RURALIDADES INTERRUMPIDAS. EL COMPORTAMIENTO DE LOS CICLOS AGRÍCOLA Y FESTIVO EN TIEMPOS
DE PANDEMIA
1

Hernán Javier Salas Quintanal

Instituto de Investigaciones Antropológicas,

Universidad Nacional Autónoma de México (unam), México

correo electrónico: hsalas@unam.mx

Recibido el 15 de julio de 2020; aceptado el 6 de septiembre de 2020

Resumen: El año 2020 ha sido muy diferente para los pueblos rurales del sur de Tlaxcala. Ante la pandemia mundial por la expansión del nuevo coronavirus, las medidas de contención se han centrado en el aislamiento social. En consecuencia, se interrumpieron los ciclos ceremonial y agrícola, fenómenos a los que se suman otros, como la presión sobre la tierra, el deterioro de la calidad de los alimentos, de las relaciones comunitarias y el desplazamiento laboral de los habitantes rurales. El objetivo de este artículo es analizar las afectaciones del distanciamiento social sobre las interacciones sociales y reflexionar acerca del comportamiento de las comunidades para hacer frente a la pandemia y después de ésta. Junto con el análisis conceptual, aportaré información etnográfica, documental y de fuentes oficiales y científicas.

Palabras clave: coronavirus, campesino, alimentación, salud rural, Tlaxcala.

INTERRUPTED RURALTIES. THE BEHAVIOR OF THE AGRICULTURAL AND FESTIVE CYCLES IN PANDEMIC TIME

Abstract: 2020 has been very different for rural villages in the south of Tlaxcala. In the face of the global pandemic due to the spread of the new coronavirus, containment measures have focused on social isolation. Consequently, the ceremonial and agricultural cycles were interrupted, phenomena to which others are added, such as the pressure on the land, the deterioration of the quality of food, of community relations and the labor displacement of rural inhabitants, who have decades. The objective of this article is to analyze the effects of social distancing on social interactions and reflect on the behavior of communities to face the pandemic and after it. Along with the conceptual analysis, I will provide ethnographic, documentary and official and scientific sources information.

Key words: coronavirus, peasant, food, health rural, Tlaxcala.

 

Introducción

Cada 15 de mayo, seguramente desde la época colonial, campesinos, labradores de la tierra, los agricultores y en época reciente ejidatarios, se reúnen en sus campos para festejar a San Isidro Labrador, santo patrón de los agricultores, asociado con el ciclo agrícola. El Santo, que vivió en el siglo xi en la villa de Madrid, España, se dedicaba a cultivar la tierra; su popularidad cohesionó de tal manera a los madrileños que fue declarado patrono de la entonces villa desde principios del siglo xvii cuando fue canonizado.2 Hasta el día de hoy, en el mes de mayo acontecen las fiestas en ese país, es su honor.

En los campos del centro de México, a través de sus sistemas organizativos y del Comisariado Ejidal,3 los campesinos celebran también, su propio día. En medio de los campos de cultivo, huertos y parcelas se ha construido una pequeña capilla con una imagen de San Isidro. Para la conmemoración, bastan algunas sillas y una lona que ayuda a sobrellevar el sol quemante de esas fechas y las posibles lluvias que son aclamadas por los concurrentes. Algunos pueblos acuden con la figura del santo que mora en cada templo o estandartes con su imagen y las de otros santos, como San Miguel Arcángel al que también le asiste un gran aprecio por el agua. Tierra y agua están de fiesta, es el momento de bendecir estos elementos que la naturaleza ha provisto y agradecer sus frutos. El calendario marca las primeras lluvias y la siembra ha iniciado. Se come y se brinda, los habitantes se congregan a la misa oficiada por el sacerdote de algún pueblo cercano, se prepara comida tradicional como el mole y tamales; y la convivencia continúa por la tarde, acompañados de un buen pulque de fabricación local. Se finaliza con un ritual para agradecer la faena, la siembra, los aperos de trabajo y al mismo tiempo rogar para que caiga la lluvia, se rieguen los terrenos, existan buenas condiciones climáticas, se obtenga la mejor cosecha, y también buenas condiciones de mercado y precios para sus productos. El festejo tiene igualmente un fin social: convivir, compartir, recordar y conversar.

Como santo de las buenas cosechas, ayuda a escoger las mejores semillas y proporciona las aguas requeridas, en el México rural San Isidro es profundamente popular. México sigue siendo un país agrícola, con grandes extensiones de campos cultivados. Su base alimenticia es el maíz, que posee una presencia simbólica relacionada con el ciclo ceremonial festivo y social, y proporciona acervos nutricionales para el autoconsumo y el intercambio. Su importancia es tal que depende de recursos generados fuera de la localidad por las familias, cuyos miembros los obtienen en los diferentes mercados de trabajo.

El año 2020 ha sido diferente. Ante el elevado número de casos y la velocidad de transmisión y de contagios por el nuevo coronavirus,4 en el primer trimestre del año se declara el brote de este virus como una pandemia mundial, es decir, que ataca a las poblaciones humanas de casi todos los países. Las naciones del mundo, incluyendo México, debieron tomar una serie de medidas de contención centradas fundamentalmente en el aislamiento social. En consecuencia, no hubo celebración de San Isidro en los campos, tampoco misa, bendiciones, romerías, festejos colectivos, comida ni peregrinaciones. Como nunca, este año se interrumpió la celebración del ciclo ceremonial, la cosecha esperada es incierta para satisfacer las necesidades de autoconsumo e intercambio. El uso y apropiación del territorio toma otros rumbos.

Sumado a esta circunstancia sanitaria, en las últimas décadas de manera progresiva hemos observado aumento de la presión sobre la tierra, el deterioro en el consumo de alimentos y el desplazamiento de los proyectos colectivos al interior de las familias rurales, pero persisten las interacciones e intercambios religiosos suscitados por atávicas relaciones de reciprocidad que se materializan en una serie variada de festividades comunitarias.5 Derivado de creencias compartidas, se interconectan pueblos rurales, colonias urbanas tradicionales y poblaciones cotidianamente amparados por diferentes instituciones como el compadrazgo de bautizo, matrimonial y funerario, la reciprocidad, la vuelta de mano, la ayuda mutua, las redes de parentesco, la amistad y la vecindad. Se trata de decenas de pueblos de variadas localidades, que se integran a un sistema regional de intercambio cívico y ceremonial.

En esta contingencia, es pertinente reflexionar acerca de las maneras que los habitantes tienen para mantener los intercambios simbólicos, y preguntarse si el trastocamiento de estas instancias de la colectividad, que han dado lugar a una integración social en el tiempo y en el espacio y han permitido la territorialización de redes sociales que son valoradas por sus miembros, podrán superar los cambios de la coyuntura generados por este infortunio. El propósito de este artículo es presentar el caso de pueblos rurales de Nativitas, en el estado de Tlaxcala, que han visto detenidas sus relaciones comunitarias, interrumpidos los ciclos productivos y simbólicos, afectando el apego que genera el territorio y su eficacia para otorgar sentidos de pertenencia. El objetivo es analizar las interacciones religiosas y comunitarias asociadas a la apropiación material del territorio, la producción de alimentos y reflexionar sobre su comportamiento para hacer frente a los tiempos de pandemia y después de ésta. Junto con el análisis conceptual, aportaré información etnográfica, documental y recuperada de fuentes oficiales y científicas.

