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GOLPE A LOS CUERPOS Y LAS MENTES DEL BARRIO, EL HIP HOP COMO FORMA DE RESISTENCIA

 

Luis Felipe Moreno Chavarría

Universidad de los Andes, Colombia

 

RECIBIDO: 13 DE DICIEMBRE DE 2015; ACEPTADO: 14 DE MAYO DE 2016

 

Dostoyevski nos enseñó a mirar hasta donde van las tentaciones de tener una fácil relación interhumana: van no sólo en el sentido de buscar el poder, ya que sino se puede lograr una amistad respetuosa en una empresa común se produce lo que Bahro llama intereses compensatorios: la búsqueda de amos,

el deseo de ser vasallos, el anhelo de encontrar a alguien que nos libere de una vez por todas del cuidado de que nuestra vida tenga sentido. Dostoyevski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación  procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos,

las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón.

 

Elogio de la Dificultad

Estanislao Zuleta

 

Abstract: This paper shows the analysis from an ethnography, the relationship between a organizational process of young people in Bogotá (named Golpe de Barrio) and a district in- stitution called IDIPRON. It is worth to note that this group is considered to belong to the local hip-hop culture and their actions have been based on autonomous work and self- managed. From the beginning, they have opposed the idea of being part of a political party or any state institution. However, the IDIPRON generated a new relationship and created a strategy that respects the ways of being and doing of the organizations. As such, the insti- tution has been assessing and learning from their dynamics in marginal areas of the city.

 

Key words: Territorial empowerment, Collective work, Autonomy, Self- Management, Rap and Bogota.

 

Resumen: El presente texto expone el análisis, a través de la etnografía, de la relación entre un proceso organizativo de jóvenes de Bogotá (Golpe de Barrio) y una institución distrital (IDIPRON). Cabe mencionar que este grupo se considera como perteneciente al Hip Hop y, sus acciones han estado basadas en el trabajo autónomo y auto-gestionado. Desde un co-


 

mienzo, se han opuesto a la idea de pertenecer a un partido político o a una institución esta- tal. Sin embargo, el IDIPRON generó una nueva forma de relación, creó una estrategia que respeta las formas de ser y de hacer de las organizaciones, valorando y aprendiendo de sus dinámicas en territorios marginales de la ciudad.

 

Palabras clave: empoderamiento territorial, trabajo colectivo, autonomía, auto- gestión, rap y Bogotá.

 

 

INTRODUCCIÓN

En el año 2013, tuve oportunidad de llevar a cabo un trabajo de campo por seis meses con un proceso organizativo llamado Golpe de Barrio, ubicado en las loca- lidades Bosa y Kennedy, en el sur-occidente de Bogotá. Este grupo ha instru- mentalizado sus capitales culturales y sociales para incidir en sus contextos, marcados por la violencia que viven sus barrios por la presencia del micro-tráfico, el pandillerismo y la drogadicción. Por lo tanto, sus proyectos, conciertos y apro- piaciones territoriales, re-definen y re-construyen estos espacios marginados y periféricos de la ciudad. Cabe mencionar que se identifican, participan y pertene- cen al Hip Hop, comunidad imaginaria construida a partir de los flujos globales de mercancías, identidades, capitales financieros, políticas, personas, ideas, tecno- logías y resistencias, que se ha expandido a una gran cantidad de personas que habitan los sectores marginales de Colombia.

Golpe de Barrio ha sido reacio a pertenecer a un partido político o ser repre- sentados por una persona específica, por tal razón, han conformado sus propias formas organizativas, comunitarias y de empoderamiento territorial, basadas en la autonomía y la auto-gestión. Sin embargo, a partir del año 2013, han trabajado con el Instituto Distrital de la Protección a la Niñez y la Juventud (IDIPRON); institución que comprendió que hay grupos que no buscan ser determinados en sus formas de ser ni de hacer y, por esto, creó la estrategia: Armemos Parche. En ésta participan varios procesos organizativos que han demandado, como Golpe de Barrio, nuevas formas de participación dentro del “plan común” que plantea la idea del Estado.

En los seis meses de investigación etnográfica, se procuró el estudio de la rela- ción entre la institución distrital y el proceso organizativo, bajo la lógica de cada uno, pues se quería entender los factores positivos y negativos de esta articulación. Para esto, se hicieron entrevistas con los líderes de Golpe de Barrio, se recorrió su territorio y se participó en las actividades que llevaron a cabo en este tiempo (mar- chas, conciertos, reuniones, talleres de grafiti y canto, entre otros).


 

GOLPE DE BARRIO, UNA EXPRESIÓN EN UN MUNDO EN CRISIS

Este proceso de empoderamiento territorial, se ha desenvuelto principalmente en las localidades de Bosa (barrios: Brasil, Brasilia, Holanda, Betania y Porvenir) y Kennedy (barrios: Las Margaritas, Patio Bonito, Britalia, Dindalito, La Vega y El Amparo), en el sur-occidente de Bogotá. Sus actividades han tenido como forma organizativa, los enlaces en red de distintos colectivos y personas. Internamente está compuesto por diferentes grupos que desarrollan diversas acciones, los cuales son: Autonomía y Respeto Propuesta Colectiva (ARPC), Clan Urbano Producciones (CUP), Bosa Boys Crew (BBC), Mujer… Es, Tairona Estudios y Colectivo Libre- mente. De igual manera, se encuentran vinculados distintos niños y jóvenes que proponen, actúan y se consideran parte de este proceso social.

Cabe señalar que las temáticas que trabajan, están basadas en el universo del Hip hop, es decir, los grafitis, los mc’s, los dj’s y los b-boys; asimismo, sus acciones las han encaminado en el desarrollo de la educación popular, el trabajo colectivo y la reivindicación de los mundos subalternos (invisibles, estigmatizados y domina- dos por el mundo hegemónico). Esto lo han desarrollado a través de conciertos, talleres, recuperación de espacios, preuniversitarios y distintas actividades de inci- dencia en los territorios (marchas, cantos, pinturas, mezclas, teatro, entre otros).

El nombre de este grupo, nace de un festival de Hip Hop llevado a cabo el día 28 de marzo del 2012, en el barrio Betania de la localidad de Bosa. Allí, esta comunidad “hopper”1 congregó a un gran número de personas que participa- ron y festejaron en su territorio, y cuya finalidad fue empoderarse de esos espa- cios que habitan y transitan de manera cotidiana. Ocuparon la historia del barrio, interviniendo en su vida pública a través de sus pinturas, danzas y can- tos. Desde entonces, comenzaron a articularse y a emerger con mayor fortaleza; en otras palabras, se consolidaron como una organización que entendió la po- tencialidad que tenían y tienen para incidir, definir y construir el paisaje social de sus contextos.

