El otro virus: rumores y chismes sobre la pandemia COVID-19. Una explicación cognitiva

Andrés Oseguera-Montiel

Escuela de Antropología e Historia del Norte de México, INAH, México;

correo electrónico: andres_oseguera@inah.gob.mx

Recibido el 13 de marzo de 2020; aceptado el 08 de julio de 2021

Resumen: A la par de la pandemia del SARS-CoV-2, distintos rumores en la red virtual sobre su contagio se han propagado de manera paralela y a gran velocidad. ¿Por qué es importante este fenómeno? Se ha demostrado que la propagación de los rumores tiene varios efectos físicos o mentales en las personas que los asumen como información verídica, principalmente genera miedos y sicosis en la población; pueden alterar la dinámica social de un grupo y seguir indicaciones contrarias a las especificaciones médicas y científicas. Genera, al mismo tiempo, situaciones de discriminación y prejuicios hacia las personas señaladas como posibles fuentes de contagio. Esta investigación busca dar una explicación de la propagación de estos rumores en la crisis sanitaria derivada del contagio de la COVID-19. Para ello, se utiliza la perspectiva de la antropología cognitiva enfocada en explicar por qué ciertas representaciones tienen más éxito en su transmisión y difusión que otras representaciones. El análisis permite demostrar que buena parte del éxito de los rumores se debe no solo a la existencia de redes sociales digitales que aumentan la posibilidad de transmitir información de manera expedita, sino a una hibridación de contenidos de rumores con contenidos propios de los chismes.

Palabras clave: rumores, chismes, COVID-19, virus, antropología cognitiva, redes sociales.

The other virus: rumors and gossip about the COVID-19 pandemic.
A cognitive explanation

Abstract: Parallel to the SARS-CoV-2 pandemic, another type of virus has spread: rumors about COVID-19 have circulated at the same speed. Why is this phenomenon important? The rumors have several physical or mental effects on people that assume them as accurate information, mainly generating fear and psychosis in the population; they can alter the social dynamics of a group and follow indications contrary to medical and scientific specifications. At the same time, it generates situations of discrimination and prejudices towards people identified as possible sources of contagion. This research seeks to explain the spread of these rumors in the health crisis derived from the pandemic of COVID-19. For this, the perspective of cognitive anthropology is used, focused on explaining why certain representations are more successful in their transmission and diffusion than other representations. The analysis shows that a good part of rumor's success is due not only to the existence of digital social networks that increase the possibility of transmitting information expeditiously but to hybridization of elements typical of rumors with gossip.

Key words: rumors, gossip, COVID-19, virus, cognitive anthropology, social networks.

 

Introducción

La propagación del SARS-CoV-2 que provoca la COVID-19 no es la única pandemia que está pululando a nivel mundial; en las redes sociales se ha difundido de manera incontrolable otro tipo de virus: se trata de una epidemia de rumores. Ha sido tal la propagación de creencias en torno a los posibles formas de adquirir la COVID-19 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha buscado desmentir cada una de las supuestas formas de contagiarse; se han creado páginas específicas para desmentir lo que la misma OMS ha llamado una “infodemia”.1 Se ha pedido a la población seguir “tips” para evitar las noticias falsas. Por ejemplo, se recomienda ver más allá del título, comprobar la fecha, examinar la evidencia, checar sin prejuicios y apoyarse en verificadores.2 Se recomienda que antes de compartir información relacionada con el nuevo coronavirus se realice una consulta de otras fuentes y, sobre todo, no actuar de manera precipitada y con miedos para evitar situaciones de peligro.3

La información científica entorno a las distintas formas de contagio e inmunidad del coronavirus son, hasta ahora, preliminares. Esta ausencia de información científica sobre el contagio, las mutaciones y los posibles tratamientos para entender la propagación del nuevo coronavirus es la base para la explicación de la propagación de los rumores, pero no explica del todo por qué unos rumores se vuelven virales (en las redes sociales) mientras que otros simplemente no tienen el éxito que se esperaba en su difusión. De acuerdo con el modelo epidemiológico de las representaciones que propone Dan Sperber (2005), es posible explicar por qué determinadas representaciones, como los rumores, tienen una aceptación en una población y mayores replicaciones que otras representaciones. Propone identificar “procesos intraindividuales de pensamiento y memoria”, así como “procesos interindividuales en los que las representaciones de un sujeto afectan a las de otros sujetos mediante las modificaciones del ambiente físico común” (Sperber, 2005, p. 63). Este modelo parte del principio de que distintos tipos de representaciones compiten entre sí, por un espacio y un tiempo determinado, en un contexto específico. Cuando una representación logra permanecer por un tiempo prolongado gracias a su amplia distribución y aceptación en términos cognitivos se puede hablar de una representación cultural. En este sentido, existe una alta posibilidad de que una información logre mantenerse como representación cultural si existe un medio favorable que permita su replicación así como un impacto en la mente de las personas.

