Antonio Fuentes y Daniele Fini (coords.), Defender al pueblo. Autodefensas y policías comunitarias en México, Ediciones del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (buap) y Ediciones del Lirio, 2018, 349 pp.
ISBN-BUAP: 978-607-525-543-9
ISBN Ediciones del Lirio: 978-607-8569-46-5

Una discusión presente en las ciencias sociales contemporáneas refiere a nuevas fenomenologías del gobierno de las poblaciones, en especial las rurales, contexto que favorece la aparición de grupos y actores, compuestos de maneras individuales, familiares, sociales, colectivas, institucionales, informales, focalizadas, rurales, urbanas, étnicas, campesinas, etc., que se arman, en principio, con dos fines: la criminalidad o la defensa de sus localidades y poblaciones.

Este libro nutre la discusión sobre estas formas locales de gobernarse y administrar el poder y la fuerza, que por cierto antes era de uso exclusivo y legítimo del Estado, en un escenario de reconfiguración de las acciones criminales que se imponen para su propio beneficio y desarrollo y/o que se configuran al interior de grupos que reaccionan ante las incertidumbres generadas por entramados sociales que acumulan “violencias encadenadas”. De acuerdo con los coordinadores del libro, estas violencias encadenan lo estructural con lo cotidiano, las agresiones privadas con las públicas, la violencia económica con la política, la simbólica con la material, la rural con la urbana, que se derivan tanto de las particularidades de la historia regional como, de igual manera, de fenómenos globales.

Varios factores configuran esta fenomenología de la violencia y del poder local. Unos se centran en la desconfianza y decadencia de las instituciones que habitualmente se encargaban de garantizar la estabilidad, la paz y la gobernabilidad, y que precisamente tenían como fin la administración del Estado; otros devienen de las formaciones que ordenaban la estructura social, como las clases sociales, la conformación de élites y la movilidad social; y otros más de la pérdida de credibilidad de personajes que otorgaban certidumbre, serenidad, integridad y

esperanza a las poblaciones como líderes municipales, profesionales diversos, curas y mediadores locales.

Ante los vacíos de poder, en reacción a estos factores que propician la violencia local y de cara a estas acumulaciones de violencias e incertezas emergen iniciativas de la sociedad frente a la inseguridad que en este marco irrumpe de manera cotidiana. No se trata de iniciativas que van contra el Estado o contra el sistema necesariamente; y si de decisiones que nacen para “defender al pueblo”, una expresión que los autores retoman de las palabras de un líder y vocero de movimientos michoacanos de autodefensa. Los autores definen la defensa comunitaria como agrupaciones de vecinos que se organizan para enfrentar la inseguridad en sus localidades, como un fenómeno social nuevo que se expande en el país en la misma medida que permanecen y se fortalecen las condiciones de inseguridad antes mencionadas. En la defensa comunitaria los autores incluyen dos categorías analíticas y empíricas: las policías comunitarias y las autodefensas.

La defensa comunitaria se erige como un concepto para referir a un fenómeno social novedoso en México, que en este libro se estudia como una respuesta organizada ante los efectos de la globalización capitalista y políticas actuales que se presentan aquí y ahora bajo formas de violencia, situaciones de riesgo cotidiano, presiones y combates por el acceso a los recursos en los diferentes territorios. En este sentido, los autores caracterizan la defensa del pueblo como una forma de insubordinación ante la peligrosidad social, el abandono de las poblaciones, las ausencias de orden y estado de derecho, el despojo y extracción, la fragmentación social propiciada desde las vetustas estructuras de poder.