Discontinuidad y cambio en la territorialidad y en el intercambio

Los cambios culturales toman tiempo, a veces solamente se logran apreciar después de varias generaciones y se registran en la historia oral y en la memoria, que a la vez dan continuidad a la cultura de un grupo. No cabe duda que esta premisa, que ha sido una certeza de la antropología que estudia el cambio y la continuidad cultural, ahora se comienza a atenuar. Para entender los cambios culturales, es cada vez más preciso analizar los diversos movimientos de población,

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Figuras 1 y 2. En las parroquias, santuarios y templos católicos asentados en pueblos rurales suele encontrarse la figura de San Isidro Labrador. La imagen de la izquierda se ubica en el templo de San Rafael Ixtapalucan, Tlahuapan, Puebla; la de la derecha en Jesús Tepactepec, Nativitas, Tlaxcala. Fotografía: Hernán J. Salas

 

 

la movilidad laboral y la extensión de las interacciones sociales. En este momento, es preciso agregar otro fenómeno caracterizado por el distanciamiento social que en corto tiempo ha tenido efectos que interpelan a la antropología.

Desde luego que los cambios nunca son tan abruptos. Hemos descrito cambios económicos que derivan de políticas públicas e imposiciones del modelo de desarrollo a los que estas poblaciones deben adaptarse, en cambio los sistemas de creencias, de parentesco y sociales suelen responder y ajustarse lentamente a diferentes contextos. Cuando buscamos entender y describir las sociedades rurales y sus poblaciones, el intercambio y el territorio han jugado un papel fundamental, tanto como el carácter comunitario y sus particulares colectividades y colectivización de sus actividades habituales. El intercambio mueve a la población, el territorio es el espacio donde dichos movimientos quedan registrados y el colectivo ha sido central en las formas y estrategias de sobrevivencia.

En particular, el intercambio y las interacciones consisten en formas de integración social que traspasa las meras transacciones mercantiles, van más allá de éstas, y en los pueblos suelen anclarse en ancestrales relaciones personales, parentales y de convivencia grupal y social que involucran la colaboración, la necesidad y la confianza en el llamado capital social;6 las interacciones sociales en los grupos rurales conforman particulares vínculos colectivos en los que se insertan quehaceres básicos como la satisfacción de necesidades alimenticias y de sociabilidad, las formas de ganarse la vida (Narotsky, 2004) y la reproducción en todas sus dimensiones.

Así concebido, el intercambio nos permite situar a los individuos en redes de relaciones interpersonales en las que se encuentran articulados, y dentro de éstas, en su operación podemos entender que las interacciones sobrepasan el mero canje de mercancías y dinero, y observar que pueden estar constituidos por afectos, ideas, concepciones del mundo, creencias, objetos que permiten a las personas ser parte de sistemas sociales, redes de pertenencia que marcan los derechos y las obligaciones con el grupo.

Estos sistemas sociales se encuentran materializados, moran y dejan marcas en un territorio. En este sentido, el territorio se conforma ambientalmente, es construido y apropiado por los humanos en una combinación que integra los elementos geográficos, físicos, bióticos y antrópicos donde se inscribe la cultura de las sociedades. En su paso, la sociedad deja huellas en este territorio, huellas que conforman un conjunto observable que congrega creencias, prácticas, objetos, diseños y tecnologías de una sociedad en particular y donde ésta produce y reproduce su cultura (Crang, 1998). Sin embargo, a partir de la definición de Raffestin, y de considerar que el territorio es el espacio en el que se ha proyectado trabajo, información y energía, revela, en consecuencia, relaciones marcadas por el poder y, por lo tanto, asimétricas y potencialmente conflictivas (Raffestin, 2013).

En otros términos, los territorios son concebidos como paisaje (Santos, 2000) y como patrimonios (Linck, 2001), ponen en evidencia las dimensiones materiales y simbólicas de las relaciones sociales y de poder de cada cultura, es decir, tienen un doble cometido, utilitario con el fin de conservar al grupo y al mismo tiempo valorar y simbolizar el territorio para construir su identidad y ejercer la pertenencia del grupo. Buenos ejemplos de esta territorialización de la sociedad con fines prácticos y afectivos lo constituyen las fiestas patronales, los carnavales, las conmemoraciones, los festejos y las peregrinaciones. Estos acontecimientos son expresiones de la colectividad, actualizan la memoria, otorgan sentido a las acciones y construyen referentes de identidad y cohesión social (Salas y Velasco, 2013).

De esta manera, la territorialización define la construcción de las relaciones sociales en el espacio con un sentido de pertenencia, y la desterritorialización ocurre cuando la población pierde el control de su territorio afectado por otros grupos, personas y autoridades. Esta pérdida de control también puede ocurrir por procesos externos al conjunto de la sociedad, como un desastre natural o social o una pandemia mundial. Rogério Haesbaert (2013) considera la idea de desterritorialización ligada a una “reterritorialización” en el sentido de considerarla como un proceso de cambio, a partir de la reconstrucción de las relaciones espaciales. Esta transformación, a veces radical, puede llevar a una precarización social, en este caso por causas mayores como la pandemia, junto con la posibilidad de reconfigurar la territorialidad, es decir, pensar de forma más compleja el cambio sociocultural, sin considerarlo devastador, como un nuevo orden. Milton Santos, considera esta variable transformadora. Define el espacio como el conjunto de relaciones que representan una historia escrita por procesos del pasado y del presente, es decir, un conjunto indisoluble de objetos y sistemas de acciones que se acumulan en el paisaje, el cual lo concibe como una construcción transtemporal, un conjunto de formas materiales creadas en diferentes momentos que coexisten en el momento actual (Santos, 2000).

Interacciones y territorialización conforman los componentes básicos de las identidades sociales, la construcción de las fronteras y el sentido de pertenencia que éstas construyen, y generan una tensión permanente entre cohesión y fragmentación social. Estas fronteras, que son los contornos de la identidad, son el inicio de la segregación, de la separación, el borde de los capitales sociales, pueden estar en el límite de las alianzas y ejercer en el sujeto un sentido de conservación de sí mismo y de su propia especie. Así, los contornos de la identidad conforman un continuum entre dos polos, el de la fragmentación y el de la cohesión. El primero pone en riesgo la ruptura del lazo social, la integración, la solidaridad, se aleja del eje de la cooperación, de la construcción de una conciencia colectiva que comprende una cultura y metas comunes atravesadas por relaciones de interdependencia. En el segundo, en el otro extremo, se establece la cohesión con base en los vínculos de colaboración, lazo social que se fortalece con intercambios recíprocos. Aquí radica la importancia de reflexionar sobre las actuales estrategias que favorecen el aislamiento social y que buscan, paradójicamente, la conservación de la especie.

En el contexto de desastres naturales, que suelen ser sociales, es común que se despierte la colectividad, la cooperación y la solidaridad, sin embargo, en el caso de conflictos sanitarios, como el actual, la respuesta es orientar la vida social hacia el aislamiento y “distanciamiento social”. Aquí es donde surgen tres cuestionamientos. El primero se refiere a la continuidad del grupo, cuyos fundamentos se basan en formas de organización comunitaria y un calendario de acciones colectivas, como el ciclo festivo que gira en torno a un santo, a una creencia y a un ritual, y en un sistema que tiene elementos tradicionales e históricos con capacidad permanente de innovación y apropiación de influencias culturales de su entorno, que no se reducen únicamente a los elementos religiosos.