Los rumores, los chismes y las leyendas urbanas son expresiones de la comunicación informal que constantemente compiten entre sí para propagarse entre un grupo de personas. De hecho, los rumores también son ubicados como parte de las fake news (noticias falsas) que tienen una gran difusión en distintos medios digitales. Sin embargo, el término fake news hace énfasis en la intencionalidad para engañar a un número específico de personas. La intencionalidad de las fake news permite sostener que existen distintos tipos de

rumores, es decir, no toda información informal caracterizada como rumor es producto de una intencionalidad política o económica. Algunos de los rumores pueden ser también expresiones de solidaridad al compartir información que se cree verdadera y, por lo tanto, esperanzadora para un conjunto de personas subordinadas (Scott, 2000). ¿Hasta qué punto es posible distinguir un rumor o fake news de un chisme? ¿Se puede hablar de una leyenda urbana que comenzó como un rumor? El análisis de los rumores sobre la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 demuestra que cuando existe una hibridación de contenido propio de chismes suelen tener mayor difusión y, por lo tanto, son exitosos en términos de su propagación por los efectos cognitivos que generan en un grupo de personas. En especial, aquellos rumores relacionados con el contagio, que hacen alusión a la contaminación de la enfermedad, han tenido un éxito en su distribución debido a la posibilidad de identificar escenarios concretos de la vida cotidiana. El resultado del análisis del contenido de ciertos rumores demuestra que si un rumor en torno a un brote de contagio está señalando a una determinada persona conocida (incluyendo a personalidades de la política o del medio artístico y la farándula), tendrá una garantía de su éxito en términos de la difusión en las redes sociales. Incluso las conspiraciones que son consideradas representativas de las fake news se valen de referencias de personalidades reconocidas a nivel mundial para señalarlas como las causantes de la pandemia.

Marco referencial y metodología

La situación de ambigüedad y de incertidumbre causada por la COVID-19 a nivel mundial ha generado que los rumores ocupen el vacío de información confiable y oportuna. Pero no es la primera vez que los rumores se han propagado aprovechando los vacíos de información científica y objetiva. En 2003 con la epidemia del virus causante del síndrome respiratorio agudo grave (Severe Acute Respiratory Syndrome SARS), los rumores se difundieron también con gran rapidez (DiFonzo, 2008). Lo mismo ocurrió en 2009 con la epidemia de influenza provocada por el virus AH1N1 en México (Fernández-Poncela, 2014). En la actualidad, además de la incertidumbre que provoca la presencia del nuevo coronavirus, la conectividad digital que facilitan las redes sociales ha sido determinante para una propagación de los rumores a gran velocidad y a nivel mundial. La aceptación o el rechazo de los rumores dependerá de la experiencia previa y del conocimiento en torno a la nueva enfermedad. También dependerá del círculo de contactos que se tenga, de los sitios en Internet que se consulten, etc. Aun así, la posibilidad de dejar de recibir o de evitar este tipo de información informal es prácticamente nula. No solo porque los rumores aprovechan las grandes plataformas tecnológicas en Internet como Google, Facebook y Twitter, sino porque la conectividad digital mediante redes conformadas por un conjunto de contactos no está conformada solo por amigos y parientes cercanos; en las redes sociales existe una “difusión hiperdiádica” provocada por la amplitud de contactos que posibilitan las mismas plataformas electrónicas y que van más allá del círculo de amistad o afinidad ideológica o política (Christakis y Fowler, 2010, p. 63). Sin duda alguna, las redes sociales permiten establecer lazos bajo los principios de apoyo y solidaridad. Se trata de una “comunidad virtual” (Castells, 2001) donde se comparte información de interés general como expresión de ayuda y solidaridad. Sin embargo, la conexión en redes no siempre tiene resultados positivos. Las redes sociales también son el vehículo donde se difunde la violencia, los temores, la incertidumbre y el engaño. La violencia que se ha vivido en México derivada del tráfico de drogas, los rumores que se propagan en las redes sociales han jugado un papel relevante para infundir miedo e incertidumbre (Oseguera-Montiel, 2018; Triana Sánchez, 2017).

