Pierre Beaucage y Taller de Tradición Oral del CEPEC: Cuerpo, Cosmos y Medio Am- biente entre Los Nahuas de la Sierra Norte de Puebla. Instituto de Investigaciones Antro- pologicas, Universidad Nacional Autónoma de México DIALOG Red de Investigación y de Conocimientos Relativos a los Pueblos Indígenas Unión de Cooperativas Tosepan Titaniske Plaza y Valdés Editores, México, 2012, 328 pag

 

¿Quien es Pierre Beaucage ?

 

Es un antropólogo quebequense, profesor emérito en el departamento de Antro- pología de la Universidad de Québec en Montreal, con una larga trayectoria de estudios en la Sierra norte de puebla, que comenzó en 1969 y continúa hasta la fecha. Sus investigaciones iniciales son de antropología económica sobre los Garifuna de Honduras. Es un notable formador de antropólogos. Entre sus discípulos y colaboradores más conocidos están Lourdes Arizpe, Luisa Pare y Pierre Durand. Ha escrito sobre economía campesina, desarrollo rural, movimientos indígenas y saberes tradicionales. Era conocido en México por sus publicaciones en Nueva Antropología, la Revista Mexicana de Sociología y Trace; sin embargo, la gran mayoría de sus trabajos estaban en diversas publicaciones francocanadienses y no fueron siempre accesibles en México. Por eso hay que celebrar la publicación de este libro, que seguramente permitirá que muchos lectores puedan por fin acceder a esta notable aventura en antropología basada en una investigación de campo a largo plazo ejemplar que aquí reseñamos

Después de una pertinente introducción de Eckart Boege, el libro inicia se- ñalando las transiciones de enfoques y estudios del autor en la Sierra. Esta parte contiene varios elementos autobiográficos que son útiles para contextualizar el contenido que sigue; a partir de 1979 se inicia un largo periodo de colaboración con la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske y el taller de tradición oral en San Miguel Tzinacapan, municipio de Cuetzalan del Progreso, estado de Puebla. Dentro del proyecto colaboran también agrónomos de la Universidad Autónoma de Chapingo y un grupo de catequistas católicos que hacen llamar Prade (hay que señalar que la descripción de este grupo en el texto es muy vaga, porque simplemente son señalados como un grupo de cristianos comprometidos afines a la teología de la liberación y no se conoce en el libro realmente cual es su propósito). Este grupo podría ser una respuesta al avance de grupos protestantes que se han desarrollado en otras partes de la Sierra Norte de Puebla como aquellos que describí en mi primer libro, Protestantismo en una comunidad totonaca, (Garma, 1987). Cabe señalar que, en la presentación de su libro en la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia en el Museo Nacional de Antropología, el 28 de septiembre, 2013, Beaucage señaló que explicaría estos datos en una próxima publicación. Es importante mencionar que la colaboración entre el autor y el taller de tradición oral fundado en la localidad mencionada marca además una opción ética en la investigación antropológica, que es descrita claramente en la obra. Las personas indígenas así pasan de ser simples informantes o fuentes de consulta pasiva para ser copartícipes activos y coautores de la investigación, lo cual contrasta con las prácticas lamentables ya conocidas de otros especialistas que se han apropiado de materiales autóctonos.

El siguiente capítulo trata sobre los nahuas en la historia. Esta sección abarca desde el periodo prehispánico hasta los acontecimientos contemporáneos; ofrece datos más bien generales que son más acordes a la primera versión del libro en idioma francés. Es interesante notar que quizás hay variantes entre la historia local del municipio de Cuetzalan y los procesos que se dan al interior de la Sierra Norte de Puebla. Por ejemplo, en el libro, Juan Francisco Lucas, famoso héroe de la batalla del 5 de Mayo de 1862, caudillo indígena serrano (era de origen nahua) y protegido por Porfirio Díaz, es apenas mencionado, mientras que al interior de la Sierra es una figura casi mítica, que aparece en muchos relatos contados aún en la actualidad. Otro factor relevante es que en el municipio de Cuetzalan hay caciques mestizos de importancia regional (como mostraron Pare y Beaucage en otros trabajos) mientras que  en  la  sierra  alta  las  elites  mestizas tienen un impacto más bien local que transciende menos hacia otros sectores.