Así, quienes disfrutan de estas dinámicas se internaron en una comunidad de símbolos y estéticas compartidas; los beats de las voces, los sonidos y los ra- yones, se convirtieron en un golpe a los oídos, a los cuerpos, a las emociones, a las mentes y a las pasiones. El barrio se convirtió en el epicentro y encuentro de este universo subalterno que se reconoce como fruto de la violencia del Estado frente a sus formas de ser y de hacer. Como consecuencia, a partir de ese pri- mer festival, los distintos colectivos involucrados, entendieron la necesidad de desarrollar algo más, construir a través de lo que eran y de lo que podían ser y

 

1 Comunidad hopper, hace referencia a todas las personas que se identifican y participan dentro del universo del Hip Hop.


 

hacer. El arte y la educación como dos elementos fundamentales para des- estigmatizar a los ‘hopper’, enseñar lo que saben y vincular a distintas pobla- ciones que viven en contextos de profunda violencia y falta de oportunidades. Por consiguiente,

 

…lo que se lla Golpe de Barrio ya no iba a ser un festival, sino ahora se iba a transformar en un proceso. El proceso de Golpe de Barrio enfocado a transformar el territorio; entonces, creamos todo un ciclo de talleres. Necesitábamos crear prime- ro un contacto con la gente, bajo esa necesidad creamos los talleres para fortalecer las habilidades y las cualidades de cada uno de los personajes que son artistas ¿si me entiende?… Y, segundo, para tener un espacio donde pudiéramos conocernos (en- trevista a Casi Nadie2 el 5 de noviembre de 2013).

 

Posteriormente, en abril de 2013, se organiza un plan de actividades, en donde, además de llevar a cabo el festival Golpe de Barrio II, se idearon los talleres mencionados (grafiti, dibujo, canto, mezclas, entre otros), preuniversi- tarios populares y otro evento llamado “Mentes Consientes”. Este proyecto fue presentado a la Alcaldía de Bogotá, la localidad de Bosa y al Instituto Distrital de Protección a la Niñez y la Juventud (IDIPRON). Se podría afirmar, a partir de aquel momento, que esta colectividad participa dentro de los objetivos de cada uno de los Planes de Desarrollo de estas instancias y, de manera más espe- cífica y de gran relevancia, se concretó el vínculo con el IDIPRON dentro de la estrategia llamada Armemos Parche. Esto vínculos los llevó a comprender la importancia de instrumentalizar a las distintas instancias para poder obtener distintos recursos y beneficios como: materiales de trabajo, permisos, recursos económicos, etcétera.

Por otro lado, “nosotros hicimos Golpe de Barrio para mostrar una necesi- dad, que existimos y tenemos unos derechos que exigimos que los cumplan; tenemos como humanos unas condiciones que tienen que ser respetadas” (en- trevista a Yeyo3 el 8 de noviembre de 2013). Golpe de Barrio nace a partir de unas necesidades básicas: ser visibles y respetados. Por lo tanto, el trabajo que han desarrollado, desde entonces, no sólo ha procurado incidir en los territo- rios, sino también modificar la perspectiva negativa que se tiene sobre las per- sonas que participan y se identifican con el Hip Hop, de manera que se les respete y se asuma con dignidad la existencia de ese tipo de colectividades.

 

2 Este es el seudónimo de Camilo Pinto, integrante del colectivo Autonomía y Respecto, Pro- puesta Colectiva (ARPC), uno de los líderes de Golpe de Barrio y referente territorial de Bosa en

IDIPRON.

3 Este es el seudónimo de Jefferson Ortiz, integrante de Autonomía y Respeto, propuesta co- lectiva, uno de los líderes de Golpe de Barrio y es un referente territorial de Bosa en IDIPRON.


 

 

Fotografía 1. Golpe de Barrio, Luis Felipe Moreno Chavarría.

 

Hay que mencionar que en Bogotá, la concepción general sobre este tipo de grupos, es que están compuestos por personas peligrosas y amenazantes, y por esto, hay que tenerles desconfianza y cuidado. Esta negatividad ha tenido ori- gen en la cotidianidad de esta urbe, pues muchas personas han sufrido robos, amenazas e intimidación por parte de personas que por sus estéticas son consi- deras como ‘hoppers’ o “raperos”. Sin embargo, según Golpe de Barrio, este tipo de definición es errónea y representada por personas que no pertenecen al Hip Hop; porque consideran que participar dentro de este universo requiere de ciertas actitudes y valores que contribuyen a la superación de las condiciones de pobreza, de violencia y de falta de oportunidades que son impuestas por las dinámicas de esta ciudad. Pues este estereotipo ha llevado a estigmatizar y ho- mogeneizar a una gran cantidad de grupos que trabajan por el respeto y la dignidad en sus acciones y a sus formas de concebir las estéticas, el arte, los espacios públicos, la calle y la realidad; y que además, no están de acuerdo con la delincuencia o con el “hampa”.


 

 

Fotografía 2. Golpe de Barrio, Luis Felipe Moreno Chavarría.

 

Golpe de Barrio es una organización o proceso social, que lucha en contra de esas formas negativas de concebir al Hip Hop. También, reconocen cómo la violencia y la delincuencia que permea la cotidianidad de sus contextos, son factores que tienen que ser trabajados por ellos mismos; y, a través de sus ac- ciones, poder incidir en esas simbologías negativas y reivindicar su cultura. Para llevar a cabo estos fines, han instrumentalizado sus identidades, sus prác- ticas, sus relaciones sociales personales, sus conocimientos y a las distintas enti- dades estatales (como el IDIPRON) de las cuales han podido sacar provecho.

Entonces, el respeto y la autonomía han aparecido en el horizonte de este grupo; en oposición, a las formas homogéneas, competitivas y totalizantes de las posibilidades del ser que ha instaurado la hegemonía. Como consecuencia,

 

Lo político deja de ser un nivel de lo social y se convierte en una dimensión que está presente en mayor o menor medida en toda la práctica social. Lo político es una de las posibles formas de existencia de lo social. Los nuevos movimientos sociales se han caracterizado por una politización creciente de la vida social (Laclau, 1985:5).