El segundo, cuestiona la posibilidad de disolución de esas relaciones comunitarias y de los mecanismos que posee el colectivo como medios para confirmar la pertenencia al pueblo y, de esta manera, validar las identidades locales; y en tercer lugar preguntarse ¿cuál será?, en este contexto de transformaciones, las bases a partir de la que se establecerán nexos duraderos con otros pueblos, redes de relaciones que requiere ser alimentadas. Frente a la vulnerabilidad de los espacios de pertenencia que devienen de transformaciones profundas, el tercer momento es la reterritorialización, una reorganización del sistema social que solamente se puede anclar en ideas compartidas, historias comunes, costumbres e imaginarios sobre el futuro que están guardados en la memoria y en los acervos culturales, y provienen de la religión, la magia, la ideología, el conocimiento y los saberes, con el fin de resignificar la existencia de las comunidades de origen y actuales.

Nativitas, su agricultura y economía. La importancia del ciclo agrícola

En Nativitas, ubicado en el centro del valle Puebla-Tlaxcala, la agricultura es una tradición desde antes de que las creencias y costumbres católicas llegaran a estos territorios. Después de variados y diversos sistemas de organización territorial y agrícola, durante aproximadamente los últimos 100 años, el ejido ha constituido la principal forma de tenencia de la tierra laborable en todo el centro de México, ha sido la base territorial de la organización social, el acceso a los medios de subsistencia y áreas residenciales donde habitan los pobladores del campo, y la plataforma política de los grupos campesinos y de las poblaciones rurales de gran parte del país. En Nativitas el primer ejido se conformó en 1919,7 y desde entonces ha sido la base material de sus relaciones comunitarias, donde convergen el ciclo festivo, el calendario agrícola y la reproducción de relaciones de parentesco y socio-religiosas.

El municipio de Nativitas está conformado por 13 localidades, comunidades o pueblos históricamente formados en torno a las tierras de cultivo que después se formalizaron en 12 ejidos. Hoy operan como presidencias de comunidad, reconocidas por la Constitución del Estado de Tlaxcala.8 Además, la población se agrupa en algunas colonias, San Miguel Tlale, Santa Clara Atoyac, Ex hacienda Santa Elena y Ex hacienda Segura, que no cuentan con participación en los ejidos, aunque algunas de estas familias poseen pequeños terrenos particulares (ver mapa de localidades).

El destino de estas poblaciones y del reparto agrario en una región altamente productiva no era solamente la producción de alimentos. A mediados del siglo xx, el país se inserta en el modelo nacional de industrialización y sustitución de importaciones con el fin de adecuarse a las condiciones del paradigma desarrollista que se impuso en todos los países latinoamericanos (Cardoso y Faletto, 1971).9 En los años sesenta, el gobierno federal, en concordancia con
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Figura 3. Mapa de localidades del municipio de Nativitas, Tlaxcala.

Fuente: elaboración de Celia López (2014)

 

 

los de Tlaxcala y Puebla, crearon las condiciones para el establecimiento de un corredor industrial en el valle Puebla-Tlaxcala, una región aventajada por la abundancia, diversidad y disponibilidad de fuerza de trabajo; por la presencia de recursos naturales adecuados, por la infraestructura vial, de comunicaciones, de transporte y ferroviaria entre la capital del país y la región del Golfo de México que allanaban el acceso a los mercados urbanos e internacionales.

El reparto de las tierras agrícolas y el reforzamiento de las economías de subsistencia se ajustó con este modelo de industrialización. Permitió establecer entidades familiares de producción, fortalecer la milpa y otros cultivos que hacían posible sufragar una parte de la reproducción de la mano de obra que bajo este modelo se liberaba de antiguos sistemas de control del trabajo que disponían las haciendas. El corredor se fraguó con el montaje de industrias automotriz, química y alimentaria, a las que posteriormente se agregaron las de cerámicas, refrescos, autopartes, vestiduras, textiles y del vestido, entre otras.

Esta etapa fue posible gracias a la producción agrícola básica, que lo mismo alimentaba a las familias rurales para costear su obrerización que, a las clases urbanas, haciendo posible devengar bajos salarios industriales. De la transferencia de trabajo rural a las industrias regionales, se sumaron luego las migraciones a las ciudades cercanas a la misma Ciudad de México, como al país del norte, y estas cambiantes y rudimentarias unidades domésticas familiares, campesinas y obreras al mismo tiempo, comienzan a transformarse en espacios de producción, consumo y refugio de fuerza de trabajo que se incorpora a los mercados laborales únicamente cuando es requerida. Tempranamente, la región articula dinámicas agropecuarias e industriales (Pérez y Valdivieso, 1990; Terrazas, 2005) que fueron reflexión de teóricos que analizaron la expansión del capitalismo en las sociedades agrarias tradicionales (Wolf, 1982; Meillasoux, 1981; Roseberry, 2002).

En el último registro, los 12 ejidos de Nativitas agrupaban un total de 2 138 ejidatarios (RAN, 2008). La superficie ocupada por los ejidos es de 2 944 h de las cuales 2 582 son aptas para la agricultura (Instituto Nacional de Estadística y Geografía —inegi, 2007) de un total de 4 218 h cultivadas el año 2008 en el municipio (Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera —siap, 2020). Los cambios en las estructuras de cultivos del municipio han sostenido la relación complementaria agricultura-industria desde los inicios del corredor y el papel que ha jugado el esquema de autosubsistencia de la producción ejidal, centrada en la milpa, como veremos ha quedado marcado en este territorio, donde por ejemplo, el trigo, producto central en la economía hacendaria, fue perdiendo presencia después de los años cincuenta del siglo xx, cuando comienza a incrementarse la superficie de maíz. Otro ejemplo de los cambios en los cultivos fue la introducción y ampliación del cultivo de forrajes (alfalfa y maíz forrajero) desde 1970, que corresponde a la época en que la actividad ganadera y la crianza de animales domésticos en las economías campesinas se volvió vital para satisfacer parte del autoconsumo y de las necesidades sociales.

En el uso de la extensión territorial del municipio de Nativitas es evidente su vocación. 77% del territorio es apto para la agricultura, 14% se utiliza en la zona urbana y residencial, ocho por ciento es ocupado por pastizal y uno por ciento en bosque (inegi, 2009). En las tendencias de uso de la tierra arable, el maíz ha sido el principal cultivo. En 1960 se cultivaron 5 101 h, de las cuales
3 590 se ocuparon para cultivo de maíz, lo que representaba 70% de la superficie laborable (Dirección General de Estadística —DGE, 1965), orientación que se mantiene en el presente (Tabla 1).