El siguiente capítulo es sobre medio ambiente y cosmos. Se señala que la forma de interactuar con el entorno natural de los indígenas es realmente diferente de la de los grupos mestizos. Hay una serie de anotaciones realmente interesantes y originales sobre la noción del trabajo entre los nahuas, destacando la relación del productor con la tierra. Se dan además datos sobre cómo la división del trabajo se


 

adaptaal género, ubicando los procesos que son propios tanto de los hombres como de las mujeres. Entre los nahuas serranos la subsistencia es la finalidad básica de la existencia humana. Los conocimientos agrícolas son transmitidos sobre todo por la observación e imitación de las nuevas generaciones hacia las acciones de los mayores. Los distintos ambientes de milpa-cafetal y huerta son descritos con cuidado, así como los conceptos de tiempo y espacio. Cabe mencionar el impre- sionante saber geográfico local, con términos muy específicos para nombrar el paisaje, el cual es expresado en las toponimias expuestas en mapas detallados y precisos que están anexados al texto. Se prueba, otra vez, que el conocimiento detallado del territorio es una parte indispensable de las cosmologías de las cul- turas mesoamericanas.

Continúa el capítulo sobre la etnobotánica que ha elaborado el grupo ét- nico estudiado. Destaca el descubrimiento de dos sistemas clasificatorios de las plantas: uno utilitario y otro clasificatorio; no es un sistema único para ordenar a los seres vivos como algunos autores clásicos como Claude Levi-Strauss (1975) y Brent Berlin (1992) han propuesto. Es posible combinar las diversas maneras de ubicar a los seres vivos para obtener una mayor precisión. El conocimiento nahua serrano de la flora es realmente exhaustivo: son nombradas 158 plantas comestibles. Eltextodestacalaimportanciadelusodeplantasmedicinales, basado en un abundante conocimiento de las propiedades de la flora, la cual abarca 232 especies y otras 23 son usadas para el forraje de aves y ganado; lo anterior sin contar a los árboles de los bosques, identificados con 87 tipos, y a los organismos usados simplemente por propósitos ornamentales, que son 57 variedades. Aun así, se reconoce que existe una minoría de ejemplares biológicos que simplemente “no sirven para nada”. El conocimiento del uso de la flora no es estandarizado, puede variar mucho de un individuo a otro.

El capítulo que sigue es realmente interesante pues es un bestiario dedicado a los animales de la región. Beaucage entiende claramente que la categoría de “no humanos” propuestos por los autonombrados “perspectivistas” actuales es vago e impreciso (que puede ser referido tanto a montañas, árboles, objetos, fantasmas y bestias, entre otros seres) y nombra a los animales como lo que son, animales. Aquí también hay varias taxonomías de clasificación empleadas por los habitantes de la comunidad estudiada. Se ubica a los animales según el tipo de predación, esto es, animales que son comidos o aquellos seres que son carnívoros; además están aparte las fieras y serpientes que pueden causar daño a los humanos. Destaca la interesante relación de la fauna con la sobrenaturaleza. La división entre animales


 

benignos y malignos no corresponde por cierto a la clasificación judeocristiana descrita ampliamente por la etnóloga británica, Mary Douglas (1973). Entre los nahuas, algunas especies domésticas o razas de ganado pueden ser agentes del mal, lo cual es contrario a la clasificación del Antiguo Testamento que ubica a los rebaños dentro del pacto sagrado de la divinidad con su pueblo escogido, anotado en el libro del Génesis. Además, es notable que el sistema clasificatorio de las bestias incluye animales que no son nativos de la Sierra Norte de Puebla como el oso negro americano (ursus americanus) y el mono araña (ateles geoffroyi). También hay datos relevantes sobre los elementos éticos que debe tener el caza- dor con las presas que obtiene, para evitar que la fauna del monte se extermine. Se destaca la existencia de lo que el investigador quebequense denomina una “economía moral” donde la buena conducta mantiene la abundancia de animales en el monte y de peces en el río.

Posteriormente, el cuerpo humano es presentado como un modelo metafórico para entender otros seres y planos cósmicos, por ejemplo: plantas, animales, el paisaje y el universo. Esta sección recuerda mucho a los trabajos clásicos del etno- historiador mexicano Alfredo López Austin (1980) sobre este asunto, pero la obra reseñada aporta además valiosos datos etnográficos de los nahuas contemporáneos. Tanto la anatomía masculina y como la femenina son nombradas en detalle y los órganos diversos son ubicados mediante ilustraciones útiles. Se nombra a los fluidos corporales y su interacción con la conocida dicotomía frio-caliente. Por cierto, el autor discrepa con la posición del antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán (1992) de adscribir a la creencia en la sombra como entidad anímica un origen africano. Hay una sección simpática sobre cómo el cuerpo es representado en la literatura oral (la letra de canciones, poesía y dichos) de San Miguel Tzinacapan, donde, por dar un ejemplo, las mujeres son asociadas con frecuencia a las flores.