 

Por consiguiente, el free-style callejero, los murales y los grafitis, son esas formas de expresión de lo político que aparecen en la cotidianidad del paisaje social de Bogotá y, con mayor fortaleza, en los barrios periféricos como en los que se desenvuelve Golpe de Barrio. Diariamente, las paredes se han converti- do en una galería de dibujos, letras, rayones y expresiones que gritan y repre- sentan la existencia de distintas realidades de la ciudad. Realidades que son invisibles como muchas otras y, que buscan visibilizarse, dignificarse y ocupar un espacio dentro de tanta heterogeneidad. No sólo se lucha por la desigualdad en la relación entre clases sociales, también por la estética, por el sistema de valores, por el respeto a los animales y por la incidencia colectiva en los territo- rios. Además, por legalizar la marihuana, a favor del uso de medicinas tradi- cionales y en pro del respeto a la naturaleza. O, en oposición a la privatización de los bienes públicos y en contra del imaginario de que el nivel de vida sea comparado y proporcional al nivel del crecimiento económico (lógica imperan- te impuesta por el neo-liberalismo).

En definitiva, Golpe de Barrio representa una  partícula de ese mundo fragmentado por la violencia inmanente de una ciudad que se encuentra orga- nizada en una clara división de clases (estratos sociales), que segmenta a los grupos y sujetos dependiendo de la posición que ocupan a partir de su lugar de nacimiento; y, del nivel de reproducción de los distintos capitales (social, cultu- ral, económico y simbólico).

Es importante aclarar que, el capital social sitúa a los sujetos en distintas redes de relaciones que pueden generar ciertos tipos de influencias y beneficios dentro de las clases sociales (Ramirez, 2005). Adicional, el capital cultural es el tipo de educación, de conocimientos y de habilidades acumuladas por las per- sonas que pueden ser usadas para ascender y moverse dentro de las dinámicas sociales (Bourdieu y Passeron, 1996). Además, el capital económico es converti- ble en dinero, es productor de poder político y es un factor determinante para los demás capitales (Bourdieu, 2001). Por último, el capital simbólico es:

 

Un crédito, pero en el sentido más amplio del término, es decir una especie de avance, de cosa que se da por descontada, de acreditación [créance], que sólo la creencia [croyance] del grupo puede conceder a quienes le dan garantías materiales y simbólicas, se puede ver que la exhibición del capital simbólico (siempre muy cos- tosa en el plano económico) es uno de los mecanismos que hacen (sin duda univer- salmente) que el capital vaya al capital (Bourdieu, 2007:190).

 

La mayoría de los integrantes de Golpe de Barrio, han generado una red de relaciones que ha sido usada como capital social y, así, han podido expandir sus discursos, valores e ideales. Además, sus actividades las han podido desarrollar en distintas localidades como Suba, San Cristóbal, Ciudad Bolívar e inclusive


 

en el municipio de Soacha. A partir de los talleres, los eventos, los conciertos y las distintas muestras en diferentes territorios, han logrado ser reconocidos y valorados en distintos espacios. Es importante resaltar que sus actividades de- penden de estas redes de relaciones y de la necesidad de darse a conocer y de las permanentes y nuevas articulaciones. Por lo tanto, se han aliado a distintos colectivos, involucrando a todo tipo de dinámicas, como otros grupos de Hip Hop en Bogotá, revistas críticas como Hekatombe, movimientos políticos, gru- pos de pensamiento popular, profesores, casas culturales como La redada Mis- celánea Cultural, y estudiantes de colegios y universidades. Adicionalmente, han trabajado con instituciones como el IDIPRON, Instituto Distrital de las Artes (IDARTES), Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), distintas secretarías distritales y demás.

Entonces, se hace evidente que el capital social de Golpe de Barrio es gran- de, provechoso y valioso, y esto ha generado una especie de ‘conquista’ de dis- tintos territorios y contextos en Bogotá. Factores que son valorados por sus integrantes, pues cada vez son más conocidos en diferentes espacios, y esto los motiva a construir nuevos proyectos. Por tales motivos, se podría considerar que, el capital social acumulado por este proceso social ha sido fundamental para su fortalecimiento. Sin embargo, por otro lado, el capital económico de este grupo ha sido muy reducido y han logrado alcanzar sus metas a través de las alianzas, los intercambios y las articulaciones con esas distintas entidades y colectividades que han conocido en su historia y con las cuales han podido esta- blecer redes de intercambio. Su capital social acumulado ha generado alianzas con otros procesos territoriales para organizar y participar en distintos eventos de diversos espacios de la ciudad; y, ha ayudado a visualizar los distintos capita- les culturales de personas y colectividades para vincular a sus talleres, marchas y conciertos.

Por otro lado, esta organización está compuesta por personas que han gene- rado un capital cultural que ha sido reforzado por el capital simbólico de sus imaginarios. Es decir, algunos de sus integrantes son personas que han estudia- do en universidades, otros son bachilleres y unos están en otros procesos forma- tivos (técnicos y profesionales); participan jóvenes y niños que están estudiando en colegios públicos de estas zonas y hay personas que han constituido sus co- nocimientos a través de sus experiencias cotidianas en sus barrios y en las calles de Bogotá. En general, su capital cultural tiene una gran multiplicidad de orí- genes, sin embargo, dentro de este universo del Hip Hop, los conocimientos que se consideran valiosos son: el canto, la danza, el grafiti y las mezclas. Ade- más del uso de estos saberes puntuales, aprecian profundamente la contribu- ción que dan a su cultura en los conciertos y los talleres donde transmiten sus conocimientos.


 

Asimismo, es importante comprender que este proceso social está compues- to por personas que viven en barrios de estratos 1, 2 y 3, y hay discursos de superación y de progreso que constituyen sus valores simbólicos. El trabajo para mejorar y ser cada vez mejor es apreciado, y ser un artista que mueva públicos, ideas y reconocimiento, es un gran valor que se reafirma en concier- tos, bailes y grafitis. Las personas que se mantienen en el “hampa”, de la delin- cuencia y de la violencia de los contextos del microtráfico, no son valorados. Por el contrario, lo que importa es la contribución a su cultura para romper con el estigma de que los raperos son personajes peligrosos y, por lo tanto, esto re- presenta el capital simbólico de este grupo. Capital simbólico que se gana a partir del trabajo y la lucha por medio de la instrumentalización de sus capitales socia- les y culturales.

Quienes no son profesores, han demostrado que no se necesita de un título para poder enseñar y que el conocimiento no está restringido a los grandes centros del saber. La reproducción y acumulación de estos capitales ha depen- dido de la valoración de sus propios conocimientos, de la disposición a inter- cambiar con otros procesos sociales y de las actitudes propias con sus territorios. Como resultado, se han consolidado y fortalecido, generando un reconocimien- to a niveles locales y Distrital.

