento tiene muchas cosas, como eso de faltar el respeto a su compañera de trabajo, como drogadicción, como que se lleva los bienes de la organización, todo eso será castigado, multado (CSM02, socio de Stribrawpa, comunicación personal).

A su vez, y con el fin de evitar que el éxito turístico de la comunidad provocara la llegada de un gran número de personas procedentes de otras comunidades en búsqueda de empleo, decidieron apoyar la puesta en marcha de otras iniciativas turísticas y asumir que no querrían sobrepasar los mil quinientos turistas al año.

Al principio nos preocupamos porque muchas personas se estaban asociando en la organización. Nos preocupamos porque entonces teníamos que aumentar de visitantes para que pudiera alcanzar para todos. Pero hemos hecho un plan estratégico, hemos trabajado en ese plan, y dijimos que era mejor organizar a otras comunidades, dos e Costa Rica y dos en Panamá, para que puedan tener sus ingresos. Mejor que los visitantes se repartan y que no se nos concentren todos aquí, eso es lo que estamos haciendo. Y nosotras las apoyamos y buscamos los amigos que tenemos para que ayuden también al otro lado (BM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

La meta a la que queremos llegar son mil quinientos turistas por año. Esa es la meta que buscamos. Nosotros creemos que con mil quinientos tenemos para todos. (DP01, socia de Stribrawpa, comunicación personal)

Vea, con mil quinientas personas estamos bien, porque no queremos ser millonarios tampoco, queremos estar viviendo mejor, esa es la palabra, que no nos haga falta el arroz en su casa y con sus hijos, que todos estén bien (CSM02, socio de Stribrawpa, comunicación personal).

     Las familias que no son de la asociación reciben diversos beneficios de forma indirecta por la presencia del turismo en la comunidad, ya sea por la compra de alimentos dentro de la comunidad o por la creación de infraestructuras y equipamientos de uso comunal, como es el caso del colegio de educación secundaria.

Aquí lo que ofrecemos al turista son productos de la comunidad, entonces si nosotros los socios no tenemos se le compra a cualquier persona que tiene de la comunidad. Por ejemplo, pollos, verduras, frutas. Entonces, si alguien de aquí no tiene y un vecino tiene piña, por ejemplo, se le compra, entonces, igual recibe beneficio. También lo que es la secundaria, que fue tramitado por donaciones por la asociación, porque antes aquí no había secundaria, y los muchachos llegaban a primaria y no seguían (DP01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Ahora hay trabajo en la comunidad, la gente ya no se va porque no haya trabajo (DP01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Se ha rescatado lo que es la cultura. Antes, por ejemplo, ya nadie quería consumir las cosas naturales de aquí. Entonces ahí se ha rescatado un poco. Y si usted ve, la escuela, el colegio, nuestras casas, todo está hecho como es la cultura de nosotros (DP01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Implicaciones para las mujeres

La historia de la experiencia de Stribrawpa es fundamentalmente un proceso de empoderamiento de un colectivo de mujeres que logra transformar su comunidad e integrar a una parte de los hombres en una nueva dinámica social más equitativa y de mayor bienestar para todo el mundo. Su desarrollo parte de un contexto hostil, en el que la mayoría de los hombres de la comunidad se oponen a su proceso de organización y tienen que vencer estos obstáculos, que en algunos momentos pudieron llegar a ser muy duros y desagradables. Incorporar desde su inicio un programa de capacitación en equidad de género les permite ir transformando actitudes y comportamientos, tanto de las mujeres como de los mismos hombres que quieren integrarse en la asociación. Además, llevan a cabo una serie de estrategias organizativas que velan porque puedan mantenerse estos avances, como un reglamento que regula sobre ciertos comportamientos personales o, aunque la asociación sea mixta, que su directiva siga en manos de mujeres.

     Una las implicaciones que ha tenido para las mujeres de la asociación, más que ganar autonomía y capacidad de decisión, que la toman desde un inicio, ha sido la transformación efectiva del comportamiento de sus esposos e hijos, de tal manera que, a la par de un mayor bienestar material, han conquistado un mayor nivel de equidad de género en su comunidad. Son diversos y numerosos los testimonios que muestran evidencias de estos cambios.

Mi padre no le daba oportunidad a mi madre a tomar decisiones, ni a ser parte de un grupo, ni que pudiera salir a alguna parte, para ellos, su concepto era que la mujer tenía que tener hijos, cuidar, lavar, y que cuando ellos vienen atenderlos. Eso era el concepto de ellos en tiempos atrás. Hoy en día, con todos esos cambios de capacitaciones, el hombre ayuda a la mujer a lavar en la casa, a cocinar, a limpiar, cuida los bebés, y si hay que ir a una reunión ellos se quedan cuidando (PM02, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Los hombres han cambiado. Ahora, si yo tengo que irme a San José, mi esposo se queda con los niños y él los atiende, los ve. Han visto que la idea que nació de mujeres ha funcionado, que no solo beneficia a la mujer sino a toda la familia y a la comunidad (DP01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Ahora los maridos también trabajan en casa, cocina, lavan. Antes no lo hacían. Cuando empezamos nuestra organización dijimos que no, que teníamos que tener trabajo los dos, tanto en el campo como en la casa, porque si tenemos hijos, los hijos no son solo de la mamá, también de los papás. Imagínese que cuando nosotras comenzamos teníamos que recibir capacitaciones porque éramos las líderes de la organización y los chiquitos había que dejarlos, entonces los papás los cuidaban, sabían que las mujeres iban a reuniones y a traer proyectos para la comunidad (FM01, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Antes los hombres aquí eran machistas. Ahora no, ahora ellos comprendieron que las cosas no son así, que todo tienen que ser igual. Ellos cambiaron por medio de la organización, con talleres que se hacen (SC02, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