 

Tabla 1

Superficie de principales cultivos de autoconsumo en Nativitas

Año

Modalidad

Superficie
cultivada total (h)

Maíz forrajero

Maíz grano

Frijol

has

%

has

%

has

%

2008

Riego

1 856

36

1.9

1 185

63.8

41

2.2

Temporal

2 362

19

0.8

1 753

74.2

176

7.4

Total

4 218

55

1.3

2 938

69.6

217

5.1

2018

Riego

1 742

42

2.4

1 128

64.7

60

3.4

Temporal

1 782

27

1.5

1 151

64.5

218

12.2

Total

3 524

69

1.9

2 279

64.6

278

7.8

Fuente: siap (2020)

 

La milpa es mucho más que cultivar maíz. Su complejidad debe entenderse como una práctica desde tiempos prehispánicos. Combina maíz, calabaza y frijol con hongos del maíz (huitlacoche), insectos (chapulines), gusanos (chinicuiles), hierbas silvestres (verdolagas y quelites) y reporta una base alimenticia que complementa fibras, vitaminas y proteínas. La milpa se resiste a ser desplazada, aunque para ello tenga que depender cada vez más de recursos externos, sortear las cambiantes condiciones agroecológicas y su supervivencia obedezca fundamentalmente al ciclo ceremonial.

Con el inicio del corredor industrial, el ingreso del país al comercio mundial de productos agrícolas produce un debilitamiento del comercio interno, de manera que las unidades campesinas se vuelcan a promover productos básicos y de subsistencia, como frijol y maíz. En algunas unidades, estos cultivos van acompañados de otros más comerciales que serán secundarios en el uso de la tierra cultivable, como hortalizas, chiles y amaranto, pero centrales para ingresar al mercado local de productos. Los datos censales permiten apreciar la evidente importancia del cultivo de maíz en las parcelas ejidales desde la segunda mitad del siglo pasado hasta el presente; es el cultivo que ocupa la mayor parte de la superficie arable del municipio, y lo mismo sucede en todo el estado de Tlaxcala.10

En 2008 el maíz grano de riego presentó un rendimiento de 2.7 t/h y una tonelada tenía el valor de $2 999, mientras que el de temporal rindió 1.7 t/h con un precio de $2 198 por tonelada. En 2018 el rendimiento del maíz grano de riego fue de 4.3 t/h y una tonelada tenía el valor de $3 178, mientras que el de temporal rindió 2.7 t/h con un precio de $3 210 por tonelada. En contraste, el cultivo de más alto precio que se siembra en Nativitas, específicamente en San Miguel del Milagro, es al amaranto, con un valor en terrenos de temporal, el año 2018, de $15 039 por tonelada (siap, 2020).

Desde luego que en la actualidad la milpa ha perdido su riqueza ancestral por variadas razones. Económicamente, por los altos costos de producción y bajo precio de venta del cultivo. Ambientalmente, se han generado plagas, contaminación del agua de riego y un clima que bandea entre la sequedad, las eventuales heladas y diluvios sorpresivos que han reducido la diversidad biológica al punto tal que la mayor parte de la cosecha se reserva a forrajes, rastrojo y una pequeña porción para alimentos de la familia. Socialmente, los grupos domésticos han cambiado y los miembros de las familias dependen cada vez más de recursos financieros y laborales generados fuera de la unidad doméstica y de alimentos procesados. Las nuevas generaciones buscan insertarse a temprana edad en sistemas educativos que les aseguren un acceso laboral conveniente, casi siempre fuera del municipio y de las actividades tradicionales. Culturalmente, el cultivo de maíz sigue vigente, así como la concordancia entre el ciclo agrícola y el festivo.

 

 

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Figuras 4 y 5. La milpa y la crianza de animales representan recursos alimenticios con una importante fuente de proteínas, vitaminas y calorías. Fotografía: Hernán J. Salas

 

 

Tabla 2

Ciclo agrícola y estructura de cultivos básicos de pueblos de Nativitas

Especie

Época de siembra

Época de cosecha

Modalidad

Duración del cultivo

Destino principal

Maíz

Abril

Agosto-
septiembre

Temporal

Temporada

Autoconsumo humano y animal

Frijol

Abril

Agosto-

septiembre

Temporal

Temporada

Autoconsumo humano y animal

Amaranto

Abril

Octubre-
noviembre

Temporal y riego

Temporada

Venta a
fábricas
procesadoras

Cebada

Septiembre

Enero

Riego

Temporada

Venta forrajes

Ebo

Septiembre

Enero

Riego

Temporada

Venta forrajes

Avena

Septiembre

Enero

Riego

Temporada

Venta forrajes

Haba

Octubre-
noviembre

Febrero-
marzo

Riego

Temporada

Venta

Alverjón

Octubre- noviembre

Febrero-
marzo

Riego

Temporada

Venta

Alfalfa

 

Enero, mayo y
septiembre

Temporal y riego

3 a 4 años

Venta forrajes

Fuente: Trabajo de campo. Información de los siguientes ejidatarios: G. Ramírez, N. Ramírez y J. Vega, de San Miguel del Milagro; G. Vega, de Santa María Nativitas; D. Sanpedro y N. Hernández, de Santa Elena; I. Hernández, de Jesús de Tepactepec; J. Hernández y E. Piedras, de San Vicente Xiloxochitla

 

El calendario agrícola lo rige el cultivo del maíz (milpa). Casi siempre en el mes de abril se siembra en terrenos que se humedecen con las primeras lluvias, de manera que se realizan las rogativas de aguas de lluvia y de fertilización en varias ceremonias, en la fiesta de la Santa Cruz, el 3 de mayo, y San Isidro el 15. En San Miguel se pide lluvia en las conmemoraciones de la primera (25 de abril) y segunda (8 de mayo) aparición del Arcángel. En septiembre, cuando se termina de levantar la cosecha, se agradece a San Miguel en su fiesta el día 29. Después de levantar la milpa se da lugar a los otros cultivos, la cebada, avena, ebo, haba y alverjón que se cosechan a más tardar en marzo cuando se inicia el barbecho para la milpa.

La importancia que tienen los cultivos de maíz y frijol, es la misma para la crianza de animales (Tabla 3). En la tradicional economía doméstica su cuidado estuvo preferentemente en manos de las mujeres, labor que se incluían entre sus abundantes tareas domésticas. Junto con representar un significativo aporte proteínico en la dieta familiar, los animales siguen teniendo una profunda presencia en las comidas ceremoniales que se ofrecen en las fiestas comunitarias, en las celebraciones familiares como bodas, bautizos, clausuras escolares y son relevantes en el intercambio, cuya venta está casi siempre asociada a emergencias y necesidades de financiamiento de las contingencias del grupo, en el caso de enfermedades o rituales funerarios.

 

Tabla 3

Recursos pecuarios de Nativitas

Especie

2008

2018

Aves (pollos y otras)

4 221

4 491

Bovinos

1 607

7 54

Caprinos

85

112

Guajolotes

966

988

Ovinos

244

518

Porcinos

1 603

1 206

Fuente: Elaboración con base en datos de especies que se transaron en el mercado de carne (siap, 2020).