Hay un elemento que no es tan evidente, la reproducción del capital econó- mico y su importancia, pues este capital es determinante para la reproducción de los otros. Sin embargo, en este caso, la reproducción de los capitales sociales y culturales, han sido determinantes y adaptativos para afrontar la escasez de recursos económicos. Para la concreción de sus acciones, ha tenido gran rele- vancia la reproducción del capital cultural a través de la acumulación de estu- dios y de saberes, como consecuencia de sus vivencias en “la calle” y “el barrio”; también, reproducir su capital social generando lazos de intercambio, colabora- ción y solidaridad con distintos grupos e instituciones. Entonces, como se puede evidenciar, la autonomía a dependido de su afirmación identitaria, en tensión con las necesidades que han nacido de sus formas de hacer y de ser. La auto- gestión ha dependido de esos intentos exitosos de intercambio con diversas otredades, que actualmente los ha convertido en lo que son y lo que pueden ser. Entonces, el paisaje social dentro del cual se han desenvuelto, ha sido signi- ficado y apropiado a partir de sus estéticas, lenguajes, valores y momentos his- tóricos de la organización. Como se ha mencionado, este proceso social ha intervenido de distintas formas en sus contextos, pero también, han sido afec- tados por distintos actores con los cuales se han relacionado. Además, han sido moldeados por las cotidianidades que han tenido que convivir con distintas otredades como: punkeros, barristas, jíbaros, policías, vendedores, profesores, funcionarios públicos, estudiantes, etcétera. Esta ciudad, diariamente, hace que


 

los sujetos se ‘enfrenten’, los unos a los otros, a través de sus diferencias episté- micas, éticas, estéticas y ontológicas; es decir, hay un permanente intercambio simbólico, por medio del cuál, las subjetividades tienen que generar formas de comunicación y de relación afectadas por la permanente tensión y conflicto que genera Bogotá.

Los barrios que ocupan, están compuestos por paisajes heterogéneos que tienen casas de diversas morfologías (aunque hay conjuntos de casas que son totalmente uniformes), hay parques que tienen atracciones para niños, poca vegetación y se presenta mucha circulación de personas. Las calles que dividen los bloques de casas, varían entre vías principales dispuestas para vehículos grandes, medianos y pequeños, con grandes huecos que afectan la circulación de los carros y con ciclo-rutas a sus lados; y, unas vías más pequeñas, las cuales, conectan internamente los barrios. Asimismo, estos barrios están compuestos principalmente por circuitos de panaderías, peluquerías, restaurantes, talleres de mecánica, bares, ferreterías, misceláneas, etcétera; repitiéndose de barrio en barrio.

Internamente, cada barrio tiene parques con canchas de basquetbol y fútbol, centros comunitarios, colegios y Centros de Atención Inmediata (CAI) de la policía. También, se pueden encontrar una gran cantidad de grafitis en las fachadas de algunas casas. En general, son barrios muy activos y las calles viven un permanente tránsito de personas. Estos territorios están compuestos por sus propias dinámicas, cotidianidades y miedos. Las ollas, el tráfico de drogas, los robos, las peleas y las cadenas de violencia que se generan, son las principales amenazas para los habitantes de estos territorios. Los habitantes de calle y ado- lescentes, son las principales poblaciones que frecuentan estos lugares de vio- lencia explícita, como la olla del Brasil, el barro Amparo, entre otros. A pesar de esto, las personas y los procesos sociales, como Golpe de Barrio, saben cómo transitar sus contextos, reconocen las dinámicas y los actores de violencia y de riesgo, y por esto, proponen apropiar y resignificar los espacios considerados “propios”. Como ejemplo de esto último, los integrantes de Golpe de Barrio han ocupado sitios en donde tradicionalmente se han reunido, compartido, discutido y festejado, como: “la ollita”, parque La Carbonera, el CDC del Por- venir, la “esquina del poder”, el barrio Brasilia, entre otros. Estos lugares se han convertido en el circuito de tránsito, apropiación y de significación por parte del proceso social, pues son lugares en los cuales se encuentran, festejan, deciden, pintan, cantan, dictan los talleres y comparten todo tipo de historias, emociones, pasados y futuros posibles.

Golpe de barrio es una comunidad que comparte cierto tipo de intereses, imaginarios, estéticas, lenguajes, códigos y rituales, mediando sus relaciones a través de todos estos elementos. Como principio, resulta evidente que la mayo-


 

ría de los integrantes se visten con gorras de colores, pantalones anchos, camise- tas grandes de equipos de basquetbol y buzos con capota. Sus colores varían entre azul, rojo, amarillo, verde, gris y blanco. También, tienen palabras com- partidas que son fruto de una historia de intercambios como: lo real, el barrio, los zorros, conciencia, todo copas, la calle, el golpe, entre muchas otras.

No obstante, la identificación con la cultura Hip-Hop va más allá de una estética, unos espacios semejantes y un lenguaje específico, pues estos elementos los pueden compartir con muchos otros grupos. Para ellos, “ser rapero” es vivir el barrio, es decir, haber acumulado experiencias en esos contextos marcados por la pobreza, la marginalidad, la violencia, la drogas (tráfico y consumo), la vida en la calle, la falta de oportunidades, la persecución por parte de la policía y la estigmatización por su estética; convirtiéndolos en “hoppers”‘ y en seres conscientes de este mundo que se basa en desigualdades de todo tipo. Por lo tanto, se consideran conscientes de esa realidad y, por esto, ser “hopper” es una forma de adaptación, respuesta y propuesta a esa vida. Aunque, adicionalmen- te, precisa de una actitud hacia esa conciencia; en otras palabras, no solo se tiene que reconocer la condición que impone la forma como se estructura el sistema, sino también, las acciones que se toman a través de esa conciencia. Esto se puede evidenciar en un concepto: lo real. Esta idea hace énfasis en esas actitudes y comportamientos correctos y consecuentes que las personas tienen que desarro- llar y que los identifican con el grupo. Alguien real precisa de ser una persona consciente y, además, generar acciones acordes a esa consciencia. Consciencia marcada por valores y actitudes del “salir adelante”, no pertenecer al “hampa” o construir comunidad Hip Hop.

Entonces, el “hopper” se identifica con cierto tipo de experiencias que se viven en el “barrio” y que generan reflexiones individuales que los llevan a desarrollar ciertas acciones, enmarcadas dentro del universo del Hip Hop, para transformar el territorio. El ‘barrio’ como el territorio conocido y cotidiano, y la “calle” como el espacio de lo impredecible; sin embargo, a partir de las expe- riencias en el “barrio”, se sabe cómo actuar a las posibles violencias de la “calle”. Por esto, el “barrio” está en permanente construcción, pues depende de la ex- pansión de experiencias que construyen a los sujetos y que los hace reconocer mayor cantidad de espacios.

