Dossier

Introducción al Dossier Revistas en América Latina: redes, política y cultura

Regina Crespo

Revista de Historia de América

Instituto Panamericano de Geografía e Historia, México

ISSN: 0034-8325

Periodicidad: Semestral

núm. 158, 2020

revhistoamerica@ipgh.org



DOI: https://doi.org/10.35424/rha.158.2020.621

Introducción al Dossier

Revistas en América Latina: redes, política y cultura

En nuestra sociedad, la necesidad de actuar cultural, social y políticamente ha llevado a los intelectuales a utilizar las herramientas que tradicionalmente les son propias: el ejercicio de la cátedra, el debate de ideas, la defensa de proyectos en la arena política y en la esfera pública, y el recurso a los medios de comunicación. Las revistas han ocupado un lugar especial entre los medios de comunicación. Como bien observó Beatriz Sarlo,[1] la publicación de una revista nace de la asociación entre una notoria necesidad de acción y una especie de vacío que, al parecer, sólo una revista es capaz de llenar. Las revistas constituyen el lugar por antonomasia del ensayo y de la reflexión sobre el presente, precisamente porque se insertan en un lugar intermedio, entre la inmediatez del periódico y la perennidad de los libros. Aunque el tema de las revistas sea el mismo de los periódicos, el presente, su estrategia de acción es distinta; su tiempo de preparación es mayor, su incidencia político-cultural es pensada desde otras perspectivas y con ritmos más pausados.

En América Latina, durante todo el siglo XX, las revistas literarias y político-culturales representaron innegablemente un espacio privilegiado para el establecimiento de agendas de discusión y acción en el campo cultural e intelectual y en la esfera sociopolítica. Funcionaron como un instrumento importantísimo para que los grupos de literatos, artistas e intelectuales expresaran sus ideas e intervinieran en el acontecer cultural y político.

Las revistas marcaron y, en cierta manera, siguen marcando el panorama ideológico, estético y artístico de sus respectivos países (a pesar de los cambios radicales que la tecnología y el universo digital han traído a los medios de comunicación). Algunas revistas han logrado trascender las fronteras nacionales para transformarse en puntos de referencia continental. Como también lo dijo Sarlo, publicar una revista representa una decisión de hacer política cultural.[2] Y es precisamente como política cultural que podemos entender las respuestas de una revista a su contexto inmediato, los proyectos y propuestas que defiende – a partir de su lugar geopolítico, social e ideológico de enunciación – y su intento de crear un público propio y fiel. En América Latina, las revistas han creado redes, han establecido vínculos y han logrado fungir como un instrumento asequible a las voces marginadas. Han llegado a servir de plataformas reconfortantes para atenuar los dolores y las dificultades del exilio y han sido capaces de constituir la vanguardia de nuevos movimientos estéticos o políticos. Han funcionado - y lo siguen haciendo - como voceros oficiales y a veces oficiosos del Estado y de los sectores dominantes o como núcleos de opositores o disidentes.

Los textos que el lector leerá a continuación fueron presentados en su primera versión en el Coloquio Redes y revistas del siglo XX: política y cultura en América Latina, que organicé con el apoyo de Mariana Moraes Medina y Raffaele Cesana en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), de la UNAM, los días 5 y 6 de febrero de 2019. Su presentación sigue un orden cronológico. Cubren momentos importantes del siglo XX y el último de ellos avanza hacia el XXI.

En el trabajo que abre el presente dossier, Liliana Weinberg echa mano de los conceptos de redes intelectuales y redes textuales para estudiar el papel que cumplieron las revistas y sus grupos editores en la consolidación, expansión y profundización del discurso del movimiento del reformismo universitario que tuvo su epicentro en Córdoba en 1918. La verdadera red de intercambios que se construyó a través de las revistas, no sólo estudiantiles, sino también culturales y políticas, hizo posible que circularan los ideales asociados al importante movimiento universitario y que éste se expandiera a varios lugares del continente. Las “cien revistas reformistas”, en palabras de José Ingenieros, abrieron un espectro rico e interesante de debate y confrontación política, que trascendió los temas específicamente académicos para entrar de lleno en las demandas de las reformas sociales. El artículo de Weinberg indica vetas interesantes para seguir reflexionando sobre la intersección entre las redes intelectuales y textuales a partir del análisis de ese evento político-cultural clave para la historia cultural latinoamericana.

Begoña Pulido, autora del segundo artículo, concentra su atención en una única revista, el Boletín Titikaka (Puno, Perú, 1926-1930). Preocupada por entender cómo la revista y su grupo editor enfrentaron el problema de la heterogeneidad social y cultural en el Perú, la autora presenta los distintos indigenismos que permearon las páginas de la publicación, en especial el indigenismo narrativo. Desde la perspectiva de la crítica literaria y cultural, Pulido analiza algunos relatos literarios vehiculados por la revista y observa el importante lugar del Boletin Titikaka, y de Gamaliel Churata y el Grupo Orkopata, sus editores, en los debates y polémicas abiertos en el período. Salta a la vista el papel activo en el campo intelectual peruano de una revista que algunos podrían rotular de geográfica, política y culturalmente “periférica”.