El sentimiento de estar en una comunidad de apoyo y solidaridad no depende de la interacción cara a cara entre las personas. La era digital ha dejado de manifiesto que las plataformas ampliamente consultadas como Facebook, Twitter, WhatsApp, YouTube e Instagram, no representan una forma de comunicación e interacción disminuida con respecto a las interacciones basadas en la copresencia, es decir, de aquellas relaciones sociales caracterizadas por compartir un mismo lugar y tiempo específico. La etnografía digital ha demostrado cómo el empleo de las plataformas digitales y el uso de la tecnología como los teléfonos celulares son una expresión de la copresencia entre personas distanciadas geográficamente sin que implique la anulación de la intimidad derivada de las relaciones cara a cara (Pink et al., 2016). Internet no es solo un medio de entretenimiento y de acceso a la información masiva; forma parte de la vida cotidiana de muchas personas en el sentido de que se actúa con y en referencia a lo que sucede en el mundo virtual; Internet está “incrustado” en la vida cotidiana de muchas personas (Hine, 2015). En este sentido, no es extraño que, ante la emergencia del nuevo coronavirus, los rumores tengan una fuerte incidencia en el comportamiento de las personas; que provoquen miedos y prácticas colectivas destinadas a evitar el contagio, con repercusiones en la salud pública.

La mayoría de los rumores que se propagan en las redes sociales se difunden en distintos periódicos digitales o páginas electrónicas de información. De ahí que, en este primer acercamiento a la infodemia sobre la COVID-19, se consideren para el análisis aquellos rumores que han sido considerados trending topic en estas plataformas digitales. El análisis se centra en el contenido de los rumores difundidos en las plataformas digitales, para advertir las estrategias discursivas que son consideradas decisivas para lograr su replicación. Se podría decir que los rumores que inundan la red virtual compiten entre sí para ganarse su replicación y aceptación entre los usuarios de las plataformas digitales. Para demostrar por qué algunas de estas representaciones logran propagarse, es necesario considerar los aspectos del ambiente que facilita la reproducción de los rumores así como los efectos cognitivos positivos derivados de la comunicación (Sperber y Wilson, 1994; Wilson y Sperber, 2004). De acuerdo con esta propuesta pragmatista de la comunicación, cuando una representación logra propagarse en un grupo de personas es una evidencia de su gran efecto contextual y su relevancia. Por ejemplo, cuando un rumor logra una amplia difusión se debe al hecho de que alude a supuestos previos de un contexto, de tal forma que permite ligar la nueva información con lo conocido ya sea para responder alguna incógnita o para corroborar los supuestos. Al mismo tiempo, en términos intraindividuales, dicho efecto contextual está inversamente relacionado con el mínimo esfuerzo cognitivo para su procesamiento. Si los rumores contienen información con nuevos conceptos o demasiada información que implique un mayor esfuerzo para comprender el sentido de la información, no tendrá el éxito para su propagación y, por lo tanto, dejará de ser relevante.

Un rumor que de manera sucinta alerta de un posible foco de contaminación señalando, por ejemplo, un objeto o una persona conocida tendrá mayor posibilidad de replicarse en las redes sociales. Si además de ello contiene una dosis de ambigüedad sin llegar a ser inverosímil, asegurará aún más el éxito de su propagación. En efecto, los rumores que difunden información ambigua tienen asegurada su permanencia en diversas plataformas digitales. Y esta característica está relacionada con el hecho de que la mayoría de los rumores se difunden de manera anónima; la incertidumbre y el anonimato garantizado por las redes sociales son fundamentales para su propagación y su contagio. El hecho de que los rumores sean anónimos, ambiguos y referenciales en el sentido de aludir a objetos o personas específicas que se conocen en un contexto específico, los hace cercanos a los chismes. Esta investigación preliminar apunta a identificar el éxito de los rumores entorno a la COVID-19 en las redes sociales cuando tienen una similitud al señalamiento y al escarnio propio de los chismes.

Estado de la cuestión

Desde mediados del siglo XX se han desarrollado distintas teorías desde la psicología social para entender el éxito de los rumores y sus formas de propagación que no dejan de tener vigencia en la actualidad. Por ejemplo, se ha considerado que los rumores se propagan sobre todo cuando existen situaciones de incertidumbre como la que se vive con la COVID-19. La ansiedad y el temor que provoca el desconocimiento de un fenómeno particular es suficiente para que los rumores tengan una gran aceptación como información fidedigna. La explicación a este fenómeno, sobre todo se adjudica al efecto de mitigación de la ansiedad: los rumores finalmente podrían dar una explicación de manera oportuna, clara y sintética, de una situación incierta y hasta peligrosa. Es decir, la presencia de rumores puede ser explicada desde una perspectiva cognitiva y social al tener un efecto de tranquilidad entre un grupo de personas receptiva de cualquier explicación, sea ésta falsa o cierta, ante una situación ambigua e incierta (Allport y Postman, 1946; DiFonzo, 2008; Rosnow, 1991; Shibutani, 1966). También se ha considerado que el éxito de la propagación de los rumores no se debe tanto a la superación de una ansiedad —esta seguiría existiendo incluso gracias a la difusión de los rumores— sino a sus posibilidades de fomentar las relaciones sociales al mantener la atención de tópicos que son de interés general (Guerin y Miyazaki, 2006). Por lo tanto, los análisis de este tipo de comunicación se han centrado en las características del contenido de los rumores para evidenciar su éxito en su difusión. Por ejemplo, se ha considerado que los rumores se caracterizan por ser mensajes cortos, novedosos, ambiguos y, al mismo tiempo, creíbles. Estas características hacen que su propagación sea factible entre distintas personas por aludir, de manera clara y sucinta, a un contexto que necesita de explicación.