Aparentemente, este libro es uno más sobre la violencia en México, que describe un fenómeno que siempre se ha presentado en el territorio. Pero no es así, se trata de estudios sobre sus expresiones actuales, bajo un modelo de desarrollo y un tipo de Estado característico de las últimas décadas. Trata de violencia criminal nacional y local, del conflicto social, de la necro y narcopolítica, de la justicia y la impunidad, contiene casos de estudio de localidades que han experimentado la necesidad de organizarse para enfrentar diversos tipos de violencias, sobre los que existe una gran cantidad de producción literaria, académica y política en el país. En esta obra se afirma que la violencia siempre ha estado presente en las regiones rurales, es y parece seguir siendo una forma de gobierno cuyo fin es el despojo de recursos, el control y la regulación social.

Aquí se reúnen investigaciones sobre la conformación de grupos de autodefensa y policías comunitarias en dos estados de la República (cinco capítulos tratan el caso de Guerrero y seis el de Michoacán), se explica el contexto en el que tomaron forma y explora las vicisitudes que han atravesado en el proceso, además, se presentan dos capítulos finales que exploran teóricamente las nociones de comunidad y policía comunitaria. Es sin duda una importante contribución a los estudios sobre las sociedades rurales mexicanas, sobre los diferentes tipos de violencias (institucionales, de fronteras imaginarias, directas y difusas), sobre la relación Estado-sociedad en el ciclo neoliberal y sobre las acciones colectivas y las luchas territoriales, así como las formas en las que se expresa el poder en momentos y lugares particulares. Todos ellos, temas cruciales para las ciencias sociales y para comprender el México actual.

El cuidadoso análisis y la presentación de datos empíricos contenidos en los capítulos de este libro nos permite entender las condiciones históricas que impulsaron la irrupción de estos grupos en la escena social del país y la enorme complejidad a la que se enfrenta la nueva administración federal, desde 2019, que no se reduce, como señala el presidente de la República, simplemente a “recuperar las facultades del Estado y lograr una pacificación”.

Las autodefensas y policías comunitarias son el resultado de un proceso histórico de larga data que se desborda en el año 2013, como resultado de la llamada narcoguerra enunciada por el expresidente Felipe Calderón y de los efectos de las reformas neoliberales, pero cuyas semillas germinales fueron plantadas desde mucho antes. Como se puede leer en sus páginas, las políticas neoliberales se sumaron a una serie de agravios históricos que tienen que ver con la exclusión social, la pobreza, la corrupción de las instituciones federales, estatales y locales, así como la ascendente impunidad. Todos estos factores coyunturales han minado las condiciones de vida de las personas en Michoacán y Guerrero y, en parte, explican la precarizacion de la vida y el surgimiento de la violencia. Es decir, nos dan cuenta de que el surgimiento de estos grupos y la violencia e ineguridad a la que intentan hacer frente no son unicausales ni hechos propiamente recientes, sino que son multifactoriales y producto de procesos que tienen antecedentes de largo aliento.

Uno de los argumentos más contundentes del libro, declarado por sus coordinadores desde la introducción, es que las condiciones de inseguridad y riesgo producidos por el reordenamiento macroeconómico, en el marco del proceso de neoliberalización del país, no pueden ser vistas como efectos colaterales indeseados, sino como parte de un proceso inherente y, diríamos, necesario del régimen. Es decir, los escenarios de inseguridad y riesgo no son efectos del todo inesperados, indeseados y no previstos, sino parte de una trasformación necesaria del régimen capitalista para el control de las personas y sus territorios —es decir, recursos— a través de la violencia y la inseguridad. El miedo, la inseguridad y las relaciones de competencia basadas en el individuo emprendedor son parte y parcela de las llamadas democracias neoliberales. Con ellos, se explican no sólo la formación de las autodefensas sino la consolidación de los grupos delincuenciales de toda índole, nivel y cobertura, como los sujetos neoliberales por excelencia. A este principio, que está en la base del modelo,
los autores le llaman la regulación necropolítica de la marginalidad (p. 15), regulación o control que se realiza a través de la violencia al margen del Estado, o sea, en la “zona gris”, que ha creado nuevas subjetividades acordes a las reglas y lógicas neoliberales.