Nativitas, la importancia cultural del ciclo festivo

En el mes de agosto los campos ofrecen las primeras mazorcas. El maíz tierno es el componente principal para dar inicio a la breve época del chileatole.11 Para la fiesta patronal dedicada a la Virgen de la Natividad, el 8 de septiembre, la cosecha ha iniciado y las familias preparan cientos de tamales que acompañaran el mole, el arroz con verdura y los frijoles guisados. El maíz ha dejado de cumplir un papel central en la alimentación familiar y en la economía doméstica, su continuidad lo ubica, sin embargo, en un lugar central en las ceremonias y festejos comunitarios y familiares, ocasiones en las que se comparte tortillas, atole, pastel de elote, tamales, caldos, y una gran variedad de platillos y guisos. De manera que, y tal como se ha mencionado en otros estudios, la monetarización del trabajo rural, las migraciones y el trabajo en la industria, comercio y servicios, hacen posible el mantenimiento de los habitantes y familias y son, al mismo tiempo, estrategias de reproducción cultural que, en este caso, permiten sostener la siembra del maíz con todo su significado.

En los Tablas 4 y 5, se sintetiza el calendario de celebraciones y el ciclo festivo de los pueblos de Nativitas.

 

Tabla 4

Principales fiestas patronales de Nativitas

Localidad

Patrono o patrona

Fecha

Santa María Nativitas (cabecera municipal)

Santa María

8 de septiembre

Atoyatenco

San José

19 de marzo

Xochitecatitla

San Miguel Arcángel

30 de septiembre

Tenanyecac

San Rafael

24 de octubre

Xiloxochitla

San Vicente

22 de enero

Michac

Santiago

25 de julio

Guadalupe Victoria

Virgen de Guadalupe

12 de diciembre

Tepactepec

Padre Jesús

Variable, el quinto viernes de cuaresma de acuerdo al calendario católico

Analco

San Miguel Arcángel

29 de septiembre

La Concordia

Santo Tomás

3 de julio

San Miguel del Milagro

San Miguel Arcángel

25 de abril

8 de mayo

29 de septiembre (principal)

Capula

San Bernabé

11 de junio

Tenexyecac

San Francisco

4 de octubre

Colonia Santa Elena

Santa Elena

18 de agosto

Colonia San Miguel Tlale

San Miguel Arcángel

29 de septiembre

Fuente: trabajo de campo

Tabla 5

Ciclo festivo común a los pueblos de Nativitas

Celebraciones más comunes en Nativitas

Religiosas

Seculares

Civiles

Festividad

Fecha

Festividad

Fecha

Festividad

Fecha

Santos Reyes

6 de enero

Carnavales

Variable

(feb-mar)

Aniversario de la Constitución

5 de febrero

Virgen de la Candelaria

2 de febrero

 

 

Natalicio de Benito Juárez

21 de marzo

Semana Santa

Variable de acuerdo al calendario católico

 

 

Día del Trabajo

1 de mayo

San Isidro

15 de mayo

 

 

 

 

Santo
Jubileo

Variable

 

 

Día de las madres

10 de mayo

Fiesta de muertos

1 y 2 de noviembre

 

 

Independencia

15 y 16 se septiembre

Posadas

16 a 24 de diciembre

 

 

Día de la Revolución Mexicana

20 de
noviembre

Navidad

25 de
diciembre

 

 

 

 

Fuente: trabajo de campo

 

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Figuras 6 y 7. Carnavales. Fotografía: Hernán J. Salas

Las celebraciones y fiestas de agradecimiento al santo o santa patronal de cada localidad suelen tener características similares, salvo excepciones. Estos elementos se componen de una organización comunitaria y mayordomías compuestas por fiscal, mayor, portero y campanero; cooperación económica de las familias del pueblo y comisiones de la fiesta para la música y danzantes, arreglos florales y decoración de la iglesia, incluyendo el vestuario y ornamentación de la imagen, fuegos artificiales, pirotecnia y quema de castillo, recepción de peregrinos visitantes y comidas colectivas.

La responsabilidad que asumen los habitantes de las localidades en sus comunidades y especialmente en las labores de reproducción del ciclo festivo es significativa. En una encuesta realizada a 248 hogares12 (10%) pertenecientes a seis de los 13 pueblos de Nativitas el año 2014, se registró que 96 jefes de familias habían tenido algún cargo religioso en las comisiones de flores y ornamentación del templo, música o cohetes, para organizar la fiesta patronal de su pueblo, 38 habían sido fiscales, 19 mayores, 22 porteros. Cinco habían ocupado la máxima autoridad en el ejido como comisarios. Otros 30 estuvieron en puestos civiles, en labores de velar por la seguridad de la comunidad bajo diferentes títulos: comandantes, ronderos, vigilantes y tequihua,13 encargados de la comisión de agua potable, luz eléctrica, mantenimiento de la escuela y “faenas”.14

Paralelamente a la fiesta del pueblo, un día determinado, las familias dedican varios días a cocinar los tamales15 para repartir entre los peregrinos que visitan al santo, y mole de guajolote16 para la comida que en cada casa se ofrece a

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Figura 8. Las peregrinaciones suelen llagar en bicicletas, camionetas, caballos, caminando. Imagen de una peregrinación en Nativitas. Fotografía: Hernán J. Salas

 

 

familiares, amigos, vecinos y compadres, en signo de reciprocidad e intercambio. Estas familias recibirán invitación a los moles y a la preparación de la comida tradicional propia de sus localidades el día que corresponda en su calendario festivo, generalmente de otras localidades del municipio o de entidades y regiones vecinas y distantes.

Tanto los moles, como los tamales, requieren de una preparación colectiva que toma varios días, desde recolectar los ingredientes, ir a la molienda, cocer los totoles (guajolotes o pavos pequeños), pollos, presas del cerdo, además de guisar las verduras, el arroz y los frijoles, moler el maíz y preparar los tamales. La cocción y preparación del mole se hace en cocina de leña y puede tardar varias horas, en una gran cazuela de barro en la que no se puede dejar de revolver. Mientras tanto, el resto de la familia, particularmente las mujeres ubican y adornan las mesas, bajo una gran carpa que los hombres han colocado el día anterior, los chicos limpian el patio, preparan y calientan las tortillas y enfrían los refrescos para recibir a los comensales. Los invitados han pasado a rendir culto y a veces peregrinado en honor del santo o santa patrona, antes de llegar a la comida.

Así como en la fiesta de San Isidro se dedica un momento para agradecer y rogar por la fertilidad de las siembras, en las de San Miguel se bendicen semillas que se utilizarán en el siguiente ciclo agrícola. En Nativitas hay cuatro pueblos

 

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Figuras 9 y 10. El mole se prepara en una gran cazuela de barro en la cocina de leña; los tamales se cuecen al vapor. Fotografía: Hernán J. Salas

 

dedicados a la figura del Arcángel,17 una imagen sincrética de un guerrero que simboliza al mismo tiempo el sacrificio y la fertilidad, por eso se relaciona con la abundancia, la calidad del agua, las ceremonias agrícolas y la importancia cultural de esta actividad productiva. En el santuario de San Miguel del Milagro, la fiesta es al mismo tiempo un referente de identidad socioreligiosa y destino comercial con un gran mercado que ofrece una gran variedad de alimentos, bebidas refrescantes y alcohólicas; artículos para el hogar, ropa y calzado, dulces tradicionales y pan de fiesta, productos regionales, discos compactos de música y películas; dispositivos electrónicos, artículos y accesorios de belleza; juguetes tradicionales; y por supuesto artículos religiosos, imágenes, estampitas, rosarios, medallitas, escapularios, inciensos. El mercado es también la posibilidad de que las poblaciones de la región intercambien, de diversas maneras, sus productos, mercancías locales y globales, imágenes, afectos, recuerdos.