La importancia en las características del contenido de los rumores ha permitido establecer distinciones fundamentales en contraste con los chismes y las leyendas urbanas como expresiones de la comunicación informal. Por ejemplo, una diferencia importante es que los rumores se difunden entre un grupo de personas cuando existe una situación de riesgo y poca credibilidad de la información oficial. Es decir, tienen un fin en sí mismo. Un caso paradigmático al respecto fueron los rumores en torno a la influenza en México en 2009, que se propagaron más rápido que el mismo virus AH1N1 como expresión del miedo y el enojo de la población ante la falta de claridad informativa ante la nueva enfermedad (Fernández-Poncela, 2014). Los chismes, al contrario, se difunden en un ámbito cercano a una red social y terminan por fortalecer los vínculos entre los integrantes de la red. A diferencia de los rumores, los chismes no necesariamente tienen un fin; son formas de entretenimiento, de curiosidad o diversión entre los que participan en su propagación (Ben-Ze�ev, 1994). Los chismes, además de ser entretenidos y divertidos, también podrían mantener informados a los integrantes de un red de amigos o conocidos sobre ciertos tópicos de interés de la vida privada de gente conocida o cercana. Aunque los chismes no parecen tener un fin en específico (Sousa, 1994), pueden ser empleados para establecer distinciones sociales y con ello excluir, agredir y transmitir normas sociales a otras personas (Elias
y Scotson, 2016). Es claro que, a diferencia de los rumores abocados a disipar la incertidumbre, los chismes pueden ser considerados decisivos para mantener los vínculos sociales. Podría decirse, siguiendo a Max Gluckman (1963),
que los chismes (y el escándalo) son parte de la vida social y permiten mantener la unidad del grupo fortaleciendo los valores y principios morales de una agrupación.

Las leyendas urbanas también son expresiones de la comunicación informal destinadas al entretenimiento. Se trata de historias que pueden resultar absurdas, terroríficas o chistosas. En muchos casos hay elementos en su narración que son relevantes para la transmisión de valores y normas sociales. Incluso, comparten con los rumores el hecho de comprender y mitigar los miedos ante situaciones inciertas. Pero una diferencia importante con los chismes y los rumores consiste en su estructura y sus características del contenido. Las leyendas urbanas presentan, en términos generales, un escenario con personajes específicos que participan en una trama que trascurre por un clímax y un desenlace. Además, para propagar una leyenda urbana no es forzoso creer en ella. Al contrario, para que los chismes y los rumores se propaguen deben de asumirse o creerse como información verídica (DiFonzo, 2008). Por supuesto, esto no descarta la posibilidad de que existan grupos o personas que, de manera intencional, difundan información que de antemano reconocen que es falsa y, por lo tanto, escondan otros fines: desestabilizar a un país, deponer a un líder social, afectar la reputación de una persona, incidir en las finanzas de una empresa, cambiar el sistema político, etc. Los rumores no solo generan pánico y estrés en un grupo determinado, también terminan generando revueltas o disturbios (DiFonzo, 2008). Una leyenda urbana requiere de un esfuerzo de procesamiento mayor y, en este sentido, no logrará difundirse con la velocidad de los chismes y los rumores que de manera sintética logran propagarse por el mínimo esfuerzo de procesamiento requerido para su comprensión.

La hibridación de rumores como explicación de su propagación

El análisis de la información informal que se difunde en las redes sociales demuestra que en muchas ocasiones las diferencias de contenido entre los rumores, las leyendas urbanas y los chismes no son tan nítidas. De hecho, es común que se presenten casos de hibridación entre las distintas formas de información informal (Guerin y Miyazaki, 2006). Es posible que un rumor se convierta en una leyenda urbana, sobre todo cuando el primero logra perdurar durante un tiempo considerable. Y viceversa, una leyenda urbana podría dar lugar a un rumor, sobre todo cuando una historia de larga data necesita actualizarse en un contexto específico (DiFonzo, 2008).