Greñas4 define esa forma de adaptación, como “hopper”, a partir de su rela- to de vida:

 

 

 

4 Este es el pseudónimo de Gabriel, integrante de Bosa Boys Crew (BBC), de Autonomía y Respeto, Propuesta Colectiva (ARPC) y uno de los líderes de Golpe de Barrio.


 

Ayer estaba con mi mejor amigo de toda la vida y yo le decía, uno es rapero antes de escuchar rap. Uno no es rapero porque escuchó y le gustó, desde antes uno era rapero. Pasamos por un parque que estaba en la 17 con 46, y yo le dije que en ese parque había un CAI y en ese CAI fue el primero en el que yo estuve. Tenía 12 años. ¿12 años? ¿Ya estaba en el primer CAI? Si marica, porque me trajo un man al- zado, del culo, y me trajo y me botó; el man pensaba que yo era un gamín y, cuan- do me puse todo rabón, le dije que por qué me trataba así y me le mandé a cascarle. Se metió la policía, llamaron a mi mamá; mi mamá vino y el señor casi que le tuvo que pedir disculpas a ella. Pensando que yo era un gamín, que yo era re callejero. Entonces yo le decía al man que desde ahí, yo ya era rapero, a me gustaba la ca- lle, andar, parcharla con mis amigos, jode (entrevista a Greñas, 16 de noviembre de 2013).

 

Pertenecer al Hip Hop tiene como condicionante, el haber experimentado estigmatización por la vestimenta, la forma de hablar y, en general, toda su estética. Por lo tanto, esas historias de segregación han generado identificación, definición y naturalización, produciendo entre estos sujetos un sentido compar- tido del Hip Hop. Ese sentido compartido reconoce cierto paralelismo en las vidas, por lo cual produce lazos de reconocimiento en el otro y de alianza entre las personas que se identifican con esas historias compartidas; creando articula- ciones que pueden producir metas comunes; y, finalmente, una organización que junte los esfuerzos, las emociones, las necesidades y las perspectivas en un proceso social como Golpe de Barrio. Esta forma de adaptación, es una expre- sión de tipo colectivo generada por las desigualdades socio-económicas que han constituido periferias físicas y simbólicas. Físicas porque hay lugares que, a partir de los procesos de urbanización de las ciudades, se encuentran en posi- ciones de segregación, explotación, indiferencia y violencia, mientras otros reciben todos los beneficios del sistema. Y, simbólicas porque las lógicas hege- mónicas en su proceso de definición del mundo, buscan desechar y desmeritar otras formas posibles de concebir la realidad, y éstas se constituyen como peri- féricas y subalternas.

El sistema mundo conecta los territorios, las identidades, las tecnologías, las temporalidades, los mercados, las ideologías y las resistencias; por esto, se po- dría considerar al Hip Hop como un producto urbano transnacional. En otras palabras, se entiende que es un fenómeno que no tiene sus raíces en Colombia, pero se ha introducido por los distintos flujos globales, que a partir de la comu- nicación, conexión e integración entre diferentes personas, temporalidades y espacios, está mediado por una condición llamada la transnacionalidad. Esta última tiene que ver con la pertenencia a un cuerpo político global que relacio- na territorialidades a partir de redes globales de pertenencia e identidad (Ribei- ro, 1999). Como ejemplo, la cultura Hip Hop nació en los Estados Unidos (en las décadas de los años sesenta y setenta) y se expandió a todo el mundo, incluso


 

a Colombia (en la década de los ochenta). Tanto acá como allá, esta comunidad se compone por el rap, el break dance, el grafiti y los dj’s. Además, se identifi- can como una cultura urbana y de la calle. Por lo tanto, existe una red global de ‘hoppers’ que tienen sus propias características e interpretaciones de lo que es la cultura Hip Hop. Sin embargo, no se puede hablar de igual manera de una persona o de la cultura Hip Hop en Colombia que en los Estados Unidos. Aunque tengan rasgos comunes, cada uno pertenece a historias, condiciones, lenguajes, culturas y perspectivas propias. En otras palabras, el Hip Hop se ha expandido internacionalmente y ha generado híbridos transnacionales que han mutado de múltiples formas.

Independiente del origen, hay elementos que se comparten e identifican como la música, los bailes, el consumo de drogas, la violencia, el grafiti y las estéticas; pero, es inevitable la aparición de distintos matices que se producen por los disímiles contextos, produciendo propias perspectivas, lenguajes y ac- ciones colectivas. El significado del ser rapero, puede ser bastante amplio y los lenguajes crean variadas formas de definición. En el caso de Golpe de Barrio, como un grupo colombiano, ser rapero se podría definir como:

 

Ser único y libre de decir lo que se le la gana, un artista urbano, del gueto, por- que pues así lo digo yo. Ser rapero es un hombre que rapea, que frasea, que bota rimas y las pone en cuatro cuartos. Para ser rapero hay que ser único y soñador. Te- ner ese sueño que algún día la va a romper y que va a dar un golpe que lo saque de pobre y lo pudo hacer por el lado bueno. No se tuvo que volver narcotraficante o sicario para vivir bien, tener un sueño y, mientras tanto, seguir en el sistema que nos tiene brindándonos la miseria que nos brinda (entrevista a Junior Mafia5 el 7 de di- ciembre de 2013).

 

Las formas de relacionarse, son asumidas en tanto el estereotipo o la imagen generalizada que se tiene sobre el otro cuando impera el desconocimiento sobre la otredad en cuestión. Y, los “Hopper” han tenido el infortunio de representar un factor negativo, al cual se le han negado sus posibilidades de ser y, por lo tanto, son receptores de la represión tanto del sistema institucional como de los ojos de la cotidianidad. Por tales motivos, demandan en un primer término, respeto a sus formas de vida, pues son portadores de conocimientos encontra- dos en los espacios de la “calle” y del “barrio’. Aunque las redadas policiacas contra los raperos continúan y se mantienen, la comunidad circundante, con el paso del tiempo, ha cambiado su visión de ellos, y los han empezado a recono-

 

 

5 Este es el pseudónimo de Jesús Dario Vega, integrante, productor y fundador de Clan Ur- bano Producciones (CUP), y también hace parte de Golpe de Barrio.