Un ejemplo de la significativa importancia de estas interacciones son las peregrinaciones y la presentación de imágenes de santas y santos patronos, las que buscan ser bendecidas en su encuentro con el Arcángel. Durante un año San Miguel es visitado al menos por 134 peregrinaciones que vienen portando imágenes de los santos patronales de sus respectivos pueblos,18 muchos de los cuales serán visitados por una comisión de la comunidad, en un acto explícito de reciprocidad e intercambio socio-religioso.

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Figura 11. La fiesta patronal del Arcángel San Miguel es masiva. Imagen de la misa en el atrio del Santuario de San Miguel del Milagro. Fotografía: Hernán J. Salas

 

 

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Figura 12. Densidad de las peregrinaciones anuales al santuario de San Miguel del Milagro. Fuente: Salas (2010)

 

La fiesta es un esquema de representaciones en el que cada individuo y cada pueblo, cofradía, colectivo, asociación, comunidad y grupo visita al santo con el fin de venerarlo y, al mismo tiempo, intercambiar productos y creencias, se encuentran insertos en un sistema de interacciones con otros sujetos y pueblos, conformando una red social territorializada en el peregrinaje, en la propia comunidad, en el espacio del mercado, en la visita de vuelta, en las redes de relaciones y de pertenencia, unidades socialmente significadas en las que se actualizan las confianzas, las lealtades, la cohesión social, se otorga sentido a la vida comunitaria y se asientan las identidades colectivas. De esta manera, es una tradición que cumple su cometido, honra la memoria para enlazar las diversas generaciones, recuperando el pasado, otorgándole significado a la reproducción social y a las nuevas condiciones de existencia.

En su estudio sobre intercambio económico con fines de integración urbana en una colonia de la Ciudad de México, Nicolás Gissi comenta que en la reproducción social se diferencia entre el intercambio de dones y de mercancías, entre estatus y valor, entre el crédito basado en maximizar el número de deudores, quienes en actos de reciprocidad el don es devuelto a veces con excedentes y el basado en la maximización de beneficios monetarios; y que estas formas de intercambio se refuerzan en épocas de crisis económicas (Gissi, 2009).

No cabe duda que las razones que motivan las interacciones van cambiando con el tiempo y las circunstancias. Los sistemas sociales contemporáneos, como el expuesto en este trabajo, requieren especial atención cuando en su interior coexisten formas de intercambio simbólico y mercantil,19 cuyo peso está definido por el valor de uso y el valor de cambio, lo que deja en evidencia que en las sociedades locales los propósitos culturales están presentes lo mismo que los criterios de cálculo, beneficio e interés, como quiera que estos sean tasados. Esto ocurre especialmente en épocas de dificultades económicas globales. Como señala Godelier (1989: 222): “…en los períodos de crisis profunda, de mutaciones, de transición de un sistema económico a otro, la cuestión del peso, de la importancia de las instituciones en la reproducción de la sociedad, aparece explícitamente en la conciencia y en la práctica social”.

El ciclo ceremonial y de festividades comunitarias y familiares no podría cumplirse de la misma manera sin las acciones colectivas, sin los alimentos y productos de los grupos domésticos que conforman las comunidades. La fiesta patronal en los países de América Latina está ligada al origen de sus

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Figura 11. La fiesta patronal suele concluir con fuegos artificiales. La imagen muestra la preparación del castillo pirotécnico, en San Miguel del Milagro. Fotografía: Hernán J. Salas

 

 

pueblos, a la creación de los pueblos y a la religión católica. En su inicio,
cada pueblo se fundó bajo la advocación de un santo o santa titular que les protege, algunos tomaron su nombre sin perder su identificación toponímica original, por eso es tan importante, concierne a la existencia de una creencia que tiene que ver directamente con la preservación del colectivo. La fiesta es religiosa, se conmemora, se ruega y se agradece, y al mismo tiempo es secular, incluye danzas, desfiles, presentaciones musicales, juegos y fuegos artificiales como los tradicionales toritos y castillos, competiciones y venta de todo tipo de artículos. Es una institución tan enclavada en la población que, incluso los migrantes, han viajado con ella, la han reproducido como si estuvieran en sus comunidades de origen, y de esta manera las podemos ver en los pueblos y colonias que han conformado la gran Ciudad de México, y en los barrios mexicanos de algunas ciudades estadounidenses.

En la encuesta referida, se cuestionó a los miembros de las familias de 248 hogares sobre las “cooperaciones” que realizan a sus comunidades para la operación del ciclo festivo y otras funciones que la comunidad resuelve para sus miembros. Las aportaciones suelen ser en dinero, muy pocos registraron que en vez de dinero ofrecieran trabajo comunitario, generalmente jefas de hogar madres solteras o viudas que se encargaron de limpieza de calles o de la plaza local. Todas las familias entrevistadas señalaron que cumplen con las cooperaciones religiosas para la fiesta patronal, Semana Santa, Santo Jubileo, Virgen de Guadalupe y en las posadas; además todas colaboran con los servicios de agua potable, obras públicas cuando corresponde y mantenimiento del panteón. En contraste, antes de la pandemia, únicamente 17 familias cooperaron para la fiesta de San Isidro, lo que permite apreciar que algunos ejidatarios mantienen una tradición que seguramente se va perdiendo en la medida que la agricultura familiar se debilita. Después de 2020 no sabemos si la fiesta de San Isidro quedará en el olvido o si bien va a continuar ni con qué características.

Las poblaciones mayores, jubilados de otros sectores de la economía que han regresado a trabajar en sus parcelas, se han encargado de la milpa y de la crianza de animales de granja y domésticos para reproducir el ciclo festivo. La persistencia de este pequeño espacio productivo y del cultivo principal es la muestra de su apropiación, apreciación, simbolización y significación por la población donde se conjuntan valores culturales que involucran la producción, el trabajo de la tierra, el arraigo, la simbolización del espacio, la convivencia familiar, las festividades y las relaciones colectivas y comunitarias.

Hoy día, la agricultura de autoconsumo en pequeña escala y de tradición campesina puede ser insuficiente para satisfacer las necesidades alimentarias y de consumo de las familias de ejidatarios, sin embargo, no pierde su significado productivo y cultural. Los poblados rurales dejan de ser únicamente centros del mercado local para el intercambio de productos agrícolas, pecuarios, animales, vegetales y algunas artesanías, y pasan a ser núcleos comerciales, en los que abundan los llamados cibercafés, las estéticas, las tiendas de abarrotes, verduras, licores, ropa y zapatos, carnicerías, oficinas públicas que ofertan los programas de ayuda estatal, trabajos precarios y flexibles y rutas migratorias. Las sedes administrativas del poder local (ayuntamiento y junta auxiliar) han substituido las estructuras ejidales sin desplazar completamente su sentido agrarista, la administración de las aguas de irrigación, la distribución de insumos ni el intercambio de sus productos. Los espacios religiosos, capillas, iglesias, parroquias, santuarios, continúan cumpliendo su papel como centros de expansión de la sociabilidad y la convivencia.