El libro hace referencia a reincidentes olas históricas de desigualdad y desposesión, y nos deja en claro, por lo tanto, que la violencia en las zonas rurales no es una anomalía y no está completamente al margen del Estado, sino que produce un tipo de gobernabilidad, es parte de una hegemonía que opera en esta zona calculadamente gris, oscura, invisible, profunda, a veces imperceptible, donde habita el Estado y cohabita con el crimen organizado. Otras perspectivas interpretan estas circunstancias como consecuencia de un Estado fallido o Estado débil, tomando en cuenta que no se trata de un monolito homogéneo,
sin embargo, los autores se alejan de estas interpretaciones y sugieren, en
cambio, la idea de múltiples estatalidades que surgen del acomodo de las fuerzas del capital y de la gobernanza específica para asegurar la acumulación de las mismas. El Estado no falla, no se debilita ni deja de lado el ejercicio de su poder, sino que “presenta nuevas formas funcionales para la acumulación y regulación social” (p. 15). En este escenario, Pierre Gaussens, colaborador del libro, propone aproximarse a estos procesos como la “reapropiación colectiva de espacios abandonados por la legalidad o por las “funciones incumplidas del Estado”, acercamiento que nos permite observar las formas diversas en las que se reordena la sociedad civil y la disputa sobre el territorio y los recursos en una “zona gris”, como lo proponen Fuentes y Fini tomado del antropólogo Javier Auyero, en donde se genera un espacio de indistinción entre lo legal y lo ilegal, entre lo legítimo y lo ilegítimo.

Una invitación fundamental del libro, es a pensar afuera de la caja, porque
la realidad empírica que los autores nos muestran así lo requiere, es una llamada a superar las antinomias entre legalidad e ilegalidad, Estado-criminalidad, capitalismo-comunidad. Esto queda claro, por ejemplo, en la intervención del gobierno para romper la organización de la CRAC-PC, en Guerrero, al cooptar líderes y al mismo tiempo hacer legible (más no necesariamente legal) la organización y, de esta manera, tener dominio sobre este grupo que desde 1998 está muy bien constituido con base en el control de la vigilancia y la impartición de justicia en la montaña y parte de la costa de Guerrero. Ninguno de los sujetos está definido en uno de los polos mencionados, los militares y los policías federales, sujetos con la facultad legal de proteger o hacer cumplir la ley, la infringen y cometen actos ilegales; las instituciones están tan infiltradas por el crimen organizado que se han fusionado.

El texto describe, para el caso de Guerrero, la creación de nuevos sujetos y dispositivos organizativos intra e intercomunitarios, en donde, por ejemplo, grupos indígenas y mestizos establecen alianzas con fines de seguridad. El
caso nos permite entender la conformación histórica de estos nuevos sujetos, como el resultado casi lógico de procesos de precarización rural, y al mismo tiempo nos muestran una lectura crítica de los mismos, donde las disputas internas de las organizaciones comunitarias, el surgimiento y transformación de otras y los conflictos en las comunidades que buscan incorporarse a los grupos de autodefensas comunitarias, presentan contradicciones inherentes al crecimiento de estas organizaciones, y cómo las disputas al interior de las comunidades se recrudecen o son explotadas por instancias gubernamentales en la disputa del poder.

Los estudios sobre el estado de Michoacán, que se centran en la región de Tierra Caliente y la meseta purépecha, narran la organización de los pobladores en contra de las extorsiones, el uso inapropiado de los recursos, básicamente el bosque, y la violencia criminal a través de bandas organizadas que se erigen como un poder paraestatal para fiscalizar comercio, control social, el derecho a la vida y la muerte, y la ocupación del poder municipal, una delincuencia organizada que deviene de la ruptura de los acuerdos de reciprocidad de beneficios entre los actores de la economía ilegal. Esta ruptura, analizada bajo el mencionado concepto de “zona gris” propuesto por Auyero, es definida como un espacio de disputa que se genera por la indistinción entre Estado y criminalidad.