     Algunos hombres de la asociación se expresan en un sentido similar sobre las transformaciones que han vivido en la comunidad.

Hace unos 50 años atrás, los hombres aquí eran muy machistas, ellos eran los que gobernaban. Decían: se tiene que hacer esto y la mujer tenía que hacerlo. Ahora, gracias a Dios, pienso que ya han dejado mucho ese orgullo, porque ahora el valor es por igual, ellos han llegado a saber que en realidad ambos valen igual. Yo en mi casa friego, lavo, cocino, porque yo pienso que el hombre tiene que hacer eso también, tiene que aprender a defenderse. Hay personas que nos han dicho que eso es trabajo de mujer, que no tenemos que ver en eso, pero ni modo, si hay que hacerlo hay que hacerlo, en el caso mío yo lo hago (GP02, socio de Stribrawpa, comunicación personal).

Cuando mi esposa tiene que salir entonces cocino yo, friego platos o lavo la ropa. Antes no lo hacíamos, pero vino un estudio de liderazgo moral y entonces fue que empezamos a valorar el trabajo de la casa y que no solamente tiene que ser la mujer, sino que el hombre también tiene que ayudar. Algunos hombres dicen que eso es trabajo de mujer, pero a veces la mujer está ocupada en otra cosa, o viene cansada, y hay que ayudar (JB02, socio de Stribrawpa, comunicación personal).

     Por otra parte, uno de los indicadores más claros del proceso de transformación y empoderamiento que han vivido las mujeres de la asociación Stribrawpa es que, además de la dirección de la iniciativa turística, han sido elegidas y han asumido cargos de representación en otros ámbitos. Así, por ejemplo, una de las socias ha sido presidenta de la Junta de Vecinos de Yorkín y de la Junta de Salud y otra ha llegado a ser presidenta de ACTUAR y forma parte de la Junta Directiva de la Asociación de Desarrollo Indígena Bribri de Talamanca, que agrupa a las veintidós comunidades del territorio indígena y es el principal ámbito de gobierno en el territorio indígena Bribri.

Nosotros, como Stribrawpa, siempre hemos dicho que tenemos que participar para que alguien de Stribrawpa quede dentro de la junta de vecinos, porque si nosotros no participamos y participan personas que no son de Stribrawpa, nos van a tirar machete, como dicen, entonces tal vez por eso siempre pensamos que mejor participamos miembros de Stribrawpa (PM02, socia de Stribrawpa, comunicación personal).

Conclusiones

La experiencia de Stribrawpa en Costa Rica muestra la complejidad de los análisis sobre las transformaciones de género en comunidades en las que se ha introducido el turismo bajo formas de gestión colectiva. A pesar de que la literatura disponible ha descrito numerosos casos en los que el turismo comunitario no solo ha reproducido, sino que ha agravado las desigualdades por razones de género, también encontramos casos en los que la introducción del turismo ha ido en paralelo a un proceso de empoderamiento de las mujeres y de transformación en un sentido más equitativo de las relaciones de género en su entorno. Este es el caso de Stribrawpa. Sin embargo, este caso no invalida que en otras experiencias hayan ocurrido procesos de signo contrario. Más bien sugiere la imposibilidad de hacer referencia al turismo como un todo y, por tanto, la necesidad de poner mayor atención a diferentes aspectos que aportan singularidad a las iniciativas de gestión colectiva del turismo, como las distintas formas de organización y gestión de la actividad o de dónde procede el impulso de esta actividad.

     En este caso, lo que se puede identificar es que cuando son las mujeres las que dirigen la apertura hacia la actividad turística, bajo formas de gestión colectiva centralizada, desde una perspectiva de defensa de sus derechos como mujeres, y esto va acompañado a lo largo del tiempo de procesos de capacitación con enfoques feministas, los cambios son especialmente profundos. Además, los resultados no se limitan a mejoras estrictas para las mujeres participantes, sino que genera dinámicas de mayor bienestar y equidad en toda su comunidad.

     Una de las dimensiones de análisis clave del turismo comunitario es su efecto en las relaciones de género. Próximos estudios de caso, más allá de describir distintas experiencias y su impacto en múltiples sentidos, deberían ahondar en los factores explicativos que pueden ayudar a entender los resultados obtenidos. El caso de Stribrawpa ayuda a ampliar el campo de análisis con una experiencia en el que los procesos de empoderamiento y cambio de la comunidad son especialmente profundos.

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