A modo de reflexión. La pandemia y otras epidemias

En los últimos meses ha quedado demostrado, entre las poblaciones vulnerables, que la verdadera pandemia mundial es el hambre y la pobreza multidimensional, material y ambiental, y que ésta no se reduce a los últimos meses, sino que se ha convertido en estructural. Estas condiciones tienen consecuencias que se expresan en la vida cotidiana de las personas y familias: la malnutrición como un problema de salud pública que resulta ser mucho más grave que el contagio de coronavirus. El erosionado y adelgazado estado nutricional de las poblaciones no se refiere solamente a la escasez de alimentos, sino a la calidad de los mismos y de los que son accesibles a la mayoría. La disponibilidad de alimentos procesados y refinados industrialmente son los más baratos y su distribución, a través de amplias cadenas comerciales, cubre los mercados locales de los lugares más apartados. A este fenómeno, que afecta la vida diaria de las familias en sus estrategias de vida, debemos sumar fenómenos menos perceptibles. La calidad de los alimentos también es consecuencia de la inseguridad alimentaria, del cambio climático que ha reducido áreas cultivables, de la homogeneización agrícola, de la llamada dieta posmoderna,20 de la manipulación de genética de vegetales, del uso exagerado de agroquímicos, de la agroindustrialización de alimentos, de la expansión de agricultura agro-comercial que busca generar commodities como soja y maíz para biocombustible en vez de bienes alimenticios. El argumento que hemos presentado en este artículo hace referencia al debilitamiento de la agricultura familiar, de los lazos sociales y comunitarios y de la identidad colectiva como mecanismos que contribuyen a configurar acciones colectivas frente a desastres como la pandemia que estamos experimentando.

En las poblaciones rurales, tal como hemos señalado en las páginas anteriores, los frutos de sus parcelas, la recolección de vegetales y diversos tipos de fauna y la feracidad milpera, generadora de productos por excelencia para su alimentación parece haber quedado en el pasado, desplazados por envasados, congelados, comerciales, ultraprocesados, convertidos en materias primas de la industria de alimentos, o en los anaqueles de mercados especializados en productos genuinos, naturales, autóctonos, tradicionales, naturistas y veganos. También las relaciones comunitarias y la colectividad van quedando en el pasado. Aquí habría que matizar, pues se ha reorientado la política de apoyo a la producción que, ciertamente, fue abandonada por los gobiernos neoliberales de las últimas décadas.

 

En la actualidad, son varias generaciones las que han cambiado sus formas de alimentarse y además han sido empujadas a construir una sociedad individualista, de manera que se han acumulado varios trastornos en las formas de producir, distribuir y consumir alimentos. La pandemia encuentra a la población con males y dolencias que devienen de las últimas décadas. Afecciones cardíacas, sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión arterial, males cardiovasculares, pulmonares, renales y hepáticos, entre otros, han sido señalados, por los especialistas, como agravantes ante los contagios por coronavirus, y existe una relación directa con las muertes por COVID-19. La contingencia sanitaria, como otras catástrofes humanas puede enfrentarse con sociedades organizadas, con acciones colectivas y, en el caso del papel que juegan las poblaciones rurales, con la producción y un consumo óptimo de alimentos saludables, ricos en antioxidantes, vitaminas, fibras y proteínas, además de aumentar diariamente el número de ingestión.

Las políticas de contención mantienen un modelo construido por décadas, que busca privilegiar y dar prioridad a las corporaciones y empresas transnacionales que tienen a los gobiernos como sus principales aliados, desdeñar los productos de la agricultura familiar, fomentar, a través de diversos medios, la creencia de que los alimentos más sanos y ofertados bajo estrictas medidas de seguridad higiénica se encuentran únicamente en las grandes cadenas de supermercados que toman la temperatura en las entradas, disponen de gel antibacterial, utilizan plástico protector, higienizan las instalaciones, tiene vigilancia, etc., en contra de mercados locales agroecológicos, rurales y populares que se consideran sucios, que avivan un imaginario en los consumidores alimentado por la desinformación que va en contra de robustecer su responsabilidad y preocupación por una alimentación adecuada. Sería muy conveniente que estas consideraciones se tomaran en cuenta en los esquemas gubernamentales de apoyo al campo, así como en la ejecución del actual programa “sembrando vida”.

La pandemia ha visibilizado la crisis de los sistemas de salud y seguridad social; la discriminación de los campesinos; la desigualdad de género en el confinamiento de las familias; el racismo que ha generalizado la idea de que la COVID-19 afecta a las poblaciones más pobres, sean rurales o urbanas, indígenas, afrodescendientes o que proviene de los orientales o extranjeros por sus hábitos higiénicos; la desnutrición y malnutrición de las poblaciones durante décadas; los privilegios en la distribución de alimentos, contra iniciativas personales, familiares y populares como ferias agroecológicas, los mercados locales y los diversos emprendimientos de venta a domicilio.

 

En términos estructurales, se conciben escenarios pesimistas e inciertos. En la perspectiva, sin embargo, se presentan oportunidades. Hay una homogeneización del comportamiento humano en la vida cotidiana que ha creado una nueva sociabilidad con el uso de tecnologías de información y comunicación remotas que debe acompañarse de una digitalización inclusiva; se abre la posibilidad de reflexionar sobre los modos de vida, incluida las maneras de alimentarse, para facilitar la transición hacia sistemas agroalimentarios alternativos y territoriales, fortalecer la agricultura familiar, los huertos agroecológicos, la construcción de circuitos de comercialización más cortos, diversificar los intercambios, la distribución a domicilio. Un sistema que permita mitigar los efectos del cambio climático, una reprimarización y agrarización de las sociedades rurales y una vigorización de la colectividad y las interacciones sociales.

Las poblaciones necesitan, más que nunca, retomar sus espacios de sociabilidad y fortalecer sus lazos sociales. Confiamos en que la “nueva normalidad” se acompañe de alentar la producción agrícola y regrese el vigor de las festividades de San isidro Labrador, de restablecer los recursos naturales, la fertilidad del agua y tierra y la eficacia de San Miguel Arcángel y de que en las cocinas vuelva a prevalecer San Pascual Bailón21 apoyo espiritual en los hábitos culinarios y guía de las buenas costumbres alimenticias.

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1 Este trabajo es resultado de la investigación titulada “Estudio etnográfico de pueblos rurales del sur de Tlaxcala especializados en actividades productivas no agrícolas” (PAPIIT-unam IN303419).

2 El 19 de junio de 1622, Isidro, que en la memoria de los habitantes de la villa de Madrid era considerado popularmente santo, fue canonizado por el papa Gregorio XV; y en 1657 el arquitecto fray Diego de Madrid comenzó a levantar la capilla de San Isidro, primer ejemplo del barroco madrileño, destinada a sepulcro de la urna con los restos incorruptos del santo (Ruiza et al., 2004).

3 El Comisariado Ejidal o de Bienes Comunales se integra por un presidente, un secretario y un tesorero, propietarios y sus respectivos suplentes. Incluye un Consejo de Vigilancia formado por un presidente y dos secretarios. Son Órganos de Representación y de Vigilancia del ejido, sus miembros duran tres años en el cargo y no pueden ser reelectos al terminar sus funciones. Para participar en alguno de los cargos se requiere ser ejidatario o comunero reconocido, hombre o mujer, haber trabajado en el ejido durante los últimos seis meses, trabajar en el ejido mientras dure su encargo, estar en pleno goce de sus derechos y no haber sido sentenciado por delito intencional que amerite pérdida de su libertad (Procuraduría Agraria, en http://www.pa.gob.mx consultada en junio de 2020).