Los chismes podrían también derivarse de rumores y viceversa; los rumores en torno a un fenómeno incierto podrían convertirse en señalamientos directos hacia los vecinos o los conocidos, asistiendo con ello a la transformación de un rumor en un chisme; en ambos casos la información que se divulga puede no estar corroborada. Por ejemplo, uno de los rumores que más se han difundido en las redes con respecto a la COVID-19 tiene que ver las fuentes de contagio, es decir, con el señalamiento de personas contagiadas sin que en realidad exista información que lo confirme. Estos mensajes parten del principio de que todo aquello que en algún momento estuvo en contacto con la enfermedad queda contaminado. Ha sido tal la preocupación por los contagios que los planteamientos de la magia contaminante de la que hablaba Frazer (1998 [1890]) hace más de un siglo, vuelven a ser más que pertinentes. Ya se trate de objetos, animales o de seres humanos, el contacto o cercanía con las zonas de contagio representa la evidencia de la contaminación y contagio del coronavirus. De ahí que buena parte de los rumores en torno al personal de salud en varias partes del mundo hagan énfasis en las posibilidades de ser transmisores del nuevo coronavirus. Estos rumores tienen consecuencias en la vida cotidiana. Por ejemplo, los vecinos de los médicos y enfermeras colocan mantas para exigirles que se mantengan alejados o que no tengan contacto con los objetos de la vía pública; muchas veces son golpeados o les rocían cloro y otras substancias (como bebidas calientes) para mostrar su rechazo.4 Los rumores logran exacerbar los temores de una situación de peligro y puede desembocar en la persecución de personas como causantes del peligro (Stewart y Strathern, 2008). En Colombia, una mujer que se sentía orgullosa de portar su uniforme médico cuando iba al mercado, se dio cuenta que al hacerlo era objeto de discriminación.5

Estos rumores se enfocan en señalar al contagiado en términos generales sin que exista una evidencia al respecto, pero muchas veces estos rumores injustificados terminan por convertirse en chismes al aludir directamente a personas conocidas. Por ejemplo, en Argentina, el rumor empezó a transitar hacia lo que podría llamarse un chisme de vecindario:

En Córdoba, los integrantes de una familia estuvieron ‘marcados, amenazados y para nada acompañados’ luego de que una mujer hiciera correr por el chat vecinal el rumor de que uno de ellos, que había sido trasladado al hospital por una úlcera, había dado positivo por COVID-19, algo que desató una semana de amenazas y hostigamiento. La familia, radicada hace cinco años en el barrio Nuevo Poeta Lugones, llegó a recibir llamados nocturnos para anunciar que prenderían fuego a la casa con ellos adentro’… ‘Tuve que luchar contra un enemigo invisible como dice el presidente Alberto Fernández: el prejuicio, la discriminación y el miedo en primera persona’.6

Casos como este se han presentado en otras partes del mundo y parten del principio de la magia contaminante: al estar en contacto con un objeto, una persona o un recinto como los hospitales donde supuestamente está el virus, se infiere que están contagiados. Este temor fomentado por los rumores tiene consecuencias en el comportamiento de las personas, como expulsar a los posibles transmisores de las enfermedades. También fomenta la discriminación y el señalamiento a familias enteras como sucedió en México, en San Cristóbal Minatitlán, cuando los miembros de una familia fueron obligados, a punta de pistola, a salir de su casa debido a las sospechas de que estaban infectados
de la COVID-19.7 El chisme y el escándalo de una familia generó un rumor de contagios generalizados propagando el miedo y la sicosis; al final las mismas autoridades se organizaron para cerrar la entrada y salida del municipio, como ha sucedido en muchas partes del territorio mexicano.8

Los rumores sobre la COVID-19 se propagan valiéndose de la incertidumbre que existe del nuevo coronavirus. La sensación de respirar un virus genera una situación de riesgo y constante temor. No es extraño, en este sentido, que los rumores que señalan a los objetos y/o personas conocidas permita direccionar este miedo; en términos del pensamiento y la memoria resulta menos complicado pensar que la enfermedad se propaga a través de objetos físicos y seres humanos contaminados, que pensar que el virus se difunde de manera invisible en el aire. De ahí que exista una relación muy estrecha entre los chismes, los rumores y la brujería. La práctica de la magia y la brujería dan pie a la difusión de chismes y los rumores con la finalidad de identificar el causante de alguna enfermedad (Scott, 2000; Stewart y Strathern, 2008).

Los rumores buscan dirigir el origen de la COVID-19 mediante el contacto físico de objetos pero sobre todo de personas que son extrañas. Los rumores buscan evitar el contacto físico con extranjeros o migrantes; con los recién llegados al barrio o la colonia. De ahí que estos rumores en realidad compartan las características del chisme que busca desprestigiar a ciertas personas que son consideradas trasgresoras del orden social (Elias y Scotson, 2016). En el caso de los médicos y enfermeras, la recriminación y el escarnio se debe al contacto con la contaminación; de alguna manera han violado el principio de mantenerse alejados físicamente del virus. No importa que sean vecinos respetados por su profesión; que sean hombres y mujeres que arriesgan la vida en beneficio de los enfermos y desvalidos. El hecho de estar en contacto con personas ajenas y enfermas los convierte en anómicos: han quebrantado las normas del grupo. La misma suerte tendría un curandero que puede cambiar su estatus al ser señalado como brujo.