En el análisis de las respuestas comunitarias a la violencia, es notable el caso de Cherán y la manera en que esta comunidad se ha organizado para enfrentar los excesos de violencia, expresada en extorsiones, secuestros y tala clandestina del bosque, así como la propuesta académica, con un enfoque etnográfico, que busca proponer una antropología de la paz, alimentada con la discusión sobre los diferentes modelos de negociación entre la comunidad, el Estado y otros actores locales, como empresarios y policías comunitarias.

 

Una perspectiva central para analizar el desarrollo de actores y sus estrategias defensivas en la región de Tierra Caliente bajo el concepto de márgenes del estado y su vínculo con violencias y narcotráfico, busca establecer y diferenciar claramente los aspectos negativos y positivos del proceso de defensa
comunitaria a cargo de los pobladores. A esta visión se suman las interacciones simbólicas de las autodefensas, trasladar el análisis a la acción simbólica de la inseguridad en el país, bajo un método integral y holístico para estudiar el movimiento de autodefensas, a partir de considerar la autodefensa y el crimen organizado como dos ámbitos que se retroalimentan e influyen mutuamente.

La diversidad de estudios presentados en este libro deja claro que la forma en la que el gobierno ha interactuado con las autodefensas o policías comunitarias no es uniforme en el espacio ni en el tiempo. En el caso de Guerrero, debido a la historia guerrillera, se ha configurado una relación particular con el gobierno federal y el estatal que ha tendido hacia la represión abierta y encubierta a través de paramilitares; en el caso de Michoacán, por la historia de negociación con
las comunidades, se ha procurado intentos de cooptación de sus líderes. No
cabe duda, sin embargo, que el interés por los recursos de parte de caciques l
ocales, grandes empresarios nacionales y transnacionales se ha transformado conforme se ha recrudecido la violencia en ambas regiones y ha traído un reordenamiento en las disputas de poder y el apoyo o no gubernamental. Ejemplos sobran en este libro, como el interés de las mineras extranjeras por extraer metales a cielo abierto, o el de los mercados internacionales sobre la producción aguacatera, que al mismo tiempo buscan debilitar, a como dé lugar, las organizaciones comunitarias.

De igual o mayor importancia por la problemática descrita, analizada y, en cierta forma, explicada, es que este libro es accesible para todo público, que puede leer quien quiera entender acontecimientos actuales que aparecen nebulosos o espectaculares en las noticias, en los informativos y en las redes sociales, para conocer concienzudamente qué es un grupo de autodefensa y en qué se diferencia de una policía comunitaria, cuál es su posición frente a los grupos
del narcotráfico y otros grupos criminales, cuál es la coyuntura histórica y
social que explica su formación, creación y desarrollo, su relación con el gobierno y con el Estado y por qué se volvió un fenómeno tan masivo en la última
década.

Las expresiones locales de la “defensa del pueblo” es el motivo de esta obra, centrado básicamente en los estados de Guerrero y Michoacán, a partir de la generación de un conocimiento de primera mano, a través de trabajo de campo y documental, en zonas de conflicto, una reflexión profunda de fenómenos
que han sido estereotipados y vistos, a veces con demasiada frivolidad, y que se trata de aspectos que afectan profundamente la vida de las personas y de la sociedad en su conjunto.

 

Paola Velasco Santos

Hernán Salas Quintanal

Instituto de Investigaciones Antropológicas,

Universidad Nacional Autónoma de México (unam)

 

ANTROPOLOGÍA AMERICANA, vol. 5, núm. 10 (2020), pp. 243-249 ISSN (impresa): 2521-7607 ISSN (en línea): 2521-7615

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Fotografía: Esther Vargas, bajo licencia Creative Commons de Flickr.

Fuente: https://flic.kr/p/jt4NaP