4 El contagio de coronavirus puede producir una enfermedad infecciosa conocida como COVID-19 que ataca principal, pero no únicamente, las vías y aparato respiratorio, pudiendo provocar la muerte.

5 Este año tampoco se realizaron las visitas continuas y celebraciones de las apariciones de San Miguel Arcángel en los días 25 de abril y 8 de mayo, y es probable que la celebración de la fiesta grande, durante todo el mes de septiembre hasta el día 29, también se vea empañada.

6 Estas cualidades de los sistemas sociales que contienen interacciones cara a cara han sido caracterizadas como redes de colaboración y socialización con base en la confianza (Adler-Lomnitz, 2012); capital cultural, en tanto aspecto de la distinción de clases, que poseen recursos ligados a una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento, que conlleva obligaciones mutuas (Bourdieu, 2000); y como componentes de la cohesión social (Elster, 1997). En todos los casos se trata de conceptos básicos para entender —y valorar— los vínculos sociales que hacen posible la convivencia, sin embargo, extender demasiado el fenómeno a sociedades o naciones pone en riesgo su valor (Portes, 1998).

7 La conformación de los ejidos de Nativitas se inicia en el periodo revolucionario y pos revolucionario —entre 1915 y 1925. Su base de distribución territorial fue el asentamiento de la población en los pueblos y anteriores haciendas. El ejido de San María Nativitas tuvo lugar el año 1922, con una dotación inicial de 275 h para un total de 103 familias representadas por igual número de ejidatario que conformaron la primera asamblea (Fuente: Registro Agrario Nacional —RAN, expediente 134, legajo 05/18. Asunto: dotación de tierra, poblado Santa María Nativitas, fojas 00109 a 00111, fecha 31 mayo 1923). La superficie definitiva de los ejidos fue un procedimiento que en algunos casos data de la década de los sesenta del siglo xx, época en la que todavía hubo ampliación de ejidos.

8 La Constitución del Estado de Tlaxcala establece un Presidente de Comunidad en poblados distintos a la cabecera municipal que tengan más de mil habitantes. Se le considera como una autoridad auxiliar del ayuntamiento que forma parte del mismo como regidor y determina sus atribuciones y el acceso a recursos municipales (http://www.diputados.gob.mx/bibliot/infolegi/consedos/constitu/tlaxcala.htm). En la Ley Orgánica Municipal del Estado de Tlaxcala se reconocen dos modalidades de elección y/o renovación de los presidentes de comunidad; una por el principio de sufragio universal, libre, directo y secreto; y otra por “usos y costumbres”, que son definidos en cada comunidad mediante reglas internas, teniendo como principal órgano de consulta y decisiones a la asamblea general (http://www.ofstlaxcala.gob.mx/doc/Legislacion/locales/leyes/LEY%20MUNICIPAL%20DEL%20ESTADO%20DE%20TLAXCALA.pdf).

9 La industrialización por sustitución de importaciones es un modelo económico adoptado después de la segunda guerra mundial que proponía desarrollar la economía nacional con base en el desarrollo industrial, en países articulados a través de la agricultura y otros sectores primarios. En América Latina fue impulsado por la comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal) dentro de las teorías del desarrollo. Los principales detractores de este modelo y de las teorías desarrollistas destacaron, en los años sesenta del siglo xx, el estancamiento económico de la región (Furtado, 1964; Gunder Frank, 1967).

10 En cuanto a superficie arable, en el estado de Tlaxcala los principales cultivos fueron en 2007 el maíz con 115 849 h, trigo con 20 353, cebada con 9 100 y avena con 6 340 (inegi, 2007).

11 El chileatole es un tipo de atole (bebida de maíz cocinado con agua) que contiene, entre sus ingredientes, masa de maíz, agua, granos tiernos del elote, chile, epazote, cebolla y especies. Se sirve como un caldo.

12 Las comunidades encuestadas fueron San Miguel del Milagro, Santiago Michac, San Miguel Xochitecatitla, San José Atoyatenco, Santa María cabecera municipal y Jesús Tepactepec; fue parte del trabajo de un equipo de investigación de campo en el que participaron Paola Velasco, Alejandra González, Daniel Hernández, Leticia Rivermar, y contó con la asesoría de Itzel Hernández para la sistematización de la información.

13 Tequihua es un vocablo náhuatl para designar a un vigilante, guerrero, militar, policía.

14 Las “faenas” son trabajos colectivos de mejoramiento de áreas comunes del pueblo, como obras públicas, recolección de basura y limpieza de canales, bajadas de agua, barrancas, entre otras.

15 Tamal (tamalli en náhuatl), es la comida ceremonial y festiva para toda ocasión, sea una celebración religiosa, cívica, comunitaria o familiar. Habitualmente se prepara con una base de masa de maíz que en su interior se puede rellenar de carnes, vegetales, chiles, frutas, salsas y varios otros ingredientes, luego se envuelven en las hojas de la mazorca del maíz y se cuecen al vapor. Existen diferentes recetas de tamales en cada región del país preparados con una gran variedad de ingredientes.

16 Esta es la razón por la que, las patronales de Tlaxcala, son reconocidas como fiestas moleras (González, 2013). El mole (mulli en náhuatl) puede significar mezcla, pero no se trata de cualquier combinación, sino de semillas y chiles molidos, por lo que se puede traducir como salsa. En particular, los moles son mezclas que corresponden a recetas prehispánicas que han cambiado en el tiempo con una fuerte identidad regional, por eso existen de diferentes colores, sabores, lugares y recetas.

17 Xochitecatitla, Analco, Tlale y San Miguel del Milagro. Además, la imagen se encuentra en todos los templos del municipio.

18 Cada año se registran peregrinaciones provenientes de pueblos y colonias de más de 50 municipios de los estados de Puebla, Tlaxcala, de México, Hidalgo, Jalisco, Ciudad de México, entre otros y además de Estados Unidos.

19 Formas de intercambio creadas en diferentes momentos y que se han acumulado en el tiempo social, como lo ha señalado Santos (2000), en el paisaje.

20 La dieta posmoderna (Friedland, 1994), conforma una elección de productos que se consumen por valores que exceden su cualidad alimenticia, como los gourmets, exóticos, orgánicos, light o frutas y verduras frescas de distintas partes del mundo que generalmente tienen un alto precio en mercados especializados. Asimismo, la dieta posmoderna hace referencia al hiperconsumo, un consumo por placer, o hedonista, por moda o por estética, más que por atender una necesidad (Lipovetsky, 2007).

21 Fraile lego franciscano que vivió en la segunda mitad del siglo xvi en la Provincia de Zaragoza, España. Devoto de la eucaristía y del pan de consagrar. Es considerado el Patrono de los cocineros.

ANTROPOLOGÍA AMERICANA, vol. 5, núm. 10 (2020), pp. 193-222 ISSN (impresa): 2521-7607 ISSN (en línea): 2521-7615