De los rumores a las conspiraciones

Durante la pandemia del SARS-CoV-2 se han difundido diversos rumores que la misma OMS ha ido desmintiendo oportunamente. Por ejemplo, se mencionaba que para acabar con el SARS-CoV-2 era posible usar un secador de manos como los que hay en los baños públicos. También desmintió la idea de que rociar el cuerpo con cloro y desinfectante con alcohol evitaba el contagio. Existen otros rumores relacionados con las formas de evitar el contagio y que serán recordados con cierta gracia. Por ejemplo se hablaba de combatir al SARS-CoV-2 con el pimiento picante de la sopa; de tomar aceite de ajonjolí, usar una lámpara ultravioleta y exponerse al sol o a temperaturas superiores a 25º C. Todos estos rumores fueron desmentidos oportunamente. Se aclaró que el contagio no se produce a través de las redes 5G de telefonía móvil o de las moscas domésticas. Por supuesto, también fueron rechazados los mensajes que alentaban tomar metanol, etanol o lejía para prevenir la COVID-19.9 Pero estos rumores han tenido consecuencias trágicas. Por ejemplo, en Irán, uno de los países más afectados por el nuevo coronavirus, 20 personas murieron y más de 200 fueron hospitalizadas por beber alcohol adulterado después de que circulara en línea que podía tratar o evitar la COVID-19.10 Algo parecido
se ha presentando en México; las noticias de gente intoxicada por tomar alcohol adulterado demuestra la importancia que tuvo la difusión de tomar alcohol para prevenir la COVID-19.
11 Este comportamiento asociado a la propagación de remedios caseros demuestra la fuerza perlocusionaria de los rumores, es decir, se trata de sentencias caracterizadas, siguiendo a Austin, por “hacer algo” (Austin, 1962).

Pero había un rumor que seguía difundiéndose con insistencia a pasar de la atención que le ha dado la misma Organización Mundial de la Salud. El rumor que se ha propagado señala que el virus puede contagiarse a través del aire. En su momento la OMS aclaró que los estudios científicos que se habían realizado apuntaban a una transmisión por contacto con gotículas respiratorias más que por el aire. Es decir, no había una respuesta contundente y, por lo mismo, la duda siguió existiendo. Incluso, después de varios meses, la OMS demostró que si bien no había evidencias de que el aire fuera una fuente de contagio del coronavirus, seguía existiendo cierta probabilidad de que se transmitiera por el aire como sucede con otras enfermedades respiratorias:

La OMS elaboró sus orientaciones rápidas basándose en el consenso de expertos internacionales, quienes examinaron las pruebas actualmente disponibles sobre los modos de transmisión del 2019-nCoV. Esas pruebas demuestran la transmisión vírica por gotículas y contacto con superficies contaminadas del equipo; no apoya la transmisión sistemática por vía aérea. Puede haber transmisión por vía aérea, como se ha demostrado con otras enfermedades respiratorias vírica, durante procedimientos que general aerosol (por ejemplo, intubación traqueal, broncoscopia), por lo que la OMS recomienda precauciones contra la transmisión por vía aérea para esos procedimientos.12

Ante las dudas en torno a las formas de contagio por aire del nuevo coronavirus, la propagación de los rumores está, de alguna manera, garantizada. Hace unos meses, un grupo de científicos solicitó a la OMS que cambiara su postura al respecto y alertara del contagio a través de pequeñas particular de aire.13 Ante esta exigencia por parte de los científicos de varias partes del mundo la OMS consideró cambiar sus premisas en torno al contagio a través del aire.14 Pero esta ambigüedad representó el ambiente idóneo para generar rumores asociados al contagio a través del aire. Por ejemplo, se presentaron diversos rumores con respecto al uso de las mascarillas. En Facebook circuló un rumor en torno a las consecuencias sobre el uso desmedido de estas mascarillas. El rumor decía lo siguiente: “Los cubrebocas pueden reducir tu inmunidad natural porque causan que tu cuerpo produzca cortisol en respuesta al estrés debido a la reducción de flujo de aire y oxígeno”. Se trató de un rumor anónimo y fue desmentido por científicos que descartaron una afectación en la salud por el estrés derivado por un incremento de la producción de cortisol al usar el cubrebocas.15 Es decir, ante una incertidumbre en torno al contagio del coronavirus a través del aire, se generan rumores en torno a las mascarillas que han sido utilizadas para disminuir el contagio por aire. Una angustia que no es del todo apaciguada debido a la falta de certezas científicas, da pie a una creencia en torno al uso de la mascarilla que se han utilizado de manera generalizada precisamente para prevenir algún contagio.