 

cer como actores de solución a los conflictos inmanentes dentro de estos territo- rios. Como son personas que han habitado estos barrios marginales, saben cuá- les son sus problemáticas y proponen soluciones a través de sus lógicas, sin embargo, han necesitado construir un trabajo de aproximación a sus vecinos y de articulación con distintos colectivos e instituciones para incrementar y en- grandecer sus acciones, como ya se ha mencionado. Por lo tanto,

 

Un objetivo adicional del hip-hop es la puesta en escena política del grupo. Se trata de una variada gama de acciones estéticas con contenido moral y político, que de- nuncian situaciones sociales que ilustran los fracasos de la democracia: sostenimiento de la equidad y la justicia social, así como de la diversidad cultural, la pluralidad y la inclusión social. Bajo esta connotación, la acción política es pública, tiene una in- tencionalidad moral, ilustra un tipo de análisis político de una realidad social y se concreta en una demanda pública que advierte que algunas condiciones materiales o simbólicas deben ser consideradas de manera diferente: el hopper denuncia y avisa sobre lo que pasa en lo urbano (Muñoz y Muñoz, 2008, 107).

 

Bogotá se ha clasificado por medio de la distinción de sus sociedades a partir de la división en estratos, es decir, la segmentación es a partir de las diferencias entre clases sociales. Éstas separan a las poblaciones a partir de factores socio- económicos; en otras palabras, las diferencian a partir de desigualdades de acce- so a servicios, de capital económico acumulado, de lugares de habitación, de educación, de consumo, de salarios y de tipos de trabajos a los que pueden aspi- rar. Por consiguiente, esto compone un sistema que depende de la posición social en la que se nace y que genera ciertas ventajas o desventajas dentro del tránsito de la vida de cada sujeto dentro de la ciudad. Por lo tanto, el dinamis- mo dentro de este sistema depende de cómo sus integrantes usen sus recursos (educación, valores, herramientas, tecnologías, relaciones sociales y al Estado) o capitales dentro del mundo de las clases sociales. Asimismo, el patrón de senti- do común se basa en el tránsito ascendente hacia la “cúspide”, ocupada y repre- sentada por esos grupos que ocupan las distintas posiciones de la división del trabajo de dominación. Como consecuencia, los grupos y los sujetos se encuen- tran en distintos campos de acción y de lucha, pues además de reivindicar la simple existencia de su vida, tienen que defenderse de las cotidianas requisas, la estigmatización por sus estéticas o las miradas de odio por pertenecer a esos grupos que no participan dentro de los paradigmas impuestos por quienes ocupan las posiciones que asumen la hegemonía, como es el caso de Golpe de Barrio.

De esta manera, se comprende que hay un sentido común o doxa, que cons- tituye un sentido de realidad y de colectividad. Sin embargo, las posiciones y opiniones se ejercen bajo dos formas, a) la primera, es un apego al dogma o


 

‘sentido común’ o, en otras palabras, compone la ortodoxia y, b) la segunda, es la oposición o inconformidad con el dogma o, de otro modo, es la heterodoxia (Bourdieu, 1977). Como ejemplo, podríamos pensar en la idea de democracia y de ciudadanía. Actualmente, la visión ortodoxa valora y apoya que la acción política de los sujetos se desarrolle a partir del voto individual dentro de una democracia representativa; por otro lado, una posición heterodoxa está en desacuerdo con estos planteamientos y considera de gran importancia la inclu- sión de nuevos tipos de ciudadanías que demandan nuevas formas de partici- pación política. En esta última vía, no es a través de un representante de un partido político, por el contrario, son las mismas comunidades proponiendo sus propias formas de exigir, participar y ser parte de las decisiones políticas de su país, de su ciudad, de su localidad o de su barrio (independientemente del voto y de las dinámicas partidistas). Esto último representa la perspectiva política de Golpe de Barrio.

 

De tal manera, la ciudadanía entra en conflicto con otras categorías como la etnia, las clases sociales, el género, la democracia, la riqueza, el territorio, la moda, entre otras y, por esto, se producen todo tipo de resistencias y luchas, por el respeto y reconocimiento a la diferencia dentro del marco del Estado y de la capacidad de acción que tiene cada sujeto y cada colectividad. Por lo tanto, la ciudadanía se convierte en un instrumento maleable que colectivamente se re- interpreta, re-define y re-construye para ocupar y significar los espacios de la ciudad.

Entonces, la ciudadanía como

 

estrategia política sirve para abarcar las prácticas emergentes no consagradas por el orden jurídico, el papel de las subjetividades en la renovación de la sociedad, y, a la vez, para entender el lugar relativo de estas prácticas dentro del orden democrático y buscar nuevas formas de legitimidad estructuradas en forma duradera en otro ti- po de Estado (Garcia Canclini, Nestor, 2009, 36).

 

De esta manera, se puede hablar de una crisis del sistema que ha construido la democracia representativa y liberal, pues las colectividades están incorpo- rando nuevas luchas y nuevos significados sobre la participación por medio de lo político definido a partir de las autonomías que buscan reivindicarse. La ciudadanía ha multiplicado sus interpretaciones y los “expertos” han perdido credibilidad como representantes de esas otredades que están demandando sus propios espacios, y sus formas de hacer y de ser dentro del Estado. Por tales motivos, grupos como Golpe de Barrio representan esa oleada de procesos con- temporáneos que inmersos dentro del sistema de tránsito en las clases sociales, instrumentalizan sus relaciones con el Estado y otros grupos, para subsanar las


 

deficiencias económicas que tienen y, así, poder reivindicar sus posibilidades de existencia como cualquier otro grupo humano.

 

 

ARMEMOS PARCHE, UNA POLÍTICA PEDAGÓGICA DE ACCIÓN CONJUNTA

Bogotá ha sido una ciudad configurada a través de la lógica norte-sur. Un nor- te que arrastra las posibilidades del ser hacia el individualismo, la acumulación de capital y la veneración del norte geo-político. Un camino trazado por políti- cas públicas que se enmarcan dentro de los paradigmas privados, de ciertas poblaciones que tradicionalmente se han repartido la división del trabajo de dominación. Por lo tanto, el desarrollismo, el asistencialismo y la normaliza- ción de los cuerpos que son considerados anomias, han sido los paradigmas que han trazado la formación de este tipo de urbanidad. A pesar de esto, ese norte ha sido fracturado por los espacios que los mundos subalternos (¿el sur geo- político?) han ocupado y construido, partiendo de sus propias necesidades, lenguajes, estéticas, corporalidades e identidades. Esto ha generado una frag- mentación de la ciudad, en donde el norte y el sur tienen que convivir de ma- nera cercana a través de sus propias fronteras físicas y simbólicas.