Los textos de Mariana Moraes Medina y de Freja Cervantes poseen dos similitudes: giran alrededor de mujeres y revistas. Mariana Moraes escribe acerca de la escritora uruguaya Luisa Luisi y el importante ensayo que produjo sobre Sor Juana Inés de la Cruz, que la revista mexicana Contemporáneos publicó en febrero de 1929. Luisi, poeta y crítica literaria, no tuvo el justo reconocimiento en su país natal y murió olvidada. En los años veinte presidió un comité de solidaridad con México y a partir de él estableció una importante relación con el entonces embajador Alfonso Reyes, quien canalizó su trabajo a los editores de Contemporáneos. En su investigación, Moraes constata que, cuando la crítica literaria aún era considerada un oficio reservado a los varones, Luisa Luisi logró algo de la legitimación que le era negada en su país al ser publicada por una revista, por decirlo de alguna manera, “canónica”, como Contemporáneos. Tal hecho confirma la importancia que adquieren determinadas revistas, al consolidarse como instituciones culturales.

Freja Cervantes escribe sobre Camila Henríquez Ureña, hermana menor de los célebres dominicanos Pedro y Max Henríquez Ureña. La feminista y erudita Camila tuvo una brillante trayectoria como directora y autora de la primera época de la exitosa revista feminista cubana Lyceum, (14 números entre 1936 y 1939). La revista, vinculada al Lyceum Club Femenino de La Habana, resultó ser un espacio fundamental para Camila, al coincidir con sus años más intensos de actividad cultural, antifascista y feminista. Cervantes analiza los principios programáticos de la revista y varios textos publicados por la autora (ensayos literarios, conferencias y artículos sobre feminismo y educación de las mujeres, entre otros). El estudio de la obra periodística de esa intelectual y educadora que, por ser mujer, no fue reconocida como sus hermanos, se complementa con el rescate de Lyceum, una importante revista feminista que lanza luces sobre el movimiento feminista en América Latina y el impacto cultural, político y social de sus revistas.

Ricardo Cadena estudió la revista Humanismo (1952-1961). Poco conocida, la revista - que se editó primero en la ciudad de México y posteriormente en La Habana - surgió de una red basada en el exilio. Según se puede deprender del artículo de Cadena, Humanismo puede ser considerada un producto de la conformación de redes entre intelectuales y políticos mexicanos y exiliados latinoamericanos y españoles, interesados en crear proyectos culturales de conveniencia común. Desde su creación por el peruano Mario Puga (que imprimió a la revista un programa más reflexivo, de defensa del humanismo, con un espectro amplio, que abarcaba de lo sociopolítico a lo cultural y científico) hasta su compra por el cubano Raúl Roa (que utilizó la crítica coyuntural como método de intervención política), la revista Humanismo logró ser publicada durante casi nueve años en dos países distintos, y así sentar un legado ideológico de diferentes vertientes. A pesar de sus ondulaciones ideológicas, no se modificó esencialmente: fue una revista de aspiración democrática, de vocación latinoamericanista y enemiga de cualquier forma de totalitarismo.

Casa de las Américas es el tema del artículo de Alejandra González Bazúa. Una de las revistas más longevas de América Latina, con casi trescientos números, Casa de las Américas refleja las complejas relaciones entre la política y la cultura, al documentar en sus páginas las contradicciones y matices en torno al ideal y práctica de la Revolución cubana. González se detiene en el análisis de tres números de la publicación, para pensar sobre los cambios y contradicciones de una época compleja y que ha sido poco estudiada en esa publicación: los años ochenta. Para ello recurre, metodológicamente, al “paradigma indiciario” de Carlo Ginzburg, a partir del cual, concibe cada número de la revista como unidad material, simbólica y discursiva, para entender dimensiones amplias de la vida social. La Cuba de los años ochenta es indicio de cómo se fueron transformando las certezas construidas décadas antes. El análisis que González realiza deja claro cómo Casa de las Américas se construyó como presencia y enunciación, pero también como borramiento, contradicción y silencio. El artículo ayuda al lector a entender cómo se plasmó en la revista un momento lleno de conflictos y contradicciones, materializados en rupturas y cambios políticos y económicos.

El último texto del dossier, de mi autoría, trata sobre los cambios que Internet ha impuesto en la industria cultural a escala mundial y sobre qué significan estos cambios para las revistas político-culturales en América Latina. El trabajo se concentra sobre el caso brasileño y toma como punto de partida la prensa alternativa de los años setenta, cuando revistas como la latinoamericanista Versus actuaron como un bastión de resistencia al régimen militar. Con esa referencia histórica, se analizan algunas publicaciones digitales alternativas de hoy que intentan contrarrestar la influencia de los medios hegemónicos que apoyaron la dictadura de 1964, el impeachment de Dilma Roussef en 2016 y que sostienen el actual gobierno de extrema derecha. El resultado del análisis me ha permitido confirmar que las publicaciones virtuales de izquierda – blogs, revistas, sites y portales – reproducen de alguna manera la relación que las revistas alternativas del período de la dictadura militar mantuvieron con su público (identidad ideológica, complicidad y espacio de diálogo). Si en los años setenta la revista Versus fue una pequeña trinchera en contra del autoritarismo y de la censura del régimen militar, hoy, en el universo digital se abren y cierran trincheras, mientras los grandes medios siguen perfeccionando sus sites y plataformas y conquistando espacios. En el caso de Brasil del siglo XXI, nuevas estrategias deberán surgir para lidiar con la distopía que se vive en el país.

Notas

[1] Sarlo, Beatriz, “Intelectuales y revistas: razones de una práctica”. Cahiers du CRICCAL. París, Sorbonne la Nouvelle, Núm-9-10, 1992.
[2] Ibíd. p. 9.
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