Otros rumores relacionados con las causas del contagio o para evitar el contagio, demuestran que el miedo a lo incierto y la falta de información oportuna pueden ser detonantes de su propagación. En México, a través de WhatsApp, circuló de manera insistente un mensaje invitando a la gente de distintas ciudades a echar cloro al caño en una hora y día específico. En la misma aplicación también se divulgó que rociar cloro en las calles podría ayudar a desinfectar los espacios públicos. El Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de México salió a desmentir la noticia y los científicos alertaron del peligro que representaba derramar cloro en las calles y alcantarillas de manera masiva, pues afectaría el proceso de reciclado de las aguas negras.16 Estos rumores en realidad hacen eco de una ausencia de una investigación científica y concluyente sobre las formas de contagio y, al mismo tiempo, no representan un esfuerzo cognitivo para entender que el cloro es una sustancia para combatir a un virus; se trata de un líquido de uso cotidiano para la limpieza profunda y para desinfectar. No es sorprendente que estos rumores se valgan de la comunidad virtual para transmitir información que se supone es verídica y efectiva para evitar el contagio. Es decir, existe siempre una aparente actitud de ayuda y solidaridad ante una crisis.

En la difusión de rumores es común que se aluda al supuesto de que se esconde intencionalmente información valiosa por motivos diversos, es decir, por intereses de tipo económicos o políticos. Se trata de fake news que tienen una clara intencionalidad por parte de grupos que están dispuestos a desestabilizar mediante la divulgación de noticias alarmantes y falsas (Calvo y Aruguete, 2020). A diferencia de los rumores que difunden información que, de manera altruista, se presenta como alternativa para detener la pandemia, en las redes sociales existe una gran cantidad de teorías conspiratorias para señalar que la COVID-19 no existe como tal o que ha sido una estrategia para desestabilizar la economía mundial. Por ejemplo, han circulado diversas teorías entorno a la idea de que el SARS-Cov-2 es un virus creado por el ser humano, es decir, que tiene un origen artificial; un virus de laboratorio para fines económico o políticos.

La información oficial advierte que el SARS-Cov-2 es un virus emergente, cuyo origen se ubica en el reino animal: se habla de los murciélagos o el pangolín como animales que pudieran ser las fuentes del virus. ¿Por qué no se ha aceptado esta explicación sobre el origen de la pandemia? En principio porque los estudios no son concluyentes hasta ahora; aunque la OMS habla del origen animal, todavía existen dudas sobre el animal en específico y cómo se dio el contagio. Por otro lado, y siguiendo el principio de la relevancia, la explicación del origen del SARS-Cov-2 señalando a un animal desconocido para el mundo como es el pangolín, requiere de un esfuerzo de procesamiento de la información mucho mayor que si se ubica a un país con intereses específicos.

En efecto, el hecho de que se insista en el origen del virus como una creación humana con fines económicos y como un arma biológica, ha tenido mucha credibilidad dada la competencia económica y militar entre China y Estados Unidos. Uno de los resultados de la propagación de las fake news tiene que ver con la polarización de grupos pues hacen posible que las personas que compartían afinidades ideológicas e intelectuales acaben defendiendo versiones mucho más extremistas de las que asumían gracias a estos rumores (Sunstein, 2011). De ahí que no sea una exageración, para algunos integrantes de grupos con fines políticos, pensar que el nuevo coronavirus se creó en un laboratorio del país asiático mediante una versión híbrida del virus SARS y el VIH. Otros rumores difundieron la idea de que las torres G5, que permitirán una mayor velocidad en la conexión en Internet, eran perjudiciales para la salud y que estaban directamente relacionadas con el SARS-CoV-2 y con las vacunas, que al ser aplicadas se incluiría un chip para establecer un control desde las torres G5. En WhastApp circuló el siguiente rumor:

Las PCR no sirven para detectar ningún virus, en realidad se usan para resetearte el cerebro, te meten un palillo por la nariz y presionan durante 15 segundos para restaurar tu cerebro a valores de fábrica para poner [sic] instalarte el nuevo software con la vacuna.

Existen versiones de que el nuevo coronavirus habría sido financiado por la Fundación de Bill Gates e inducido a la población a través de un cubo de hielo.17 Al señalar a una persona conocida mundialmente evidencia que los rumores incluyen los señalamientos propios de los chismes para lograr una eficacia en su divulgación. De acuerdo con esta versión, la pandemia sería la excusa para implantar microchips para el rastreo de las personas. Por supuesto, el filántropo y multimillonario fundador de Microsoft ha desmentido dichas teorías conspiratorias, considerando, por supuesto, que se trata de ideas totalmente inauditas.18 En buena medida, los rumores logran el éxito transgrediendo lo convencional (Oseguera-Montiel, 2018); hacen una performance cuando logran irse a los extremos redefiniendo los espacios públicos y a las personas reconocidas a nivel mundial.