El sur de la ciudad y el sur representado por los mundos subalternos, han sido determinados por sus propios intentos de construcción y definición del territorio, pero en tensión con las acciones que han producido los instrumentos de poder en manos del norte global. Ese norte que basado en relatos que cons- truyen un “nosotros”, ha mantenido la hegemonía a través de la ocupación de los espacios de dominación; es decir, posicionándose en los distintos lugares del observador dentro de las arquitecturas de los panópticos de las distintas buro- cracias, materializadas en diversas instituciones (los ministerios, la policía, los hospitales, los manicomios, las empresas privadas, los partidos políticos, los distintos entes regulatorios como la Procuraduría o la Contraloría, las cárceles, entre otros) que han aparecido para dominar los cuerpos de las distintas posibi- lidades del ser que componen el paisaje social de Bogotá.

Actualmente, los “expertos”, o mejor, los sujetos con una gran cantidad de capital cultural acumulado, han sido las personas encargadas de producir y participar en la formulación y ejecución de las políticas públicas. Por tal motivo, los ciudadanos nos hemos convertido en receptores de las lógicas de esos otros ciudadanos que han recibido el título de ser los conocedores de distintas áreas, como: la economía, la educación, las conductas, la política, las leyes, la salud, la nutrición, la antropología, la filosofía, los derechos humanos, entre muchas otras. Personas que tradicionalmente han reproducido los paradigmas del nor- te-global, manteniendo la relación colonial con las distintas poblaciones que ocupan esta ciudad y a las cuales consideran que tienen que gobernar. Enton-


 

ces, las posiciones de dominación y de establecimiento de la hegemonía, han sido ocupadas por estos sujetos quienes siendo los voceros de los paradigmas del norte-global, han encaminado sus acciones de manera que sean introduci- das por todos, basándose en la idea de la nación como un mito que procura involucrarnos a todos y crear un ‘nosotros’.

¿Qué implicaciones tiene esto? Esta correspondencia se construye a través de políticas públicas, las cuales llenan de sentido a los instrumentos de poder. Por tal razón, “las políticas son herramientas de intervención y acción social para administrar, regular y cambiar la sociedad. En este sentido, están intere- sadas en la imposición de orden y coherencia en el mundo” (Shore, 2010, 32). Por tales motivos, las políticas públicas actúan como mitos, generando narrati- vas que legitiman las distintas posiciones de autoridad; conectan el pasado con el presente y organizan la vida; y, es una zona de alianza para dirigir a la gente hacia una finalidad o meta común (Shore, 2010). Para esto, los Estados al emitir políticas públicas, las muestran como necesarias, naturales y racionales porque buscan naturalizar el “nosotros” que produce el Estado y simulando el benefi- cio colectivo; sin embargo, en realidad, representan los paradigmas que tienen esos “expertos” y esto ha generado todo tipo de choques con los mundos subal- ternos que no se sienten partícipes dentro de ese ‘nosotros’ o plan común.

Cuando tratamos puntualmente con Golpe de Barrio, nos encontramos con la estrategia Armemos Parche, el cual es un proyecto planteado y ejecutado por el IDIPRON. Se puede considerar como participante dentro de los planteamien- tos propuestos en el Plan de Desarrollo Distrital de Bogotá, que tiene como principios al “ser humano en el centro de las preocupaciones del desarrollo” (primer eje estratégico) y la “universalidad, igualdad, equidad, autonomía y sentido de pertenencia”, de los y las jóvenes de la ciudad (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2012, 57). Este proyecto nace como una propuesta al modelo anterior dentro de la institución, el cual velaba por los derechos fundamentales de los niños y jóvenes, es decir, suplían las necesidades de éstos como: educación, alimentación, vivienda, seguridad, vestido, medioambiente sano, entre otros. Por lo tanto, era un sistema benefactor y asistencialista que generaba los medios para desarrollar una ‘vida digna’ y las ‘oportunidades’ para que fuera cierto todo el modelo social propuesto. La importancia de esto, lo acepta Armemos Parche, pero la novedad se encuentra en la apropiación del concepto de sobera- nía popular,6 afirmando: “la capacidad de la población de elegir su destino polí- tico, social y económico” (IDIPRON, 2013a, 1).

 

 

6 Este concepto hace referencia a un principio constitucional que está tenido en cuenta en el Plan de Desarrollo Distrital (2012-2016).


 

La historia del IDIPRON surge en los 60’s a partir de una propuesta católica, de una misión de un sacerdote que ve la necesidad de generar unos espacios de protección para los niños y los jóvenes. Para ese entonces, se escuchaba la palabra del gamín. Había muchos niños, ni siquiera jóvenes, andando desprotegidos en la ciudad, dur- miendo en la calle y demás. Entonces, con el padre Nicoló, nació la propuesta de un centro de acogida de estos niños y jóvenes para brindarles un proceso de rehabilita- ción. Esta idea fue muy valiosa porque ya se puede decir que hay cero niños en si- tuación de calle, pero sigue habiendo muchos jóvenes. Por esto, era necesario que surgiera una nueva idea, para generar más que asistencialismo y estos procesos pu- dieran activar a esos sujetos políticos y sociales. Hoy IDIPRON pasa de una fuerte lí- nea de asistencialismo a ser un proyecto pedagógico (Entrevista a Kelly Gómez7 el día 6 de diciembre de 2013).

 

Entonces, esta estrategia reafirma la necesidad de velar por los derechos fundamentales de los jóvenes y de los niños y, al mismo tiempo, da una gran importancia a los conocimientos y actividades de estas personas. Se entiende que los  distintos paisajes sociales  están compuestos  por  dinámicas  propias, compuestas por todo tipo de elementos: cotidianidades, simbologías, saberes, ritualidades, intercambios, conflictos, culturas, lenguajes y estéticas. A través de esos contextos específicos, cada persona construye su carácter, perspectivas y necesidades. En este sentido, la ciudad se convierte en un conglomerado de diversidades, las cuales significan y constituyen los distintos espacios habitados, transitados y ocupados de manera endógena. Por esto, se busca afirmar y valo- rar las apropiaciones, las soberanías y los poderes locales que las personas y las colectividades en sus espacialidades han construido y organizado.

