El cuerno de unicornio en la Nueva España: conocimiento boticario y prescripción de médicos
Contenido principal del artículo
Resumen
La farmacopea novohispana identificaba al cuerno de unicornio como materia lapidosa de difícil acceso. Esta conceptualización se hereda de los postulados médicos medievales, los cuales no hallaban mejor remedio contra el envenenamiento y síntomas terminales afines. Hacia finales del siglo XVI, el boticario Francisco Vélez de Arciniega, en su Libro de los quadrupedes y serpientes terrestres recebidos en el uso de medicina, recogió de manera erudita y ecléctica esta tradición, que en la Nueva España se enriqueció con la materia médica americana y el imaginario que despertó una serie de sustancias sin precedente alguno. En este contexto, veremos que sólo determinados tratados médicos novohispanos recomendarán el cuerno de unicornio: los relacionados con tiempos benignos, con una intención filosófica-política en beneficio de la
República (Problemas y secretos maravillosos de la Indias, 1591); en una obra cuasi enciclopédica y heredera del galenismo arabizado (Verdadera medicina, cirugía y astrología, 1607); y textos médicos intervenidos y anotados (Tesoro de medicinas, 1674). Finalmente, la posesión del libro de Arciniega en el Convento Grande de San Francisco de la Ciudad de México demuestra que la idea del cuerno de unicornio fue importada y que formaba parte de una filosofía natural aristotélica, que seguirá presente en autores posteriores: en una obra franciscana que destaca el beneficio de otros simples lapidosos oriundos de la Nueva España (Teatro mexicano, 1698); en una obra médica jesuita del XVIII (Florilegio medicinal, 1712) que continuará la leyenda del unicornio. E incluso, formará parte de la lista de medicamentos de las boticas de hospitales novohispanos (1798-1808).
Descargas
Detalles del artículo
-
Resumen1051
-
PDF659
-
XML80
-
EPUB224