Existen también algunas versiones de que la pandemia es una mentira fomentada por los medios de comunicación para causar pánico a nivel mundial; o una estrategia de mercado para lograr vender las vacunas de manera exitosa en todo el mundo. Una vez que las vacunas salieron al mercado y se han ido aplicando de manera generalizada en la población de algunos países, las conspiraciones no han dejado de propagarse. Algunos de estos rumores siguen insistiendo que las vacunas son estrategias de control o que son nocivas para la salud. Quizá el rumor más extremo lanzado por movimientos antivacunas haya sido el que difunde la idea de que las vacunas han sido fabricadas con “células de fetos abortados”.19 Un rumor que ha tenido una aceptación importante al aludir a la práctica de la interrupción del aborto que se condena por parte de ciertos grupos religiosos.

Conclusiones

Cuando existe incertidumbre en torno a un fenómeno que tiene claramente una importancia contextual, es decir, que determina nuestra forma de vida al estar en constante alerta para evitar contagios o la muerte, entonces es muy probable que los rumores se propaguen. Esto quiere decir que todos somos susceptibles de aceptar este tipo de información informal que busca dar alguna certeza ante la duda. La situación de ambigüedad y de incertidumbre causada por la COVID-19 a nivel mundial ha generado que los rumores ocupen el vacío de información confiable y oportuna. Lo que parece novedoso en la actualidad es la existencia de un medio adecuado para su difusión: las redes sociales permiten la propagación de estos rumores de manera nunca antes vista ya sea por el alcance a nivel mundial como por la rapidez con la que se difunden. Nuestra aceptación o rechazo dependerá de la experiencia previa y del conocimiento en torno al mundo. También dependerá del círculo de contactos que se tenga, de los sitios en Internet que se consulten, etc. Aun así, la misma conectividad de las redes digitales determina que esta información llegue sin que necesariamente se difunda en el grupo de personas cercanas que conforman una red de amigos o parientes.

Aun cuando los rumores tienen el estigma de ser información falsa y perniciosa, en los hechos buscan resarcir la falta de información sobre temas y acontecimientos de gran relevancia social. En este sentido, suelen ser expresiones de solidaridad ante la tragedia y la muerte. Muchos de los rumores que circularon en las redes sociales buscaban alertar a la población para evitar el contagio y, algunos de ellos, parecían convincentes. Una información que en muchos casos fue aceptada debido a una situación de incertidumbre ante la falta de información científica confiable. Una vez que un rumor es aceptado y reproducido de manera digital valiéndose de los misterios en torno al contagio, puede generar un clima de tranquilidad y apaciguar la ansiedad de estar en riesgo de contaminación.

Una fórmula exitosa que garantiza la propagación de los rumores es la combinación de las características del contenido propias de este tipo de información informal, con el contenido de los chismes. En muchos casos hay evidencia de que cuando una información sobre el contagio del nuevo coronavirus está al mismo tiempo señalando a personas como fuentes de contaminación o como explicación de la misma pandemia, garantiza el éxito de su propagación.

En efecto, el éxito de los rumores tiene que ver con la premisa de la relevancia en el proceso de la comunicación por inferencias. Si existe una maximización de efectos cognitivos positivos con un mínimo de esfuerzo del procesamiento de la información, se garantiza el éxito de su propagación; las redes sociales son la plataforma ideal para que esta maximización de efectos cognitivos y el mínimo esfuerzo de procesamiento se presenten en un lenguaje flexible donde se conjuga lo escrito con lo oral (Crystal, 2004). Pero sobre todo, aquellos rumores que mantienen un misterio pero que no representan un esfuerzo de procesamiento mayor, lograrán difundirse con mayor eficacia. De ahí que las conspiraciones representen una tendencia en las redes sociales pues permite entender la existencia de un virus señalando las intenciones ocultas de un grupo de personas. Estas conspiraciones que dan a conocer las causas o los intereses ocultos de personas conocidas, son exitosas en términos de su difusión debido a que permiten explicar e identificar el origen del SARS-CoV-2. La presencia de rumores en Internet no solo demuestra el intercambio de teorías y explicaciones de una enfermedad novedosa en un ámbito intelectual; demuestra cómo la existencia de representaciones culturales tienen repercusiones en el cuerpo humano y su cuidado, así como a la definición de espacios y objetos que son constantemente evocados por los rumores de contagio.

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8 Se habla de cientos de municipios, a nivel nacional, que han cerrado para evitar el contagio

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9 https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public/myth-busters

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11 https://www.eluniversal.com.mx/estados/suman-42-muertos-por-ingerir-alcohol-adulterado
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16 https://www.animalpolitico.com/elsabueso/cloro-lluvia-sanitizar-coronavirus-falso/

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ANTROPOLOGÍA AMERICANA, vol. 6, núm. 11 (2021), pp. 11-30 ISSN (impresa): 2521-7607 ISSN (en línea): 2521-7615