El siguiente apartado se dedica a las enfermedades, su diagnóstico y trata- miento. Se identifican y clasifican los malestares corporales considerados ordi- narios que son dolores (kokolis en nahuatl). Algunos padecimientos tienen una causalidad vinculada con las fuerzas sobrenaturales; por ello el autor destaca aquí el papel de los ritos curativos, enfatizando el tratamiento para el susto y la perdida del tonal. Existen en la localidad especialistas con un saber preciso sobre las cuestiones relativas a la salud, algunos incluso con cierto reconocimiento de las autoridades. Esto da lugar a observaciones interesantes sobre la problemática entre curanderos y brujos, un tema importante que ha tenido una discusión re- levante entre otros autores, como los investigadores estadounidenses Tim Knab


 

(1995) y Alan Sandstrom (1991). Por cierto, el autor menciona que los nahuas de Cuetzalan no usan hongos enteógenos, pero yo recuerdo que el equipo del finado biólogo Miguel Ángel Martínez Alfaro encontró el uso de hongos para provocar sueños entre los curanderos totonacos. Esto apunta a la existencia de diferencias interesantes entre grupos étnicos vecinos dentro de una misma región.

Esta obra cierra con conclusiones que tratan el papel que ha tenido la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske en el movimiento indígena regional y el desarrollo local sustentable. Es muy importante anotar la versatilidad de la aso- ciación cooperativa que ha logrado dominar desde el cultivo del café a hasta el manejo del ecoturismo. Es necesario resaltar aquí la importancia del éxito de los proyectos autogestionados desde las comunidades indígenas, que contrasta con los conflictos que aparecen con los programas impuestosverticalmente desde arribaa las poblaciones rurales, como en el famoso caso del área protegida de la mariposa monarca. En el texto se recuerda la importancia que tienen los pueblos indígenas de América en el uso múltiples de los recursos naturales dentro de localidades y espacios ambientales de gran biodiversidad. Se subraya que los estudios sobre los saberes tradicionales han contribuido a los movimientos de autoafirmación de los grupos étnicos del continente desde Canadá hasta Argentina.

Este libro es un excelente aporte a la antropología mexicana, pues va a interesar amuchoslectoresinteresados en cosmovisiones indígenas, etnografía y lingüística nahua, ecología y antropología de la Sierra Norte de Puebla. Sin duda, tendrá un gran impacto tanto en medios académicos como de participación popular. Cabe mencionarla excelente traducciónal español que realizó Elena Soldevila Durante de la versión original publicada en francés en Quebec.

Muchas felicidades a Pierre, a el Taller de Tradición Oral, y al Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, a la RED DIALOG y la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske por publicarlo.

 

 

Carlos Garma


 

Bibliografía:

 

Aguirre Beltrán, Gonzalo

(1992) Medicinay Magia, el proceso de aculturación en la estructura colonial, Fondode Cultura Económica– Instituto Nacional Indigenista- Universidad

Veracruzana, México.

Berlin, Brent

(1992) Etnobiological  Classification. Principles of categorization of plants and animals in traditional societies, Princeton , Princeton University Press, Princeton, U.S.A.

Douglas, Mary

(1973)Pureza y Peligro, un análisis de los conceptos de contaminación y tabu,

Siglo XXI, Madrid.

Garma, Carlos

(1987) Protestantismo en una comunidad totonaca de Puebla, México, Instituto Nacional Indigenista, México.

Knab, Tim

(1995) AWarofthe Witches, a journey into the underworld of contemporary

Aztecs, Harper and Row, San Francisco, U.S.A.

Levi Strauss, Claude

(1975) El pensamiento salvaje, Fondo de Cultura Económica, México.

López Austin, Alfredo

(1980) Cuerpo Humano e Ideología, las concepciones de los antiguos nahuas, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México.

Sandstrom, Alan

(1991) Cornisour Blood, cultureandethnicidentityinacontemporaryindian village, University of Oklahoma Press, Norman, Oklahoma, U.S.A.