De esta manera, Armemos Parche es una política pública heterodoxa que problematiza su ser y a los distintos mundos posibles que involucra, pues su novedad y complejidad radica en que convierte al Estado en un actor más co- mo cualquier otro que tiene que aprender y enseñar sus propios saberes. Tam- bién, reconoce que los ‘expertos’ han dejado de ser quienes tienen la autoridad de definir cómo trabajar con las poblaciones, puesto que acepta que son las personas en sus territorios quienes saben cuáles son las problemáticas y conocen las posibles soluciones a ellas; en tanto que ya existen procesos organizativos buscando resolver los inconvenientes que cada territorio tiene. Entonces, con- trata a unos referentes territoriales por cada organización involucrada, brinda todo tipo de recursos a los procesos para desarrollar sus actividades (materiales, permisos, espacios, entre otros) y se convierte en un espacio de visualización y reconocimiento de otredades. Esto último es importante porque se ha converti- do en un espacio de articulación entre organizaciones que procuran el empode-

 

7 Coordinadora de la línea de Jóvenes y Territorio del IDIPRON, y de Armemos Parche.


 

ramiento territorial, pero de formas diversas de hacerlo. Por esto, se ha conver- tido en un punto de articulación y de creatividad entre procesos organizativos.

Cabe mencionar que considero que el concepto de democracia radical pro- puesto por Chantal Mouffe, puede mostrarnos una posible explicación a la lógica de esta política pública. Puesto que:

 

se requiere un nuevo sentido común que permita transformar la identidad de los diferentes grupos de manera que sus reivindicaciones puedan articularse entre sí, de acuerdo con el principio de la equivalencia democrática. Pues no se trata de estable- cer una mera alianza entre determinados intereses, sino de modificar la propia iden- tidad de esas fuerzas […] es necesario establecer una equivalencia entre las distintas luchas (Mouffe, Chantal, 1995, 300-301).

 

La equivalencia democrática es fundamental, pues la democracia radical no depende exclusivamente de que existan muchas otredades y que estas se alíen de manera circunstancial, pragmática y estratégica; por el contrario, depende de la fundición y relacionamiento entre esas otredades, generando algo más. En otras palabras, el intercambio de formas de hacer y de ser debe enlazar a los involucrados, generando sentidos compartidos. Tanto los unos como los otros, tienen que estar dispuestos a ser afectados y, de esta manera, accionar sus equi- valencias y materializar los distintos intercambios. Por lo tanto, el producto siempre será nuevo. Para esto, las distintas particularidades o subjetividades, tienen que mantenerse en tensión y producir un nuevo particularismo univer- sal (el ‘nosotros’ tiene que construirse a partir de la tensión entre otredades, fruto del accionar de las equivalencias); si esto no se lleva a cabo, uno de los particularismos se convierte en hegemonía y coloniza los demás espacios discur- sivos. Esto es lo que Gustavo Lins Ribeiro ha llamado una política post- imperialista (Ribeiro, 2003), por lo cual, Armemos Parche podríamos conside- rarlo como una política heterodoxa post-imperialista.

Loïc Wacquant nos ayuda nos habla de la situación de colectividades como Golpe de Barrio, y cómo el Estado neoliberal construye una política de inter- vención dirigida hacia esas poblaciones, basando su relación con ellas por me- dio del sistema penal:

 

Si uno puede definir a esa población como una población de “marginales”, de “des- poseídos”, de “inmigrantes ilegales”, entonces la respuesta lógica es usar el sistema de justicia penal. El problema esencial, entonces, es el de la transformación del trabajo y la reducción del Estado de Bienestar, que es redefinido como un problema por ‘mantener el orden’ y entonces se puede decir que será tratado con la policía, con el sistema judicial y el sistema carcelario (Wacquant, 2006, 62).


 

A pesar de la condición de marginalidad y violencia por parte del Estado que plantea Wacquant y que pude observar en Bosa, también la relación con la institucionalidad es de un ámbito más complejo y variado. Es decir, estos suje- tos no solo representan un valor negativo de estos barrios, sino también, a tra- vés de otro tipo de intervenciones estatales, llegan a ser sujetos positivos que significan y pueden determinar la cotidianidad de su territorio. La incidencia del IDIPRON y su apoyo a Golpe de Barrio, muestra otra cara posible de la in- tervención estatal: no solo de represión, puesto que puede existir el apoyo, el intercambio y el respeto a la diferencia. A pesar de que el Neo-liberalismo es el dogma imperante en Colombia, Armemos Parche es un ejemplo de la existen- cia de una posibilidad de política pública que parta de las sociedades y sus onto- logías, sin tener que obligar a ser y hacer de cierta manera, pues lo público puede existir en tanto sus propias dinámicas, estéticas, territorialidades y hete- ropías. Cabe añadir que este tipo de relación ha sido una victoria por parte de las organizaciones autónomas, pues han sido quienes le han enseñado al Estado la necesidad de relacionarse de otras formas.

Armemos Parche se ha convertido en una estrategia colectiva y participati- va que nació en noviembre del 2012, y se consolidó en marzo del 2013. Este proyecto surgió de las mismas experiencias con los jóvenes, es decir, no hubo una especie de teorización previa. Las necesidades e ideas, fueron apareciendo a través del contacto entre institución y procesos sociales. Como resultado, se hizo necesario fortalecer la autonomía y conectar los distintos productos de los colectivos. Se comprendió que había una oleada de movimientos sociales que estaban agotados de las tradicionales puestas políticas y partidistas que intenta- ban captarlos. El voto y la democracia representativa no son suficientes y están en crisis, tampoco los valores individualistas, competitivos y totalizantes pue- den ser los paradigmas posibles. Por lo tanto, Armemos Parche es una oportu- nidad que tiene la institucionalidad de entender, incluir y fortalecer los distintos grupos juveniles en Bogotá, además de valorar sus formas de hacer y de ser, y de afirmar la posibilidad de futuros mundos posibles. Las organiza- ciones involucradas han manifestado su apatía a las instituciones del Estado, pero hasta ahora, este proyecto no se ha fracturado y cada vez llegan más pro- cesos sociales queriendo integrarse a esta estrategia.

En conclusión, Armemos Parche es una positiva afirmación, desde el Esta- do, del derecho que tienen las poblaciones de definir, incidir y construir territo- rio de manera autónoma, pero instrumentalizando los recursos estatales en pro de fortalecer a grupos como Golpe de Barrio. De esta manera,

 

el derecho a la ciudad es por tanto mucho más que un derecho de acceso individual o colectivo a los recursos que esta almacena o protege; es un derecho a cambiar y


 

reinventar la ciudad de acuerdo con nuestros deseos. Es, además, un derecho más colectivo que individual, ya que la reinvención de la ciudad depende inevitablemen- te del ejercicio de un poder colectivo sobre el proceso de urbanización. La libertad para hacer y rehacernos a nosotros mismos y a nuestras ciudades es, como argumen- tare, uno de los más preciosos pero más descuidados de nuestros derechos humanos (Harvey, 2012, 20).

 

 


 

 

Alcaldía Mayor de Bogotá


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Fotografía 3. Golpe de Barrio, Camilo Cuartas.